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La ficción y la realidad conviviendo sin fricción‏



Estreno De Ben Affleck:
"Argo": magnífica ilusión

No es casualidad que el único que mejor comprende 
las implicancias de lo que los rescatistas están intentando 
-y en último término de lo que el filme está proponiendo- 
no sea ni un miembro de la CIA, ni del gobierno, ni un diplomático, 
sino Lester Siegel, el curtido productor de Hollywood 
que ayuda a Tony Méndez (Ben Affleck) 
y que es interpretado por Alan Arkin: 
"Aun si voy a producir una película falsa, ésta tiene que ser un éxito".

por Christian Ramírez 
Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 28 de octubre de 2012

No hay que hacerse ilusiones sobre cuánto puede aportar el cine a la comprensión de un hecho real. Puede ser clave para desenterrar una gran historia o al menos para ponerla en perspectiva; pero la mayoría de las veces la mecánica es la inversa: la ficción exprime, masajea y hasta traiciona los sucesos verdaderos con tal de servir a sus propios fines narrativos. Y más aún: de tan habituados a ese proceso, ya no oponemos resistencia. Seas cineasta o espectador, igual te dejas llevar.
Y esa, de hecho, es la primera reacción que uno tiene frente a "Argo": sumergirse por completo en el rescate de seis diplomáticos estadounidenses escondidos en la residencia del embajador canadiense en el Teherán de 1979. El plan de la CIA es sacarlos del país con identidades falsas, convertidos en miembros del equipo de producción de una cinta de ciencia ficción, a filmarse en Medio Oriente. Tanto el gobierno como los productores involucrados, e incluso la CIA, están de acuerdo: todo el asunto es descabellado. Digno de James Bond. "De película". Pero claro, tal como sucede en esas películas, la cosa sigue adelante hasta las últimas consecuencias.
Tal vez haya sido eso -esa confusa y espesa mezcla entre vida y ficción- lo que motivó a Ben Affleck (quien por segunda vez en su carrera oficia de director y protagonista) a meterse en un terreno que ya había pisado hace una década su colega George Clooney, en "Confesiones de una mente peligrosa". Pero si el Clooney director exploraba literalmente la paranoia de un animador de televisión con una supuesta vida doble como asesino por contrato, Affleck intenta algo más sutil: sugerirle a una audiencia habituada desde la cuna a escenas de acción, fórmulas de guión y finales predecibles, que se tome un segundo y se dé cuenta hasta qué punto todo lo que está viendo en pantalla está habitado, contaminado y enjuagado por los resortes de la ficción. Partiendo por su propio personaje, el agente Tony Méndez, quien en la vida real tiene indesmentible aspecto latino, pero que en el cine se convierte por arte de magia en alguien con los rasgos de Ben Affleck. De pronto, la sideral distancia entre el agente secreto real y la estrella de cine no parece tan distinta a la que separa a las películas de acción del monumental engaño que permitió a los diplomáticos refugiados salvar sus vidas hace más de treinta años. De hecho, la sola existencia de la película los obliga a convivir en un mismo plano, sin aparente fricción.
No es casualidad que el único que mejor comprende las implicancias de lo que los rescatistas están intentando -y en último término de lo que el filme está proponiendo- no sea ni un miembro de la CIA, ni del gobierno, ni un diplomático, sino Lester Siegel, el curtido productor de Hollywood que ayuda a Méndez y que es interpretado por Alan Arkin: "Aun si voy a producir una película falsa, ésta tiene que ser un éxito". Para que un plan como este sea creíble -y para que una cinta como esta nos enganche y nos emocione-, la ilusión debe ser total.
Considerando la forma en que el Hollywood de estos días está hipnotizado por las secuelas, las historias de superhéroes, las recaudaciones del primer fin de semana y el lobby del Oscar, lo dicho por Siegel y lo propuesto por Affleck y su equipo equivale casi a una declaración de principios y engarza perfecto con el modelo visual que la película pretende homenajear: el look de "Todos los hombres del presidente", "Los tres días del cóndor" y un cuanto hay de clásicos de los años 70, que hoy son reverenciados como paradigmas de economía, precisión y pasión narrativas. Hasta cierto punto, "Argo" hace suya esa moral dentro de una cartelera donde hace rato películas como ella no son la regla, sino la solitaria excepción. Hagan la prueba y busquen en la cartelera otro drama para adultos del calibre de este. Los desafío.

ARGO
Dirección: Ben Affleck.
Con: Ben Affleck, Alan Arkin y John Goodman.
País: Estados Unidos, 2012.
Duración: 120 min.

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