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LOS BEATLES DESPUÉS DE LOS BEATLES...

Cuando Los Beatles se separan,

una profunda tristeza invade a todos sus fans.

Ya nada volvería a ser como antes;

el mundo experimentaría un cambio radical y para peor.

Una vez escurridas las primeras lágrimas,

las más espontáneas y las más sufridas,

quedaba algún consuelo en forma de filosofía barata.

Los Beatles no se separaban, se multiplicaban.

Ahora la magia se distribuiría en cuatro cabezas,

por lo cual habría música más a menudo.

Todos sabíamos que era un consuelo estúpido,

ya que Los Beatles eran mucho más que la suma de las partes.

La realidad no haría otra cosa que confirmarlo...

Del Prólogo del libro de Sergio Marchi y Fernando Blanco:

THE BEATLEND - Los Beatles después de Los Beatles

Editor Music Brokers Argentina S.A. (Buenos Aires, 2009)

Alguna vez John Lennon definió la palabra

'Avant garde' como 'mierda, en francés'.

No obstante todas las atracciones que brindaba

la ciudad de Nueva York, nada fue tan fuerte para John

como el encuentro con Frank Zappa,

un músico al que admiraba por poner dentro del rock

una disciplina similar a la de una orquesta de cámara...

'La locura es el primer síntoma de la caspa...'

                              Dr. Winston 0'Boogie (alter ego de John Lennon)

Dustin Hoffmann no podía creer que Paul

pudiese escribir sobre cualquier cosa y lo puso a prueba.

'Mira, aquí tengo una revista' le dijo, medio en serio, medio en broma,

y encontró una frase de Picasso considerada como la última que pronunció:

'Beban a mi salud, porque yo ya no podré hacerlo'.

Eso dio nacimiento a la canción "Picasso's Last Words".

Mal Evans, 'the Gentle Giant', que apareció en la vida de Los Beatles

en 1962 cuando era custodio de la entrada de The Cavern en Liverpool,

terminó mal...  Después de su trágico fin, ocurrido en Los Angeles, E.E.U.U.

aparentemente fue cremado para ser trasladado a Inglaterra,

pero sus cenizas se extraviaron en el Correo.

Lennon no pudo evitar hacer el comentario de que Mal

'había terminado en la oficina de objetos perdidos...'

'Paul McCartney es el artista británico más exitoso.

El año pasado embolsó alrededor de 26 millones de libras.

Últimamente recibió el mayor elogio del show business

y la EMI le ofreció hacer una película sobre su vida.

McCartney ha sido el artista de mayor suceso financiero

y el de mayor éxito creativo de los últimos veinticinco años.

Pero hay millones de sus fanáticos que se preguntan

adónde se fue su talento. ¿Qué pasó con su carrera? ¿Perdió interés?

McCartney no toma riesgos. Él siempre fue un innovador.

Ha perdido el valor de apostar. Irónicamente mientras

se pone viejo, escribe para la audiencia más joven.

La generación que originalmente lo hizo famoso

está decepcionada de lo que hoy tiene que ofrecer.

Se intuye en él un nuevo esfuerzo por agradar

al público masivo con canciones fáciles

que contribuyen al deterioro de su prestigio artístico...'

                                       Daily Mail  (1979)

¿Es que Paul era reverenciado mientras representaba el pasado (Yesterday)?

¿Su presente era irrelevante?



All You Need Is Cash

The Rutles (parodia de Los Beatles de Monty Phyton)

El nombre de pila del único hijo de George Harrison, Dhani,

(de su segunda esposa, Olivia Arias) proviene

de dos notas de la escala musical hindú:  Dha-ni


'Nuestra separación fue un fracaso' le dijo John Lennon

a la prensa en 1975, cuando volvió a vivir con Yoko Ono,

después del 'Lost WeekEnd'

...Los roles invertidos de la pareja Ono-Lennon

desafiaron toda la organización de la familia

(al menos en ese tiempo), que pone

al sujeto masculino en el rol de proveedor

y al femenino en el de cuidador.

Si bien John cumplía ambos,

ya que el dinero provenía de él,

era necesario de alguien

que se encargara del aspecto financiero,

y Yoko demostró tener gran aptitud para el tema.

'Un día me enteré de que Yoko

había vendido una de nuestras vacas

por un cuarto de millón de dólares.

Si hay alguien que puede hacer eso, es Yoko Ono',

reflexionó John.  La gente se preguntaba

si él no había hecho nada más.

'Como toda dueña de casa sabe,

amasar el pan y cuidar a una guagua

es un trabajo de tiempo completo',

contestó Lennon a la pregunta.

'...a veces, el mejor momento para escribir una canción

es cuando no estás muy bien...'          Paul

Paul McCartney entró por voluntad propia

en territorio de ciénagas repitiendo

un viejo error de tiempos beatle:

una película de su autoría.

'Give My Regards to Broad Street,

no era simplemente mala: era espantosa.

Sin criterio, sin dirección, sin argumento,

el film de Paul fue ajusticiado

por la crítica cinematográfica

que puede ser mucho menos misericordiosa

que la musical... el argumento era trillado...

entre fantasmas, pesadillas y malas actuaciones...

...Paul no pudo ser convicente en su actuación

que recordaba más a los actos escolares

que a los momentos dorados de Hollywood...

el final era lamentable...y Paul no pudo evitar

el bochorno cuando promocionó la cinta:

'Estoy seguro que el mundo de los actores

respiró aliviado cuando vio la película

al ver que no soy una amenaza para ninguno de ellos...'

'Give My Regards To Broad Street'

es una de las más perfectas definiciones

de la palabra 'bodrio'...

El beatle más vivo en 1986 parecía ser John Lennon...

(asesinado en Nueva York en diciembre de 1980)

---

es difícil volver cuando no estás haciendo nada...   (George)

...

Al final del show veía a todos los grupos nuevos bailando

a un costado del escenario, y en cambio arriba veías a los viejos.

Había cada vez menos pelo y más señores mayores,

Elton, Phil, yo; todos lucíamos un poco artríticos...    (George)

...

Starrtruck:  un pequeño paso para un beatle, pero todo un salto para
Ringo Starr...

Elvis Costello (quien tiene un fuerte temperamento) y colaboró con Paul,

componiendo canciones juntos hizo callar a algunos periodistas

que, buscando su simpatía, le hablaban un poco mal de Paul.

A uno que le preguntó si no pensaba que McCartney

hacía canciones pensando en la inmortalidad le dijo:

"Déjame explicarte: 'For No One', 'Here, There And Everywhere', 'Yesterday'

y apenas estoy comenzando. ¿A ti te parece que Paul pueda tener alguna duda

sobre su inmortalidad o la de su obra?"

..

'En lo que a mí concierne, no habrá reunión de Los Beatles

mientras John Lennon insista en permanecer muerto...'   (George, años noventa)

...

'Los Beatles dejaron de existir en 1969.

Significaron mucho para mucha gente

y proporcionaron una gran cantidad de diversión,

pero afectó el resto de nuestras vidas.

Los Beatles dejamos nuestro sistema nervioso por el camino.

La naturaleza de tanto éxito se metió

en mi manera de hacer música

y lo sufrí por años como guitarrista.

Dejemos que los perros duerman tranquilos...    (George)

'Me encantaría tocar en algún lugar

donde la gente pueda ir a disfrutar de la música

y tal vez bailar un poco...un lugar fuera del circuito de rock,

donde tu mito o tu pasado no condicionen la música.

Como lo hacía antes de ser famoso'.        (George)

A fines de noviembre de 1991, George, Eric Clapton

y el resto de la banda aterrizaron en Tokio,

donde brindaron una conferencia de prensa juntos.

George lucía de buen humor a tal punto

que no tuvo problemas en hablar de Los Beatles,

y confesar que los extrañaba 'sobre todo

el humor en las conferencias de prensa'...

...

Resultó fascinante para el mundo descubrir

que el artista sin pulir era casi tan bueno como el producto final.

                      (acerca de John Lennon Anthology)

...la remasterización, un proceso que, en pocas palabras,

permite acomodar de diferente manera las frecuencias sonoras de una grabación

para mejorar el rendimiento dinámico en el nuevo formato...

...no se oyen completamente diferentes

pero los temas suenan como

si nunca los hubieras escuchado antes...

'One', vendió treinta millones de discos

a treinta años de la separación de Los Beatles:

una cifra impresionante por donde se la mire...

'Todo lo demás puede esperar

pero la búsqueda de Dios

no puede esperar ni un segundo...'    (George)

"Cumplíamos un rol similar en nuestras respectivas bandas...

como si nos dijéramos que 'sin nosotros no van a ninguna parte'.

Era un tipo muy tranquilo y enigmático, pero con un pícaro sentido del humor.

Existía un lazo no hablado entre nosotros.  Una persona adorable.

Creo que George habría derrotado el cáncer a no ser por el tipo que lo apuñaló.

Gente tan agradable que ha hecho una música tan hermosa

y que nunca ha dañado a nadie no debería pasar por esa clase de violencia.

Sabemos que no murió por las heridas, pero creo que el ataque

minó sus fuerzas como para enfrentar la enfermedad.

Esto no debería sucederle a una persona como George.

Si me hubieran apuñalado a mí, nadie se hubiese sorprendido,

y de hecho me apuñalaron varias veces y mis heridas de bala cicatrizan bien.

Pero no George. Él era un caballero, un título que yo le otorgo a muy
pocas personas,

y que jamás se lo daría a alguien como yo. Si hay algo como el cielo,

espero que esté haciendo jamming (tocatas improvisadas) con John.'

                               Keith Richards en entrevista a la
revista Rolling Stone

...Y A LA LUZ TEMBLOROSA DE FOGONES Y TEAS CHISPORROTEANTES

Gente cruda
por Antonio Gil
Diario Las Últimas Noticias,
Jueves 23 de diciembre de 2010
___________________________________

A los pies de un risco desnudo,
bautizado como Santa Lucía,
una noche de diciembre de 1534
y a la luz temblorosa de fogones
y teas chisporroteantes,
un grupo de hombres atezados,
barbados y zarrapastrosos,
con los rostros surcados de cicatrices
y picoteados de viruelas,
vistiendo jubones harapientos,
botas de caña hasta las rodillas
y cotas de malla oxidadas,
escucha la Misa del Gallo
cantada en Chile.

Son guerreros duros,
gente cruda,
curtidos muchos de ellos
en las feroces guerras de Flandes
y en las innumerables escaramuzas
con los nativos, desde el istmo de Panamá
hasta nuestro dulce valle central,
regado entonces por un Mapocho cristalino.

Esos hombres de puñal fácil,
dueños de unos cojones acerados
y de una muy viva codicia,
son el variopinto contingente
que venido de los más diversos
rincones de una España en decadencia
se afincó en esta tierra.

El pintor fray Pedro Subercaseaux,
en el siglo XIX
retrata -idealizándolo- a este grupo,
al que dota en su tela
de elegantes aires cortesanos,
perfumados y galantes,
muy alejados de las trazas de bandoleros,
rufianes, piratas y peligrosos aventureros
que con toda seguridad cargaban
aquellos primeros cristianos
llegados a nuestro territorio.
[N. del Ed.:
yo diría que el cuadro aludido
fue pintado en el siglo XX
ya que fray Pedro nació
en diciembre de 1880, y los últimos
años del siglo XIX fueron años
de formación artistica].

Ahí estaría, mirando con su único ojo,
Pedro de Gamboa, el alarife
que trazó Santiago.

Y estarían también
Diego García de Cáceres,
quien plantó la primera viña,
y doña Inés de Suárez,
pareja de Valdivia,
y la única mujer entre los presentes.

Mirando desde lejos,
agazapados entre los espinos,
no es difícil imaginar
a los picunches,
naturales de este valle
y que dieron origen
a nuestra raza mestiza,
observando con desconcierto
la celebración
del misterio de la misa
y escuchando el latín
como un sonar
de hierros entrechocándose.

Poco se diferencia de su feligresía,
salvo por la casulla,  el cura
Rodrigo González de Marmolejo, quien oficia.

Y bien poco los otros diez mercedarios
y los tres clérigos que conforman el grupo
que lo secunda en la celebración de la liturgia,
con los mandobles al cinto de sus sotanas.

Curas bravos, celebrando con sus hombres
el júbilo del nacimiento del Cristo en Belén.

Ya el 25 de diciembre de 1492,
y con la presencia de Cristóbal Colón,
se había celebrado en América
la primera Navidad, allá, lejos,
en la desembocadura del río Guarico,
por la costa norte de Haití,
en un fuerte construido
con los restos de la carabela Santa María,
la que se había malogrado sin remedio
al maniobrar en un bajío.

Recordemos que el nombre
de la Misa del Gallo se origina
en una antigua fábula que asegura
que el primer ser vivo
que presenció el nacimiento
del niño Jesús en la cueva de Belén
y lo comunicó al mundo fue un gallo.

Bajo el cielo limpio de nuestro valle,
con toda seguridad habrá cantado
esa noche un gallo collonca,
el macho de la gallina ancestral
que pone prodigiosos huevos azules.

Y Gamboa habrá alzado su único ojo,
recordando el corral familiar
en su lejano pueblo de Pozuelos de Andía.

Feliz Navidad.

Memorias de un Profesor Hugo Montes Brunet

Pero, Padre, ¿por qué me colocó un dos?
Niño, porque algo sabías.
 
...
 
Los alumnos del Saint George
-ni más ni menos que en otros lugares.
son alegres, espontáneos, cordiales.
Los caracteriza una desinhibición
que llega a la frescura.
 
'Oiga, Rector, ¿quiere que le dé un consejo?
La frase nace de quien no tiene arriba
de doce o trece años. Y el consejo,
que por cierto que hay que escucharlo
con atención, suele ser bastante acertado.
 
 
---
Memorias de un Profesor
Hugo Montes Brunet

CONVOCATORIA...

Venid recios vendedores de maní confitado
De sustancias y tortas curicanas
Venid fotógrafos ambulantes con máquina de cajón
Y fotos fantasmales blanco y negro.
 
Venid sonoros organilleros con bombos y platillos
Con loros viejos y monos sacasuerte
Y pálidos vendedores de globos coloridos
Artistas creadores de gloriosos volantines
 
Venid anochecidos ciegos
Con acordeón violín o con guitarra
También los reyes del mote con huesillo
Del pescado frito y la sopaipa
 
Las amasadoras de las caldúas empanadas
Los espigados de las cabritas made-in-chile
Los callados fabricantes de escobas
Del derrotado monopolio de los ciegos.
 
Los tensos estiradores de somieres
Los volátiles de los remolinos de papel
Los ásperos gásfiters con cautín casero
Los acerados afiladores de cuchillos
 
El que grita en las calles 'gloria al pulento'
Venid, que se apersonen
Todos los que representan
A la heroica industria nacional.
 
Bruno Serrano

DE NUESTROS QUERIDOS ARCHIVOS

Aunque sea con muletas, Iván
por Antonio Martínez
Diario El Mercurio, Revista Wikén, años noventa
 
Vamos, corazón de chileno.
Levántate y anda.
¿De qué estás hecho, Iván?
¿Me vas a decir que una patadilla
te dejará en cama? ¡Arriba, carajo!
Trece millones de chilenos te apoyan.
Tira pa' arriba, m...
 
Sé que te han dado duro
porque eres bueno para la pelota
y saltas como nadie...
 
Pero hombre, tú puedes, tu siempre puedes.
Queda el último partido, la gota que derrama el vaso,
y ahora no puedes arrugar.
 
Tienes que estar ahí
por el bien del Real, de Chile,
de Manuel Rodríguez Aravena,
de Clos de Pirque, de Hamburguesas Sofría
y sobretodo, ahora, Iván, no puedes defraudar
a Milton* y a Héctor**, que fueron
los primeros en jugársela por ti.
 
No puedes, Iván, no puedes, ¿me entiendes?
 
Además, ¿a quién le ha ganado el Tenerife?
Bueno, al Real le quitó el título el año pasado.
Pero no estabas tú, Iván. Y eso se notaba.
 
Qué importa la historia cuando
ahora tú la estás escribiendo, Iván.
Con esos saltos acrobáticos,
esas voleas milimétricas,
es pique de pata embarazada,
esa marca atosigante,
esos goles y el gustillo ése.
 
Electrificas, Iván, a este país
olvidado en un rincón de América.
 
Las calles están vacías cuando tú juegas.
 
Este Chile de generosos mostos y bellas mujeres.
El de la canción nacional más hermosa
y la segunda bandera más linda del planeta,
el de Julio Jung y Carlos Pinto,
no es el mismo de antes.
 
Digámoslo, Iván: sin ti no somos nada,
nadita de nada. Por eso, no nos falles,
ya que porque no tenemos nada,
queremos tenerlo todo.
 
Ahora vístete de corto,
amarra esos cordones
de los botines goleadores,
respira hondo,
mira hacia el frente,
péinate la melena sudaca
y salta a la cancha a hacer lo que sabes.
 
Y jamás olvides, nunca olvides,
que estamos contigo en la distancia.
 
Suerte, pillín.
 
 
____
 
*: Milton Millas ; **: Néstor Vega Onesime

"HAY COSAS QUE UNO SIMPLEMENTE SABE MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS, COMO LODEMOSTRÓ CORTÁZAR CON SUS INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA".

Novelas e instructivos
por Roberto Merino
Diario El Mercurio, Revista de Libros,
Domingo 12 de Diciembre de 2010
http://diario.elmercurio.com/2010/12/12/al_revista_de_libros/critica/noticias/8C8781A4-1104-490A-9B3D-6BBD9A287ACA.htm?id={8C8781A4-1104-490A-9B3D-6BBD9A287ACA}
 
Nunca me ha parecido ingenuo pensar que en una novela hay un sedimento
de experiencias reales. En los años 70 nos enseñaron a escamotear este
tipo de apreciaciones, poniendo el énfasis en el trabajo, ante todo,
que el escritor realizaba sobre el lenguaje. En los círculos
literarios más o menos avezados, por lo demás, a nadie se le hubiese
ocurrido confundir al escritor con el autor ni a éste con el narrador.
Estas distinciones, que en su momento fueron quizás necesarias, hoy
parecen más bien de Pero Grullo. Muchas veces los textos teóricos, por
afán de decirlo todo, incurren en la obviedad o en el oscurantismo.
Hay cosas que uno simplemente sabe más allá de las palabras, como lo
demostró alguna vez Cortázar con sus instrucciones para subir una
escalera. Ponerlo por escrito es difícil y, de hacerlo, el resultado
es una nebulosa absurda.
A menudo me sorprendo leyendo los instructivos de los envases de
cualquier producto. En esa clase de textos las palabras adquieren una
materialidad extraña, un poco aberrante, porque me imagino que sus
redactores son gente no habituada a la escritura. Recuerdo lo que
venía impreso en un jugo de caja de tamaño individual: 1) horade con
la bombilla el dispositivo circular de seguridad del envase; 2)
introduzca la bombilla; 3) disfrute.
El último punto es, sin duda, para la risa. El hecho de que el usuario
disfrute o no del jugo que se ha empeñado en sorber está librado a su
subjetividad gustativa. El vocablo "disfrute", en este caso, sólo
podría ser equivalente a una sugerencia pero jamás a una orden.
Pero me voy del tema: estaba en los distintos modos que uno tiene a la
mano para aproximarse a una novela. Me parece que la modalidad
predominante, la que ha sobrevivido a los embates teóricos, consiste
en que uno simplemente se sumerge en el mundo representado en la obra
("representación" fue otra palabra puesta en duda años ha) y encuentra
en lo posible un personaje con el que sienta algún tipo de
identificación.
Si el narrador me lleva por el borde de un río y me dice que hay
sicomoros, abetos, muelles en desuso, niebla y que el curso de las
aguas es lento, verdoso y profundo, no quiero que acto seguido me
venga con que aquello no es real y que pertenece sólo a una
construcción del lenguaje. Cuando sobrevienen los diálogos, sé
positivamente que éstos son inventados, procesados, recreados, pero me
niego a tomar conciencia de su artificialidad.
Henry James detestaba los momentos en que las novelas mostraban
-usando una expresión muy propia suya- el revés de la trama y se
delataba el aparataje y la tramoya del novelista. Su sensibilidad
contaba con la posibilidad feliz de la representación narrativa. Cada
vez que le contaban un hecho real susceptible de ser convertido en
relato, pedía al interlocutor que no agregara muchos detalles.
Necesitaba, en un momento, desprenderse de sus modelos reales para
perderse en la lógica de la ficción.
"HAY COSAS QUE UNO SIMPLEMENTE SABE MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS, COMO LO
DEMOSTRÓ CORTÁZAR CON SUS INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA".

El parque forestal está que se hunde...!!!

El Parque Forestal está que se hunde
por Roberto Merino
Diario Las Últimas Noticias, lunes 13 de diciembre de 2010
 
A fines de los años 90, se organizaron en el Parque Forestal
ciertas "fiestas de la cultura" que consideraban
la ocupación total de los espacios del parque por parte
de las multitudes que la mente política denomina "ciudadanos".
 
Cultura oficial, cultura ciudadana o lo que fuera,
el hecho es que los vecinos del sector
debieron soportar sin derecho a pataleo
la multiplicación del ruido por los malditos parlantes
durante horas: guitarreos, discursetes, poemarios, locución.
 
Al término de la jornada -ya desmachado el pasto-
muchos de los enfiestados culturales
se dispersaban por las calles aledañas
sacando las bolsas de basuras de los contenedores
para estrellarlas contra las ventanas de los departamentos.
 
También aprovechaban de garabatear estupideces
con pintura aerosol sobre los frontis de los edificios.
 
Posteriormente se dio otra iniciativa ciudadana
detrás del Museo de Bellas Artes: la de los tragafuegos,
malabaristas, saltimbanquis y aficionados al monociclo y a los zancos.
 
Por lo menos estos entusiastas ejercían sus habilidades en silencio.
 
El problema es que junto con ellos llegaron para quedarse
los tamborileros de las batucadas -muy socorridos
por los políticos del momento- y no hubo sábado ni domingo
en que el tum-tum redoblante de sus timbales
no penetrara al interior de los hogares
a través de los vidrios inútilmente reforzados.
 
Esto además, sin límites horarios.
 
Un gran parque metido en el medio de una gran ciudad
tiene una función muy específica: la de oasis,
lugar de "solaz" o de pololeo o de contemplación
para los estresados habitantes.
 
Viniendo del fragor de las calles caldeadas,
saturadas de micros y de autos y de vocinglerío,
el caminante tiene la posibilidad de incorporarse
a esa extensa maravilla arbórea y hacer un alto
junto a las fuentes escuchando
el silbido del viento entre las altas ramas.
 
Un parque es ante todo una pausa,
un alivio para los sentidos.
 
Hoy día, me cuentan,
la situación del Forestal es más feroz.
 
Todos los fines de semana instalan
-con autorización de la intendencia
y/o municipalidad- escenarios
con torres de parlantes
destinadas a diversas charangas:
maratones auspiciadas
por marcas de implementos deportivos,
con bandas de rock y helicópteros incluidos
(desde hoy se instruye por megáfono a los participantes).
 
Mientras los corredores no están,
la cueca continúa, y si el público ralea
un animador -que no para de vociferar durante horas-
se encarga de reclutar interesados mediante
el bramido de una sirena de barco.
 
Hace poco hubo un estridente convención evangélica,
que a pesar de no congregar a más de treinta personas
se prolongó durante cinco horas seguidas con lo de siempre:
cántico, aleluyas y algazara que los amplificadores
llevaban a todas partes como si se tratara de la voz de Dios mismo.
 
Algunos vecinos desesperados llegaron a reclamar.
 
Los carabineros no tenían medidores de decibeles
ni órdenes precisas de proteger la paz del entorno.
 
Ante las peticiones de moderar el ruido,
el predicador estrella gritó por micrófono:
"Nos han pedido que bajemos el volumen: ¡la alegría es más fuerte!"
 
Alguien le dijo a un evangélico
que cómo era posible que para treinta personas
se produjera este ruido tremendo.
 
La respuesta del creyente fue de un fascismo preocupante:
"Aquí habemos treinta, pero somos el 20 por ciento del país".

EL PEATÓN MOJADO por Jaime Bayly

El peatón mojado
por Jaime Bayly
Diario LaTercera, 25-07-2005
 
Cuando me fui a vivir a Miami,
hace ya trece años,
descubrí el programa de televisión
de David Letterman y me hice adicto a él.
 
Entonces Letterman tenía bastante
más pelo que ahora, no usaba anteojos,
solía ponerse medias blancas
y todavía no había sido operado a corazón abierto.
 
Yo soñaba con hacer un programa
que tuviera esa mirada cínica
y burlona sobre todas las cosas
y, por supuesto, también sobre uno mismo.
 
Nadie era tan bueno como Letterman
haciendo entrevistas sorprendentes,
impredecibles, mezclando a un ritmo arrollador preguntas serias con
disparates cómicos.
 
Nadie era tan bueno como él
disparando monólogos de humor
sobre la actualidad,
burlándose de los famosos,
haciendo escarnio de sí mismo,
jugando con el público.
 
Letterman era el mejor, el número uno.
Había que imitarlo.
 
Durante años traté
desesperadamente de copiarlo
y tener éxito, pero no lo conseguí.
 
Cuando comprendí que no sería nunca
la versión latina de mi ídolo,
me resigné a una idea mucho más modesta,
pero de todos modos estimulante:
visitar el teatro Ed Sullivan,
en la avenida Broadway de Manhattan,
y, confundido entre el público,
ser testigo de la grabación de su programa.
 
Soñaba con ver a Letterman en acción
y, con mucha suerte, salir fugazmente,
dos o tres segundos, en su programa,
riéndome o aplaudiendo desde mi butaca.
 
Por eso, apenas llegué a Manhattan en junio,
corrí al teatro y me puse en la larga fila
de personas que deseábamos presenciar
esa tarde la grabación del programa de Letterman.
 
Fui advertido de que mis posibilidades
de entrar era remotas, pero me aferré
a esa vaga esperanza y no me moví de la cola.
 
Hora y media después, ya a punto de entrar,
una mujer de modales bruscos
anunció que el teatro estaba lleno
y que debíamos irnos.
 
Me acerqué a ella y le pregunté
quién era el invitado principal del programa.
 
Me dijo que Ben Stiller.
 
Me dio mucha pena, porque Stiller
era uno de mis actores favoritos
y Zoolander una de las películas
más graciosas que había visto.
 
Volvía descorazonado al hotel
cuando recordé que a veces
Letterman sacaba una cámara a la calle
y la hacía fisgonear y fastidiar
en la pequeña bodega
de un comerciante oriental,
a espaldas del teatro.
 
Caminé un par de cuadras,
entré en la bodega,
le pedí un autógrafo a su ya famoso dueño,
quien lo firmó con cierto desdén,
y me quedé esperando,
junto con otras diez o veinte personas,
a que de pronto apareciera la cámara,
guiada por Letterman desde el estudio.
 
Si tenía mucha suerte,
podía aparecer un segundo en el programa, saludando desde la puerta de
la bodega,
o incluso podía ser llamado a jugar
uno de los juegos tontos que Letterman
solía proponerle al bodeguero oriental.
 
Desgraciadamente, no era mi día de suerte:
cuando ya el camarógrafo estaba listo
para hacer su recorrido callejero,
algún percance técnico ocurrió,
y entonces hizo señas desesperadas
a un productor, advirtiéndole
que la cámara estaba fallando,
y el productor avisó enseguida al estudio
y se canceló el segmento
con el bodeguero oriental.
 
Desde la calle, los desolados espectadores comprendimos que no
saldríamos esa noche
en el programa, ni siquiera desde la bodega,
y nos dispersamos, abatidos, derrotados,
pero dispuestos, sin embargo,
a encender el televisor
a las once y media de la noche.
 
Ya me iba caminando a solas,
hundida la mirada en el ardiente asfalto
de Broadway, cuando un potente chorro de agua
me dio en la cabeza y la espalda,
sacándome de golpe del estado melancólico
en que me hallaba.
 
Me detuve, mire a mi alrededor,
no pude descubrir
el origen de la agresión acuática
y, tras secarme un poco,
seguí caminando, triste y mojado,
hacia Central Park.
 
Esa noche, ya en el hotel,
puse el programa de Letterman,
envidié a los espectadores
que pudieron entrar al teatro
y, como siempre, me reí
con los excesos, desafueros
y transgresiones del anfitrión.
 
De pronto, vi con perplejidad
que anunciaba un segmento nuevo,
que consistía en emboscar
a ciertos peatones incautos,
mojándolos con un chorro de agua
que salía desde algún lugar furtivo.
 
Luego la cámara mostró
a un peatón moroso,
zigzagueante, algo regordete,
indudablemente tonto o confundido,
se diría que de humor sombrío,
y Letterman decidió que ese peatón
merecía ser desasnado
con un buen baño de agua
y entonces apretó un botón
y un latigazo de agua
cayó sobre el desafortunado transeúnte
y el público se rió a carcajadas
y Letterman también.
 
Por supuesto,
ese peatón tonto y mojado era yo.
 
Fue un momento glorioso.
 
Había cumplido uno de mis sueños,
salir en el programa de David Letterman.
 
No fue como lo había soñado,
pues quedé como un idiota redomado,
pero quizá fue incluso mejor,
porque logré que Letterman se riera de mí.

EL LORO ATROFIADO.

Una intimidad rica y compleja
por Camilo Marks
[Diario El Mercurio, Revista de Libros, viernes 29 de julio de 2005]
 
"Aun en una crónica como ésta,
las dudas pueden llegar a ser torturantes,
sobre todo por los problemas de pertinencia:
¿molestaré al lector esta semana otra vez con mis asuntos personales,
con mis odiosidades, con mi humor acre, con mis anécdotas de dudosa catadura?
 
¿Repetiré una vez más la sobreexpuesta palabra 'yo'?
Hay que fijarse en lo invariablemente espinudo que resulta, por lo demás,
incluir episodios autobiográficos en estas columnas:
se tiene la posibilidad de figurar como el héroe de su propia historia,
lo que crea un efecto antipático, o bien, por evitar ese efecto,
quedar como un imbécil que trata de exhibir sus debilidades
para ganar unas cuantas risas en el auditorio".
 
Por fortuna, ninguna de las aprensiones anteriores se justifica.
 
Roberto Merino no es un fatuo enamorado de sí mismo
ni tampoco hace alardes acerca de sus rasgos propios,
se deleita en sus descubrimientos individuales
o cae en egocentrismos que puedan molestar
a quienes prefieren las narraciones objetivas, neutras, desapasionadas.
 
Demasiado inteligente para mostrarse en exceso,
posee, sin embargo, la suficiente cuota de audacia,
la porción adecuada de atrevimiento
que nos permite ver una intimidad compleja y rica
en diversas formas de iluminación emotiva e intelectual.
 
Todo esto queda de manifiesto al leer En busca del loro atrofiado,
su más reciente colección de crónicas literarias.
 
En ellas, Merino se aleja de la profesión de "santiagólogo"
adoptada en los notables libros Santiago de memoria
y Horas perdidas en las calles de Santiago,
donde nuestra capital era la protagonista
y, tal como lo sugieren las palabras del párrafo transcrito,
los temas tienen que ver con el entorno biográfico del prosista.
 
Pero, insistimos, se trata de aproximaciones veladas y discretas,
en las que toda estridencia, todo ruido inútil están absolutamente descartados.
 
Los tópicos de estas noventa piezas,
compuestas semana a semana para un matutino nacional,
son tan multifacéticos que resulta imposible resumirlos.
 
Vivir en el centro de la ciudad,
comentar las peculiaridades gastronómicas de los poetas,
detenerse en la gente que llora en la calle,
analizar el insomnio, la maldad de niños y adultos
("el insulto es una de las excepciones que nos brinda la civilización"),
asombrarse ante la risa, las letras de las canciones,
la manía por opinar, la paranoia de la escolaridad,
reflexionar sobre la posteridad,
lo relativa que es la libertad de expresión
y, claro, el arte de escribir,
son sólo algunas de las materias
que Merino aborda con observaciones
extravagantemente originales, certeras,
de tanto en tanto curiosas y paradójicas.
 
En busca... carece de un centro unificador,
aunque hay obsesiones y compulsiones que se reiteran:
la televisión, la infancia, el cine, las revistas y diarios antiguos,
los libros, la historia.
 
De un sonsonete popular, Merino pasa
a La Bruyère, Tácito, Marco Aurelio,
Pound, Benjamin, Hofmannsthal,
Joyce, Raymond Roussel,
sin contar con los novelistas
y toda clase de autores chilenos citados por doquier.
 
Uno tiene derecho a preguntarse
si los lectores de estos breves ensayos
quedarán en la luna ante tamaña erudición,
desplegada página por medio.
 
Ese peligro es inexistente,
porque si bien la mayoría
de los consumidores de rotativos
desconoce quién es T. S. Eliot,
Merino habla de él
a propósito de los límites que deben existir
cuando se investiga
la vida privada de los creadores famosos.
 
En busca... parece concebido
como fruto de la inspiración fugaz,
pero ésa es una impresión superficial.
 
Detrás de la aparente fluidez
 y naturalidad, de la frase cautivante,
hay horas, días, semanas
de trabajo con el lenguaje; de alguna manera,
Merino da cuenta de este arduo proceso
en numerosos trabajos de este volumen.
 
El problema de él reside en la dispersión
y, de modo inevitable, en los límites impuestos
 a esta clase de comentarios,
que no pueden sobrepasar el espacio asignado.
 
Así, cuando una nota comienza a interesarnos,
se corta bruscamente o termina como una interrogante.
 
Merino se debe sentir mucho más a sus anchas
en el relato de mayor extensión y por eso,
En busca..., pese a sus innegables méritos, deja gusto a poco.
 
Roberto Merino
 
Nació en Santiago en 1961 y ha trabajado
en diversos medios de comunicación
fundamentalmente como cronista.
 
Estos textos han sido recopilados
en los volúmenes Santiago de memoria
y Horas perdidas en las calles de Santiago.
 
 Además, ha publicado los libros de poesía
Transmigración y Melancolía artifical
y la Antología del humor literario chileno.
 
En busca del loro atrofiado
Roberto Merino.
J. C. Sáez Editor.
Santiago, 2005, 188 páginas.

La cultura del ruido

Jorge Edwards
[Diario La Segunda, Viernes  29 de Julio de 2005]
 
Tengo bastante suerte.
Vivo en el sector del cerro Santa Lucía,
a una relativa distancia del Parque Forestal.
 
En las mañanas de los domingos
escucho un tam tam lejano,
apagado por la distancia.
 
Si estuviera más cerca del Parque,
para mi desgracia, no podría leer,
ni escribir, ni escuchar música.
Ni siquiera pensar.
Para no hablar de alguna siesta reparadora.
 
Tendría que bajar a la calle
y unirme a la pretendida fiesta juvenil,
tomar botellones de cerveza,
fumar yerbas pestilentes,
derramar pócimas de contenido dudoso
encima de la estatua de Rebeca Matte,
en las alas mismas del ángel caído,
a un ritmo de rock estridente,
o partir en busca de algún exilio silencioso.
 
A veces pienso que el silencio
se va a terminar en el mundo
y que entonces sonará la hora de mi suicidio,
aun cuando soy la persona menos suicida
que alguien se pueda imaginar.
 
Pero la tortura del ruido es superior a mis fuerzas,
y creo, con toda honestidad,
que es superior a las fuerzas humanas.
 
Las autoridades actuales,
sin distinción de ideologías, por lo visto,
sostienen, o pretenden sostener,
que se trata de actividades sanas,
de eventos de cultura.
 
Sería, entonces, la cultura del ruido,
y soy capaz de formar un movimiento en contra,
de organizar protestas en gran escala.
 
Porque la cultura del ruido
es una forma actual de la incultura,
incluso de la barbarie.
 
Si las autoridades
nos imponen eventos
de esta especie primaria,
contaminadora, en nombre de la cultura,
quiere decir que nos tratan de pasar gato por liebre.
 
Son gatos anticulturales, arestinientos, chillones, apestados.
 
No es que me oponga
a los conciertos de música popular
en estadios, en salas adecuadas,
en islas desiertas.
 
Pero una ciudad está hecha de barrios,
de costumbres, de sectores particulares, de formas de vida.
 
Y si las autoridades urbanas no lo entienden, estamos mal.
 
Me imagino un porvenir negro, siniestro,
en el que se retire la basura cada tres días,
en que los guarenes hagan su agosto,
en que los bocinazos, gran especialidad chilena,
se multipliquen en las calles,
y en que todo se haga
con fondo de chillidos y de música electrónica.
 
¿Qué piensan ustedes?
¿O no piensan nada, o están dispuestos a someterse?
 
Me acuerdo ahora de algunos viejos rabiosos de mi juventud:
viejos que arremetían a bastonazos
contra los adolescentes ciclistas
que pasaban con sus bicicletas demasiado cerca de ellos.
 
Pude ser alguno de esos adolescentes ciclistas,
pero entiendo ahora las amenazas del bastón.
 
¿Será que me he convertido en otro viejo rabioso?
 
Voy a tratar de explicar aquí el espíritu del Parque Forestal,
el espíritu que tuvo y que podría seguir teniendo.
 
Yo vivía en la Alameda frente al cerro Santa Lucía
y caminaba por el Parque
hasta la Escuela de Derecho de la calle Pío Nono.
 
He visto a medio Chile caminar por el Parque,
y el solo hecho de haber visto a esta mitad del país
caminar por ese lugar es un misterio,
un milagro de la memoria, un bien intangible
y que habría que respetar.
 
Estamos hechos de estos bienes intangibles,
de misterios, de apariciones.
 
El viejo que nos amenazaba con su bastón,
por ejemplo, era don Luis Orrego Luco,
el autor de Casa Grande.
 
Sólo veíamos a un anciano cascarrabias,
pero después, con el paso del tiempo,
entendíamos otras cosas.
 
Y ocurre que toda maduración,
todo paso a un conocimiento más rico,
opera por vías parecidas, no previstas.
 
En el Parque Forestal
recuerdo también a don Arturo Alessandri Palma,
con su bastón grueso a la espalda,
a muchos de sus hijos, a Pedro Prado,
a Jaime Eyzaguirre, a Luis Oyarzún Peña,
a Roberto Humeres de abrigo largo
y sombrero enhuinchado, a tantos otros.
 
Misiá Marie Louise Edwards,
que vivía en una casa inglesa
de la parte sur poniente,
pasaba por los senderos centrales
a tranco largo, sin detenerse,
como si la caminata fuera un rito sagrado.
 
 Y a veces, detrás de los arbustos,
llegaba el Loco Marín
con sus banderas y sus estandartes,
empeñado en organizar
algún congreso mundial de jefes de Estado.
 
Para mi generación,
bautizada en alguna oportunidad
como generación del cincuenta,
el Parque Forestal fue un espacio esencial,
un lugar de reflexión, de encuentro,
de aventura, un centro único.
 
Por ahí llegaban las musas,
echaban una mirada indirecta y se perdían.
 
Enrique Lihn estudiaba en la Escuela de Bellas Artes
y paseaba por el Parque con un paso inconfundible,
desastrado, leyendo libros mal encuadernados,
rayados, llenos de páginas sueltas.
 
El desorden de los libros era como el desorden de la vida misma.
 
Enrique leía a Rainer Maria Rilke,
a Martín Heidegger,
a Kafka, a Jorge Luis Borges.
 
También leía, si ahora no me equivoco,
el Gaspard de la nuit, de Aloysius Bertrand,
y el Grand Maulnes, de Alain Fournier.
 
Eran lecturas que marcaban,
que establecían una diferencia.
 
Si uno leía a Alain Fournier o a Franz Kafka,
ya no tenía nada que ver con el mundo
de Mariano Latorre, de María Flora Yáñez,
de las academias de la época.
 
Uno pasaba a integrarse
a unos grupos misteriosos
que se daban cita en los bancos del Parque,
en las cercanías del Bellas Artes,
cerca de arbustos determinados,
y donde acudían musas espléndidas
y escritores que nunca habían publicado
y que nunca publicarían ni una sola línea,
pero que eran capaces de contar
sus libros virtuales, imaginarios,
inexistentes, en largas veladas.
 
Creo que a esa categoría pertenecían
el poeta Eduardo Molina
y el bibliófilo Jorge Sanhueza,
más conocido como el Keke Sanhueza.
 
¡Cuántas historias del Keke,
cuántos inventos del poeta Molina,
cuántas discusiones barrocas
entre Lucho Oyarzún y Roberto Humeres!
 
De ahí pasábamos algunas veces,
cuando alguien tenía un poco de plata,
al Club Alemán de la calle Esmeralda,
en cuya entrada había un busto de Mozart
pintarrajeado, de bigotes,
con la cabeza atiborrada de sombreros,
o a un boliche de mala muerte
que se encontraba en el fondo de la Casa Colorada.
 
Me acuerdo de que los músicos
también paseaban por el Parque Forestal,
confundidos con los profesores de derecho.
 
Hablo de don Domingo Santa Cruz, de Juan Orrego Salas,
de Gustavo Becerra, del maestro Armando Carvajal y de Blanca Hauser.
 
No era imposible que Acario Cotapos
también apareciera por esos lados,
y hasta don Alfonso Leng,
silencioso y un poco misterioso.
 
Los músicos caminaban casi siempre despacio,
con la posible excepción de Gustavo Becerra,
y los juristas solían avanzar a tranco firme para llegar a sus clases.
 
El profesor de caminar más lento
era Gabriel Amunátegui, especialista en Derecho
y creo que en Historia Constitucionales.
 
Don Gabriel frecuentaba los bares
de los alrededores de la Plaza de Armas,
la Bahía, el Capri, y llegaba
con los grandes bolsillos del abrigo
atestados de papeles y de diarios.
 
Había un desconocido, entretanto,
 que bajaba a paso lento, vestido de negro,
pálido de cara como la muerte,
y nosotros decíamos que era Charles Baudelaire
en su reencarnación santiaguina.
 
Entre las lecturas obligatorias de aquellos años
figuraban Las flores del mal,
además de las obras de Jean-Arthur Rimbaud,
de Stéphane Mallarmé,
de los jóvenes Jean-Paul Sartre y Albert Camus.
 
Después se escuchó hablar en los senderos del Parque
de autores algo diferentes,
de William Faulkner y hasta de Truman Capote.
 
Y Claudio Giaconi, asiduo del Parque Forestal,
figura que parecía desprenderse de la niebla
y avanzar hacia nosotros, declaró en una oportunidad,
con la mayor soltura, sin complejos de ninguna especie,
que el Faulkner chileno era él.
 
No sé si todo esto es un mito, una fantasía del pasado,
y si tampoco sé si el espíritu de las ciudades puede salvarse.
 
De hecho, la gente partió a otros barrios, emigró a otros países,
y sentí en alguno de mis regresos que todas esas cosas habían muerto.
 
Siempre me impresionó en París, por ejemplo,
el culto del silencio, del descanso
o de la concentración de los otros,
y el culto del ruido me impresiona
en Santiago desde hace décadas.
 
En el último de los conciertos roqueros que me tocó observar,
habían puesto una enorme tarima frente a la entrada del Bellas Artes.
 
Era una verdadera afrenta,
y entrar a visitar la exposición de Rodin,
que ya se encuentra en sus últimos días, resultaba difícil.
 
Además, todo el despliegue, la perturbación,
la contaminación general, se hacían en beneficio
de tres o cuatro docenas de espectadores
que comían empanadas y que tenían caras de aburridos.
 
Terminaré con una anécdota sobre el curso francés del silencio.
 
En los años sesenta, el joven Mario Vargas Llosa
escribía la primera versión de La casa verde, su segunda novela,
en un pequeño departamento de la rue de Tournon, en pleno Barrio Latino,
a poca distancia del Senado y de los jardines del Luxemburgo.
 
Con frecuencia aporreaba su vieja máquina de escribir
hasta pasadas las diez de la noche.
 
Entonces, con la puntualidad de un reloj,
escuchaba unos feroces bastonazos de advertencia
que le golpeaban el techo desde el departamento de arriba.
 
Era la viuda del famoso actor Gérard Phillipe, fallecido hacía poco.
 
La viuda admitía el ruido civilizado de las teclas
hasta las diez en punto y sabía, por lo demás,
que se trataba de un joven escritor originario de un país remoto,
pero a partir del minuto en que sonaban las diez
reclamaba su derecho sagrado al silencio y al descanso.
 
Nuestras autoridades edilicias y administrativas
habrían instalado un escenario frente al palacio del Luxemburgo,
de la época de Enrique IV y de María de Médicis,
y habrían lanzado los tam tam de la selva a los cuatro puntos cardinales.
 
Es probable, claro está,
que hubieran sido ajusticiados
en la guillotina, y muy merecidamente.

De Tiziano a Warhol - Escritos sobre arte de Adolfo Couve

por Gonzalo Millán
[Diario El Mercurio, Revista de Libros, viernes 29 de julio de 2005]
 
Escritos sobre arte recopila ensayos
sobre algunos pintores, esculturas y cuadros famosos:
Tiziano, "La ronda nocturna" de Rembrandt, "El Perseo" de Cellini,
"El Retrato de León X" de Rafael, "Las Meninas" de Velázquez,
"La Gioconda" de Leonardo, la estatuaria ecuestre del Renacimiento,
una breve opinión sobre Warhol, y algunas notas sobre el pintor
chileno Pablo Burchard.
 
El volumen añade consideraciones sobre la crisis de la pintura,
a partir de su propia novela La lección de pintura (1979),
y dos prólogos: uno del reciente Premio Nacional de Arte Gonzalo Díaz,
quien fue su alumno, ayudante y amigo, y otro del crítico Guillermo Machuca,
quien asistió también a sus clases en la Escuela de Bellas Artes
de la Universidad de Chile.
 
Los ensayos de Couve fueron redactados a partir del año 1976
en un periodo en el cual había abandonado temporalmente la pintura por
la escritura
- lapso que duró unos diez años- , y se publicaron en el entonces
Suplemento Cultural de "El Mercurio" y después
en la revista universitaria "El Arco y La Lira".
 
Estas lecciones fueron utilizadas como bibliografía
para sus clases de Estética y Teoría del Arte,
y aún conservan un tono didáctico, apasionado y rotundo,
aunque hoy puedan ser leídas con interés y placer
como si fueran el discurso experto
de un guía conocedor por el Museo de la Pintura Eterna.
 
Estos textos tienen además un interés adicional
ya que Adolfo Couve, el pintor imparcial y el narrador objetivo,
revela su subjetividad opinando libremente
sobre pintura al exponer sus gustos y disgustos,
admiraciones y rechazos.
 
Considero también que la experiencia de Couve
con los maestros antiguos no representa solamente
un comentario teórico, erudito y de especialista,
desligado de su creación, sino que se constituye
en un aporte imprescindible para el esclarecimiento
y profundización tanto de su obra narrativa como pictórica.
 
Por ejemplo, en su lectura de "La ronda nocturna" de Rembrandt,
encontramos una importante fuente para la comprensión
no solo técnica sino simbólica del claroscuro en sus narraciones.
 
En su novela El tren de cuerda (1976),
el autor contrasta el interior de una casa oscura
con una naturaleza luminosa.
 
En una de sus novelas más celebradas,
La comedia del arte (1995), el protagonista,
el pintor Camondo, en una escena instruye
a su modelo Marieta sobre los tres valores del claroscuro:
luz, sombra y media tinta, relacionándolos
con La Divina Comedia del Dante,
y atribuyendo a cada uno
los valores de paraíso, purgatorio e infierno.
 
El problema del claroscuro interpretado
en forma tradicional como el antagonismo metafísico
entre el bien y el mal, el día y la noche, la vida y la muerte,
no representaría solo una clave formal dentro de su obra,
sino que sería, como fue señalado por el sacerdote
(ex compañero de curso en los Jesuitas)
que celebró el servicio fúnebre del artista suicida en 1998,
como el debate moral de toda su vida.
 
Otro ejemplo de sus Escritos sobre arte
que nos permite profundizar en sus cuentos y novelas
es su lectura del "Perseo" de Cellini.
 
En El pasaje, a mi entender la mejor narración de Couve,
aparece la escultura citada en abismo
como una de las láminas del álbum famoso
en la década de los sesenta, "Bellezas de Italia" de Ambrosoli.
 
La miniaturización lleva a plantear una analogía
entre Couve y el maestro italiano
pues ambos son cinceladores,
maestros de la reticencia formal
(es decir de la simplicidad sugerente),
artífices del fragmento.
 
Las historias y pinturas de Adolfo Couve
son óperas reducidas y laboriosas,
hechas a escala, con figuras
que parecen juguetes y muñecos de teatro de títeres.
 
Por otra parte, en este mismo texto
se puede apreciar el debate ético subyacente
en la creación de Couve,
debate que contrapone la belleza al pecado,
asumiendo que ésta no puede redimir el mal.
 
(Recordemos que él siempre afirmaba
"la belleza es poca cosa").
 
Es preciso remitirse a Vita,
la autobiografía del escandaloso Cellini,
para descubrir a qué se refería Couve en detalle.
 
El último texto de Escritos sobre arte, "Burchard",
compuesto por textos breves de corte lírico
que acompañaron una antología temática
de reproducciones de Pablo Burchard
en un volumen de homenaje de 1966,
 junto con el libro de prosas poéticas Alamiro (1965),
me llevan a sostener la hipótesis
que además del Couve pintor y narrador
existiría el Couve poeta.
 
Alamiro, la biografía de un niño nacido
en un cerro de Valparaíso,
fue un notable libro poético
publicado en la década de los sesenta,
con prólogo del poeta José Miguel Vicuña,
omitido hasta el día de hoy por la crítica.
 
Persiste todavía en mi memoria este fragmento:
 
"En la caseta de un medidor de gas
dejé mi primera carta de amor.
Al día siguiente en el mío encontré la respuesta.
'Bésame como artista de cine' ".
 
La veta poética recorre toda la pintura y la narrativa de Couve,
como podemos apreciar en estos ejemplos escogidos al azar.
 
Cito de Balneario esta comparación:
 "La alfombra gastada como un jardín sin riego".
 
Y de El pasaje: "varias personas se introdujeron en sus casas,
como bolas de billar en las troneras", y en la misma novela,
la descripción del patio junto a la escalera:
"Sin embargo, allí donde nunca un rayo de sol
encendió vivos colores ni destacó finos materiales,
una riqueza mayor se lograba,
como si ese tamiz que era el patio,
destinado a iluminar sólo la miseria,
premiara ese recinto,
imprimiendo a cada objeto del pasillo,
a los viejos utensilios,
la loza, el pan que ahí se guardaba,
los implementos del aseo
y numerosos tiestos y macetas,
un peso, una calidad y una presencia casi sagrada".
 
De acuerdo con mi propuesta, Adolfo Couve,
como el marinero de trapo del niño de su novela
La lección de pintura, tendría tres caras:
la del muñeco que llora, la del muñeco que ríe,
y la del muñeco que duerme y sueña con los ojos cerrados.
 
Gonzalo Millán
 
Escritos sobre arte
Adolfo Couve.
Edición a cargo de Paz Balmaceda.
Ediciones Universidad Diego Portales,
Santiago, 2005, 75 páginas.

COLAPSO

Jared Diamond:
Adiós, mundo cruel
por Marcelo Somarriva Q.
[DIario El Mercurio, Artes & Letras, Domingo 31 de julio de 2005]
 
 
El célebre doctor y escritor en plena faena de monitoreo ambiental en
la selva de Nueva Guinea donde ha dirigido
más de 19 expediciones científicas de distinto carácter .
 
El biólogo Jared Diamond es un fenómeno
en las listas de libros más vendidos.
 
Su ultimo libro, "Colapso", es una llamada de alerta.
El mundo muy pronto dejará de ser como era.
 
.................
 
Cuando el explorador holandés
Jacob Roggeveen llegó a la isla de Rapa Nui
un día de Pascua de Resurrección de 1722
se sorprendió de la fragilidad de las canoas de los isleños,
que apenas lograban mantenerse a flote.
 
Su sorpresa aumentó cuando estuvo frente
a unas curiosas esculturas de piedra
cuya enormidad y solidez
contrastaban dramáticamente
con la precariedad de las canoas.
 
¿Cómo era posible -se preguntó-,
que esta gente que apenas tenía
con qué construir sus balsas
hubiera levantado moles tan grandes?
 
Desde la distancia, a Roggeveen y a su gente
les pareció que la isla estaba cubierta de arena.
 
Una vez en tierra observaron que lo que parecía arena
era pasto seco y vegetación calcinada.
 
La isla, sin embargo, no siempre tuvo este aspecto desértico.
 
A la llegada de los primeros habitantes
-probablemente alrededor del año 900 de nuestra era-,
la isla era un bosque subtropical formado
por árboles altos y arbustos leñosos.
 
La isla está situada bastante más hacia el este
de las demás que forman la Polinesia,
y sus habitantes -que habrían bordeado los 15 mil individuos-
permanecieron en el más completo aislamiento
hasta la llegada de los europeos.
 
 Tal como se corta una torta redonda,
la isla -que no es redonda-
se dividió en una docena de pedazos,
cada uno perteneciente a un clan o grupo de linaje,
con su jefe y sus recursos naturales.
 
Cada territorio construyó también
plataformas ceremoniales
sobre las que montaron altas estatuas
de varias toneladas de peso.
 
Se trataba de los famosos moais.
Los clanes competían pacíficamente entre sí
construyendo plataformas y estatuas
cada vez más grandes,
pero la competencia fue estrechándose
y terminó por volverse ferozmente violenta.
 
Construir estas estatuas y sus plataformas
requería de un considerable esfuerzo.
 
Un gasto de tiempo y energía
que los jefes subvencionaron
alimentando a los trabajadores
con los excedentes de comida
producidos en sus plantaciones
y encantando sus mentes
con promesas de redención y abundancia.
 
El aislamiento en que vivían,
el relieve relativamente plano de la isla
y las particularidades de la roca volcánica
para ser labrada permitieron cierta integración
dentro de la isla en torno a la construcción de los moais.
 
No se sabe con exactitud cómo trasladaron
y levantaron esas enormes piedras.
 
Pero hay evidencias de que la isla
estuvo poblada por una variante de palma,
similar a la palma chilena, pero más grande,
que les habría proporcionado a los isleños
los medios necesarios para trasladar y erguir las estatuas.
 
Además de las palmas, se ha confirmado
la existencia de al menos 21 variedades
de vegetales que habrían sido utilizados
por los antiguos pascuenses.
 
Hacia el año 1400 la isla había alcanzado
un grado de deforestación alarmante,
que sin embargo no impidió a los isleños
proseguir con su carrera.
 
A comienzos del siglo XVIII,
los europeos se encontraron
con una isla casi desierta
y poblada por escasos isleños famélicos.
 
"Colapso"
 
La historia de la tragedia de Isla de Pascua
es uno de los casos expuestos por Jared Diamond
en su último libro "Collapse" (Viking 2005).
 
Diamond es un biólogo y fisiólogo evolutivo,
profesor de biogeografía en la Universidad de California,
que en los últimos años se ha convertido
en una celebridad literaria mundial
por el éxito de sus libros de divulgación científica.
 
"Armas, gérmenes y acero" (Debate, 1998),
su obra anterior, ha vendido más de un millón de ejemplares
y sigue todavía, varios años después de su publicación,
entre los libros más vendidos de no ficción
-algo absolutamente inédito
tratándose de un libro que no promete fórmulas
para bajar de peso o enriquecerse más rápido.
 
A Jared Diamond le gustan hacer preguntas gigantes
y responderlas en libros extensos donde convergen la biología -junto a
una amplia gama de ciencias auxiliares- y la historia.
 
Si en "Armas, gérmenes y acero" trató de responder
¿por qué los pueblos de Europa y Asia Menor conquistaron, desplazaron
o diezmaron a las poblaciones autóctonas
de América, Australia y África, y no a la inversa?",
en su último libro la pregunta es
¿por qué algunas sociedades eligen fracasar o triunfar?
 
Una pregunta que a su vez se multiplica
en más inquietudes como las siguientes:
¿cómo es que algunas sociedades
toman decisiones equivocadas
que las llevan a un colapso ambiental y social,
y otras toman decisiones correctas que les permiten subsistir?
 
¿Qué hizo a algunas de estas sociedades
especialmente vulnerables?
 
¿Cuáles fueron los procesos por los cuales
cometieron un suicidio ecológico?
 
¿Por qué algunas sociedades no se dieron cuenta
de los problemas en los que se metían?
 
De alguna forma, "Colapso"
es un reverso de su antecesor,
que seguía la trayectoria victoriosa
de una parte del mundo sobre la otra.
 
Este sigue los derroteros que pueden llevarla al fracaso.
 
"Ecocidio"
 
Según Diamond, la Isla de Pascua
es el ejemplo más extremo de deforestación del mundo.
 
Los pascuenses no sólo vieron
cómo desaparecían los bosques,
sino que también terminaron
por extinguir sus especies.
 
Agotaron sus recursos para construir canoas,
utensilios, viviendas e incluso sus medios
para abrigarse y cocinar.
 
La deforestación produjo la erosión
total del suelo, por la lluvia y el viento.
 
Todo partió con hambrunas,
para seguir luego con enfrentamientos
entre pobladores y terminar en canibalismo.
 
Cuenta Diamond que un insulto
particularmente irritante entre pascuenses era decirle a otro: "Tengo
carne de tu madre entre mis dientes".
 
¿Qué pasaba por la mente del pascuense
que derribó el último árbol de su isla?
 
Diamond aplicó una pregunta semejante
a ésta en cada uno de los distintos casos
de sociedades históricas y contemporáneas
que estudió en su libro.
 
Lo que equivale a preguntarse
¿cuán seguido los humanos
deterioran su medio ambiente
de manera deliberada,
o conociendo sus consecuencias?
 
Los pascuenses no fueron más brutos
que el resto de sus vecinos del Pacífico,
que talaron sus bosques con igual entusiasmo.
 
El problema de los pascuenses surgió
de la interacción entre lo que hacían
y el lugar donde vivían;
un medio ambiente donde concurrieron
variables tales que lo hicieron
más sensible a la deforestación.
 
Sin ir más lejos, sería uno
de los ambientes más frágiles del mundo.
 
Según Diamond, los procesos
por los cuales las sociedades del pasado
dañaron su ecosistema deteriorándose a sí mismas
caben en ocho categorías:
la deforestación y destrucción del hábitat natural;
el agotamiento del suelo;
los problemas de administración de aguas;
el exceso de caza, el exceso de pesca;
los efectos de especies introducidas en las especies nativas;
el aumento de la población humana
y el aumento del impacto "per cápita"
de la gente sobre el medio ambiente.
 
Según este libro, los colapsos de sociedades antiguas
como los Anasazi -los "ancestros"
de los indios pueblo en Nuevo México-
los mayas de la época clásica, los pascuenses,
los habitantes de las islas Pitcairn
y los vikingos en Groenlandia e Islandia
avanzaron por estos caminos de manera semejante
al punto de constituir variaciones sobre un mismo tema
que, invariablemente los llevaron a un callejón sin salida.
 
Admitamos que Diamond eligió bien sus sociedades antiguas.
 
Se trata de civilizaciones cuya desaparición
ha estado siempre rodeada
de un aura de "misterio sin resolver"
y que tienen un espacio ganado en la imaginación popular.
 
A estos ocho problemas ambientales históricos
se añaden otros cuatro problemas actuales:
el cambio climático ocasionado por el hombre,
la emisión de químicos tóxicos,
la escasez energética
y la total utilización del hombre
de la capacidad fotosintética del planeta.
 
Entre las sociedades contemporáneas elegidas por Diamond
se encuentran Ruanda, Haití y República Dominicana -
sacando la cara por el tercer mundo-,
y Montana, Australia y China,
como para demostrar que los ricos también lloran.
 
Cuando Diamond habla de "colapso",
no se refiere a un Apocalipsis total,
sino "tan sólo" -las comillas son suyas- a un futuro
con "condiciones de vida significativamente inferiores",
"riesgos crónicamente más elevados"
y a la "destrucción de algunos
de nuestros valores más preciados".
 
Por esto último, Diamond se refiere
al abandono de ciertas costumbres
muy arraigadas y preciadas por una comunidad,
como sería la ganadería a la inglesa
sostenida por los australianos en sus erosionadas tierras.
 
No por mucho tiempo más, según augura Diamond.
 
Comparaciones
 
Tal como lo hizo en "Armas, gérmenes y acero",
Diamond aplica en este libro un método comparativo
o lo que llama "el experimento natural",
de manera de poder así poner en un tablero
a las sociedades del pasado junto a las modernas
y ver la forma cómo ambas han enfrentado
la solución de sus problemas.
 
Es en este despliegue de comparaciones,
a través del tiempo y a lo ancho del mundo,
donde "Colapso" adquiere todo su brillo.
 
Diamond maneja toneladas de información
y la mayor parte del tiempo contempla los problemas
de las distintas sociedades desde una perspectiva compleja.
 
Su propósito al dividir el libro
entre sociedades antiguas y modernas
es indagar en las soluciones que triunfaron en el pasado
y las lecciones que podemos extraer de ellas.
 
No se trata de buscar recetas
para solucionar los problemas del presente,
ya que Diamond advierte
que somos diferentes de los antiguos
gracias a algunos aspectos
que nos ponen a salvo de los riesgos
que corrieron como nuestra poderosa tecnología
-en sus efectos benéficos-, la globalización,
la medicina moderna y un mayor conocimiento
de las sociedades del pasado y las modernas más lejanas.
 
Pero también nos diferenciamos de las sociedades del pasado
en aspectos que nos ponen en mayor riesgo que ellas
y otra vez encontramos nuestra potente tecnología
-en su dimensión negativa-, la globalización -
que interconecta los colapsos-,
la dependencia de millones en la medicina moderna
y cada vez más población.
 
Después de la publicación
de "Armas, gérmenes y acero"
Jared Diamond fue acusado
de ser un determinista ambiental.
 
Ahora ha salido al paso de esta crítica
y admite que no conoce ni un solo caso de sociedad
cuyo colapso pueda atribuirse
exclusivamente a daños ambientales.
 
Siempre hay otros factores que contribuyen,
y en "Colapso" recalca que el destino de una sociedad
descansa en sus propias manos, en sus propias opciones.
 
En este empeño, Diamond confeccionó
un marco de teórico con cinco puntas,
cinco de posibles factores a considerar
cuando se trata de entender cualquier colapso ambiental,
que aplicó a todas las sociedades que estudió.
 
Cada punta corresponde a cinco conjuntos de factores:
primero está el daño que la gente
inadvertidamente produce en su propio ambiente,
que variará según sus condiciones
y las características de la gente;
el cambio climático;
el aumento de la hostilidad con los enemigos vecinos;
la disminución de la cooperación con los vecinos amigos -eventuales
socios comerciales y la respuesta
de la sociedad a todos estos problemas.
 
Estas respuestas dependerán
en sus instituciones políticas, económicas y sociales.
 
En el caso de Pascua, por razones de aislamiento
no hubo enemigos ni socios,
pero concurren los elementos restantes.
 
Para Diamond, los paralelos entre Pascua
y el mundo moderno son escalofriantemente evidentes.
 
Gracias a la globalización,
el comercio internacional,
los aviones a chorro e internet,
todos los países de la Tierra
comparten recursos
y se afectan mutuamente,
tal como lo hicieron los clanes de la Isla,
que estaba tan aislada en el Océano
como hoy lo está la Tierra en el espacio.
 
Cuando los isleños cayeron en problemas,
no tuvieron dónde ir y nadie pudo ayudarlos.
 
Lo mismo nos pasará a los terrícolas
si nuestros problemas persisten.
 
Según Diamond, la isla sería una metáfora
del peor escenario posible
que se encuentra esperándonos en el futuro.
 
Ambientalismo
 
Más allá de la validez de las comparaciones
que puedan hacerse entre la isla y el planeta,
no está de más recordar que el país más cercano
 a esa moraleja ambiental que es Pascua es Chile;
de hecho, la isla es territorio chileno
y los pascuenses de esta lección
serían, al menos hipotéticamente,
ancestros de ciudadanos chilenos.
 
Este notable libro de Jared Diamond
no es un mero ejercicio retórico
de semejanzas y diferencias
entre un pasado misterioso
y un presente más bien trágico,
sino que está cargado de premoniciones,
advertencias y recomendaciones prácticas
que no estaría de más conocer, sino atender.
 
La agenda noticiosa chilena de este año
ha estado lo suficientemente ambientalista
-entre los cisnes de cuello negro de Celco,
los glaciares que pretende trasladar
la minera Barrick Gold
y el Santuario Natural de Douglas Tompkins-
como para pensarlo.
 
Diamond sostiene que el mundo
se encuentra ante dos caballos
que corren "una carrera
a una velocidad acelerada exponencialmente".
 
Cuando dice acelerada se refiere
a que la carrera va cada vez más rápido,
y por aceleración exponencial dice
que lo hace a la manera de una reacción nuclear.
 
Un caballo sería el desarrollo
de más y más problemas ambientales;
el otro caballo sería el desarrollo
de la preocupación por el medio ambiente a nivel público
y la implementación de las medidas privadas
y gubernamentales en su defensa.
 
Los caballos aceleran de la misma forma
y Jared Diamond se pregunta:
"¿Cúal de los dos ganará la carrera?".
 
El doctor del millón de libros
 
Jared Diamond nació en 1937
y desde muy joven se aficionó
a la ornitología y al estudio del medio ambiente.
 
Se tituló en Harvard en 1958
y luego se doctoró en Cambridge en 1961.
 
Gran parte de sus investigaciones
las ha efectuado en Nueva Guinea y las islas aledañas.
 
Donde también ha hecho consultorías a industrias
y plantas de extracción de minerales
lo que le ha permitido conocer de cerca el mundo empresarial.
 
Es autor de 8 libros y 577 artículos.
 
En 1992 publicó su libro The Third Chimpanzee,
que recibió el Science Book Prize en Inglaterra
y el L A Times Science Book Prize.
 
Su obra más célebre "Armas, Gérmenes y Acero"
recibió media docena de premios,
entre ellos el Pulitzer Prize en 1998.
 
Incluso el ex presidente Clinton
lo llevó a "Martha's Vineyard"
para leerlo en sus vacaciones de 1999 .
 
Diamond es miembro de la Academia de Ciencias,
La sociedad Américana de Filosofía,
la Academia Americana de Artes y Ciencias.
 
Ha recibido decenas de premios
por su labor de investigación
y defensa del medio ambiente.
 
Ficha
 
Collapse
Jared Diamond
Viking Press, 2005
550 páginas

EL GUATÓN COPIÓN

El guatón copión
por Miguel Laborde
[Diario El Mercurio, Domingo 10 de julio de 2005]
 
 
Si uno mira la mitad vacía del vaso,
se puede reír de la imitación de ciudades que refleja Santiago,
de los futbolistas que a los dos o tres meses
de jugar en Argentina o España
ya están hablando con otro acento,
o del país completo que llevaría ese signo
desde su nacimiento legal y simbólico: "Copia feliz del Edén".
 
Chile tendría así la vocación de copiar, de imitar,
de mimetizarse en otra cosa diferente a lo que es.
 
Pero cabe la posibilidad de que ésa sea su identidad.
 
Que eso es lo que es.
 
Tras la muerte de Roberto Bolaño,
y en especial en relación a su novela "2666",
se ha comentado en España
su espectacular capacidad
para representar distintos lugares del mundo,
culturas diferentes, así como personajes
de las más distintas nacionalidades.
 
Roberto Bolaño hace lo mismo que los futbolistas: se mimetiza.
Curiosea, se interesa, observa y se mete en la piel del otro.
Es un don, humanista por lo demás, y muy chileno.
 
Notables son los apodos en Chile,
hijos de esa capacidad de observar
y apuntar a lo esencial del otro
y resumirlo en dos o tres palabras.
 
La lectura de diarios, las horas de radio,
de televisión, son altísimas en Chile.
 
Aunque a primera vista se opongan al bajo consumo cultural,
lo cierto es que son un modo cultural propio.
 
También le sirven para ese asomarse al otro.
 
En Europa o Estados Unidos uno puede sufrir con los medios locales.
 
Salvo dos o tres de alcance nacional,
el resto se dedica a la provincia,
la región, son autorreferentes.
 
Y ahí uno se da cuenta de que Chile
siempre está auscultando el mundo,
atento a los signos de los tiempos.
 
China, hoy por hoy, es tema obligado...
 
Uno visita pueblos de América Latina, recónditos,
donde nadie sabe el nombre del Presidente de su país.
 
En Chile, vía diarios, radio y televisión, no sucede lo mismo.
 
Por supuesto, Santiago también es reflejo
de esa capacidad de mirar otras ciudades y de ponerse en su piel.
 
Y no es que no tenga identidad o que le falte color local.
 
Por el contrario, es el mejor reflejo de las búsquedas
del mundo occidental de los últimos dos siglos y medio;
 tiene huellas, trozos de cada una de ellas.
 
Es una ciudad de rincones,
como las que hacen en Disneyworld
para recorrer el mundo en pocas cuadras.
 
No deja de ser cansador, vivir de esa manera.
Siempre alerta y atento a lo que hace el otro.
 
El santiaguino llega cansado a su casa,
luego de un largo día
que comenzó en el Metro mirando a otros.
 
Se merece un descanso,
ve algo de la teleserie, las noticias, un reality;
pero no descansa, sigue en la misma,
observando y comentando
qué hacen otros hasta quedarse dormido.

Para vivir en Chile... (DIEGO MAQUIEIRA)

hay que mantener una sólida mediocridad
para que la estupidez tenga un éxito permanente...
 
...estoy pensando hacer un tratado
sobre la envidia, otro sobre el resentimiento
y otro sobre la cobardía:
Las grandes virtudes nacionales...
 
Alguien dijo, no sé si fue Góngora,
que Chile era la cultura del resentimiento, del rencor.
[En otro lado se grafica el resentimiento
como una persona que ingiere veneno
esperando que el otro, al que resiente, muera...]
 
Hay resentimiento de todo tipo,
intelectual, moral, social, amoroso.
 
Es un país que no se expresa,
siempre te piden "por favor señor, explíquese",
nadie te dice "por favor señor, exprésese".
 
La gente no sabe combatir
porque, en lugar de sangrar,
se gangrena al más mínimo pinchazo.
Y ya es tarde para podar, ahí hay que amputar...
 
La naturaleza de Chile es más fuerte que su historia.
 
Exacto, porque naturaleza sobra,
lo que falta es historia.
Éste es un país enemigo de la memoria,
tiene muy mala memoria, sabemos eso.
 
Chile siempre ha tenido una tendencia enorme
a inventar las reglas del juego antes de inventar el juego...
 
Siempre me ha molestado
la idea de Proyecto País, que se usa mucho.
¿Vamos a cumplir doscientos años de vida independiente
y todavía seguimos en calidad de proyecto?
 
'...lo que bota la ola es lo único que salva, al menos acá...'
 
[Alfredo Jocelyn-Holt escribió
en uno de los tomos de su 'Historia General de Chile'
algo que sintoniza con lo dicho inmediatamente
arriba por Diego Maquieira: 'acá se viene a naufragar...']
 
Vivimos en la contracción de nuestro paisaje,
del Cono Sur, del Embudo Sur.
Y nuestro territorio, es decir Chile,
es el Tubo de Ensayo Sur,
pero hasta ahora
sólo para experimentos económicos...
(también políticos...hagamos memoria)
 
En vez de ser los mejores,
usando bien el término aristocracia,
la gente quiere hacer carrera, quieren escalar.
¡Quieren escalar una cosa que está escalada hace rato!
No, qué aburrido.
 
Se sueña mucho pero se imagina poco...
 
...Hay una frase en uno de los poemas:
"Y la cuchillería que le robamos al Chupo
para que no se viera tan pobretona la mesa"...
 
O sea siempre tratando de recoger
un poco de subsistencia medianamente decente
en un país esencialmente pobre, sin tradición,
sin ningún tipo de riqueza, que lo único que
le queda es la lengua, sin Virreinato siquiera,
pura Capitanía General. Y todo imitando al resto.
Por eso digo que Chile se caracteriza por hacer
una constante apropiación de lo ajeno
y una febril enajenación de lo propio...
 
Además es una cosa terrible,
porque es una mezcla desesperada
para lograr unir una diversidad,
y no fragua nunca. ¡No fragua nunca!
 
Chile, además, se vende con mucha facilidad.
Está siempre a la venta, siempre en subasta,
es un país que adora los remates,
los martilleros abundan mucho
tanto como los juristas y las inmobiliarias.
 
Entonces es un país que nunca puede surgir
porque cuando llega a un apogeo,
por su propia inseguridad
saca todas sus cosas a remate.
 
Y ahí aparecen los roedores elegantes,
los fenicios locales disfrazados de coleccionistas,
que se llevan lo mejor que encuentran
para venderlo afuera a precios desorbitantes, vergonzosos.
 
Ese es el drama: que nuestras mejores cosas
valen más allá que acá. Vivimos esa precariedad.
 
No hay tradición, no hay sentido de conservación.
Hay tres o cuatro libros, naciendo y muriéndose todo el tiempo.
 
Siempre Chile es de una superficialidad increíble.
 
...y elegimos lo más superfluo.
 
Tal vez antes estábamos mejor orientados
hacia Europa, pero ahora,
como es Estados Unidos el que comanda,
nuestros modelos son los supermercados,
los multicines, los resorts, los chicago boys,
el spa, los think tanks, los focus groups
y el people meter...
 
Y en arquitectura, los edificios de veinte pisos
que nos convierten en los rascas del cielo.
 
Ni siquiera nos interesa la maravilla
que puede ser la redacción
de la Constitución de Jefferson y Adams.
 
En alguna oportunidad dijiste que Chile,
incluyendo la Isla de Pascua,
se ha transformado en un gran recinto penal.
 
Claro, porque es un país en pena.
Le penan sus muertos, sus amores no resueltos,
sus exiliados, sus desaparecidos.
 
Un país que pese a su encanto y a su humor,
tiene una tristeza, conlleva una tristeza muy profunda.
 
Tal vez porque en un territorio tan estrecho,
con sólo 200 kilómetros de ancho, para moverse,
lleno de cerros matones y quebradas continuas,
no es fácil hacer fluir la alegría. Entonces está apagado.
 
Es muy chileno el dicho "pa' dentro", "me quedé pa' dentro".
Es un país para adentro, no para afuera.
Pero eso siempre he hablado de la idiosingracia chilena.
 
Estamos en una especie de Cueva de Bajamira
(en vez de Altamira)...una cueva en donde
pintamos todo tipo de cosas que no significan nada,
algunos graffitis incluidos,...
vivimos, además, en una especie de incesto perpetuo...
 
La esterilidad del encierro, la no apertura,
la estupidez, el culto a la fealdad,
el engendro de lo mal hecho,
lo monstruoso, lo deforme,...
 
Ésas son las sensaciones...y además...
está en el fondo lo inaceptable,
lo muy difícil de aceptar.
 
No hay de dónde agarrarse.
 
Además hay un complejo de inferioridad muy alto,
una falta de identidad enorme. No hay nada,
ni siquiera una identidad mapuche
que fue tan fuerte en algún momento.
 
Todo está mezclado con incesto -en vez de mestizaje-,
estupidez, prejuicios, ignorancia, aislamiento.
O sea, un manicomio.
Chile es una especie de manicomio descapotable...
 
Latinoamérica es históricamente
el patio de atrás de Europa no más.
El jardín, el manicomio,
el retiro, los restos de Europa.
 
Todo lo que sobra en Europa
se tira para acá a ver si crece.
 
Este continente es de inmigrantes.
No hay que olvidarse de lo que dijo Borges,
que todos éramos unos romanos exiliados.
 
Entonces la identidad no la hemos logrado nunca.
 
Me deja perplejo. Así como no entiendo
cuando se habla de la dignidad,
tampoco entiendo la identidad.
 
Quizá por eso se dice que Chile
nunca fue un territorio marcado.
 
Nunca, ni meado siquiera.
 
Nadie se pegó la meada aquí,
ni Pizarro, ni siquiera Diego de Almagro.
Pedro de Valdivia se pegó una meada
en el Santa Lucía, pero eso no alcanzó
para ser Alejandría, Bizancio, Carlos V, nada.
Siempre fuimos Capitanía General.
 
 
---
 
'Give me a break'
Conversaciones con Diego Maquieira
Patricio Hidalgo y Daniel Hopenhayn
Editorial Universitaria (Santiago de Chile, 2008)
....
 
'La poesía es la celebración de un acto fallido de las cosas...'
 
'La poesía da la respuesta a las preguntas que no nos hacemos...'
 
[La primera línea es de John Ashbery, la segunda, de Roberto Matta.]
 
y algo más...
 
'Para ver con los dedos todo lo que la luz esconde...'
(De un libro para ciegos que proyectó Matta)
 
'Hay que leonardar, porque quien no leonarda, no vinci...' (otra de Matta)
 
José Miguel Ibáñez Langlois de Diego Maquieira:
'Un adolescente tardío en crisis de rebeldía...'
 
Diego Maquieira de José Miguel Ibáñez Langlois:
'Un maduro prematuro en crisis de trascendencia...'
 
Todo esto, aparece en el extraordinario libro
'Give me a break' - Conversaciones con Diego Maquieira
de Patricio Hidalgo y Daniel Hopenhayn
Editorial Universitaria (Santiago de Chile, 2008)

Lo que se piensa y no se dice

Actores secundarios
por Antonio Martínez
Diario El Mercurio, Cuerpo de Deportes,
Domingo 12 de Diciembre de 2010
http://diario.elmercurio.com/2010/12/12/deportes/columna/noticias/B042C273-3DA5-4136-8839-4636E1E2CB46.htm?id={B042C273-3DA5-4136-8839-4636E1E2CB46}

Esto ocurre por España y a miles de kilómetros de distancia,
donde Manuel Pellegrini es el director técnico del Málaga
y está lejos del Real Madrid, a cargo del portugués José Mourinho;
tan distante de Chile la ciudad andaluza como la capital,
pero algunos chilenos, cientos, miles o un millón y más,
están pendientes de lo que pasa en la liga española,
pero por razones retorcidas, que le llevan inquina y gotas de venganza.

Si al equipo de Mourinho le va mal, y el magnífico ejemplo
fue la derrota humillante con Barcelona,
quiere decir que la conspiración contra el entrenador chileno
queda de manifiesto y los hechos son claros,
porque nunca el equipo de Pellegrini sufrió esa afrenta
con los catalanes azulgrana y esta es la primera prueba,
y ya vendrán muchísimas más, de la pavorosa y terrible injusticia
que se cometió con el director técnico nacional.

A Pellegrini lo salió a cazar una jauría de hinchas primitivos y cabezones,
la estulticia ciega del diario Marca e incluso la xenofobia sudamericana,
después de eso estuvo la deslealtad de los mismos que lo habían contratado,
y así se fraguó la trampa y la treta, donde a lo mejor estuvo involucrado
el propio José Mourinho, con un ojo de pirata encima
del Internazionale de Milán y el otro ojo de corsario sobre el Real Madrid.

No hay felicidad mayor, para esta legión de chilenos incontables,
que el Madrid tropiece y pierda y que el infame portugués se confunda y caiga,
porque de esta manera pueden demostrar lo que desean con ansia y angustia:
ellos saben, tienen razón y son mejores (seres humanos)* que el resto.

Estos actores secundarios viven a miles de kilómetros
de unos hechos ajenos que ya ocurrieron,
pero todavía están crepitando, tienen rabias que no se calcinan,
profecías incumplidas, frustraciones silenciosas, envidias innombrables
y ruegan por la caída y la desgracia ajena.

Los malagueños y los madridistas, la prensa de ambas ciudades,
los dirigentes de esos clubes, Mourinho y el entrenador chileno
están en una etapa distinta, vienen nuevas preocupaciones,
el mundo gira y así es el trabajo y los días y a otra cosa, mariposa.

En Chile no es así, tiene que ver con el carácter nacional
y por eso cuesta tanto salir de la niebla espesa,
pesada y odiosa que envuelve al fútbol chileno.

Un imperdible La Casa de César en la plaza de Papudo


es un imperdible, se come increíble,
precios baratos, atendidos como reyes
con la calidez proverbial de Cesar Herranz
y su mujer, Lily....que es un siete.
 
Tiene una exquisita variedad de platillos,
donde destacan los productos del mar
(aunque no está restringido a ese sólo ámbito).
 
No se lo pueden perder si andan en las inmediaciones
de Puchuncaví, Marbella, Maitencillo, Cantagua, Cachagua, Zapallar,
La Ligua, Petorca,...desde Huentelauquén a Quintero
si andan con tiempo para arrancarse a Papudo,
pasen a ver a César, comerán exquisito
y tendrán una conversa inolvidable.
 
Jorge Bande, Vicho de la Fuente, Negro Gálvez,
Pocho Huneeus, Eduardo Mitjans y Rafa Rosende (entre otros)
pueden dar fe de lo afirmado más arriba.
 
No se lo pierdan, ahora que estamos con el verano encima.
 
Un dato para aprovecharlo y recomendarlo.
 
César y Liliana
Fernández Concha 175, Papudo
033-790384     0-68359048

Ideas: La libertad, ¡qué tema!

Por: Joaquín García-Huidobro
Instituto de Filosofía de la Universidad de Los Andes.
Revista Qué Pasa, 10 12 2010
Sección: Posteoshttp://www.quepasa.cl/articulo/20_4738_9.html
 
Un italiano, Andrea Mardegan, ha hecho una antología de textos de
Josemaría Escrivá: "Una libertad para ser vivida".
Y como los italianos son gente sutil, debo reconocer que ha salido
bien parado, quizás porque tuvo la cautela de limitarse a un solo
asunto.
________
 
Debo confesar que detesto las antologías. No me gusta que venga
alguien y me ponga en un CD "Lo mejor de Bob Dylan" o "The very best"
de no sé quién, haciendo que nos conformemos con Mistral en pildoritas
o un reader de Cervantes. No señores, prefiero encontrarme con la
gente en vivo y en directo, sin liposucciones editoriales ni
selecciones de expertos.
 
Así las cosas, me encuentro con que un italiano, Andrea Mardegan, ha
hecho una antología de textos de Josemaría Escrivá: "Una libertad para
ser vivida" (Cobel, Madrid, 2010). Y como los italianos son gente
sutil, debo reconocer que ha salido bien parado, quizás porque tuvo la
cautela de limitarse a un solo tema, la libertad.
 
La libertad, ¡qué tema!, al menos para nosotros, que juzgamos los
regímenes políticos, los sistemas económicos y las teorías pedagógicas
por el grado de libertad que son capaces de darnos. Se trata de un
criterio importante, decisivo.
 
Pero, ¿qué puede tener que decirnos un santo sobre la libertad? ¿No
nos dicen que la libertad implica superar esas reglas que un santo
encarna como por definición? Cuando uno lee en estas páginas se va
planteando, poco a poco, la pregunta contraria: ¿qué podemos decir
nosotros, distraídos por mil cosas, desatentos a todo lo que importa,
pendientes de lo que dicen o callan los que llevan la batuta de este
juego? Como si ellos mismos no fueran prisioneros de la encuesta, de
la moda y el estudio sociológico.
 
La versión oficial de las cosas nos dice que no nos preocupemos, que
hoy somos más libres que nuestros abuelos porque tenemos más
alternativas. Sólo nos basta decidir, tal como lo enseña la
publicidad, qué acabamos de tragarnos sin advertirlo. Es la libertad
del retail, la que viene desde fuera. En esta antología, en cambio, se
habla de algo distinto, de una libertad que no nos puede ser quitada
ni por la enfermedad, ni por los años, ni por la cárcel o la falta de
poder adquisitivo. En suma, una libertad con contenido, que, por
supuesto, no desprecia las libertades externas, pero que apunta a unir
al hombre con Aquel que es fuente de toda libertad.
 
La libertad humana no es algo estático, sino que está llamada a
crecer. Implica luchar por despojarse de las pequeñas y no tan
pequeñas ataduras que estorban el camino, pero no para disolverse en
la nada sino para llenarse de Dios. Muchos temen, hoy, que eso
significa aniquilar la propia personalidad, como si Dios fuera un
fabricante coreano de productos en serie y no un artista que nunca se
repite, un genio que crea hombres de mil rostros y lenguas, que
reparte temperamentos, tamaños, gustos y talentos de manera siempre
original, aunque después vengamos nosotros con nuestro afán de
uniformarlo todo. "Esos caminos distintos -advierte Josemaría Escrivá-
son paralelos: siguiendo el suyo propio, cada uno llegará a Dios…; no
te pierdas en comparaciones, ni en deseos de conocer quién va más
alto: eso no importa, lo que interesa es que todos alcancemos el fin".

Para los cabros chicos de todas las edades

PARROT AR. DRONE:
El cuadricóptero wi-fihttp://ardrone.parrot.com/parrot-ar-drone/es/
 
El juego se llamaba Desert Strike.
Y no era más que eso.
Un juego de Supen Nintendo
que simulaba una tercera guerra mundial,
muy parecida a la guerra de Irak,
donde el jugador controlaba
un helicóptero Apache.
 
Y en 1992, ese simulacro en 16 bits
era la única posibilidad
que un niño tenía de pilotear uno.
 
Dieciocho años después,
las cosas han cambiado.
 
Porque hoy existen aparatos
como el AR. Drone de Parrot,
que es un cuadricóptero
con cámaras incluidas,
que se puede controlar
con el iPhone y que genera
su propia red de wi-fi.
 
Y que, además, logra algo
que pocos pensábamos posible
en 1992.
 
Y eso es que la ficción sea
más limitada que la realidad.
 
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
 

El salesiano Ezzatti que dejó Italia a los 17 años y fue confesor del cardenal Silva Henríquez

por Tamara Meruane

Ezzati llegó en 1959 a Chile y se convirtió en superior de su orden.
Destaca por su rol formador y su faceta de mediador.
Fue cercano a Raúl Silva Henríquez, mano derecha de Errázuriz
y es amigo de Tarcisio Bertone, el número dos del Vaticano.
__________

Cuando en septiembre la huelga de los presos mapuches estaba en su momento más delicado
y parecía no haber salida posible, el arzobispo de Concepción, Ricardo Ezzati (68),
decidió abrirles las puertas de su casa a los huelguistas.

Invitó varias veces a la vocera Natividad Llancaqueo y organizó reuniones con delegados del gobierno.
Las citas partían a media tarde y podían terminar pasadas las dos de la madrugada.

Dicen, quienes lo conocen, que esa es una muestra de su carácter:
colaborador, conciliador y abierto, como trabajólico y tozudo a la hora de golpear la mesa.
"El sabe escuchar, pero también sabe hacer que lo escuchen", dice el padre Hugo Strashburger,
su amigo, desde que Ezzati llegó a Chile.

Eso fue hace medio siglo, cuando un joven nacido en Vicenza, Italia,
pisaba el seminario salesiano de Quilpué con solo 17 años.
De allí, su carrera en la congregación de Don Bosco fue siempre en ascenso
y continuó en la jerarquía de la Iglesia chilena
-ocupando varios obispados, bajo la atenta mirada del Vaticano.

Nada casual para el hombre que mantiene una amistad con Tarcisio Bertone,
el secretario de Estado de la Santa Sede, quien fue
su profesor de Moral Social y Derecho en la Universidad Salesiana de Roma,
a fines de los 60; una década donde el Concilio Vaticano
marcó profundamente el pensamiento del flamante arzobispo.

¿Quién es el hombre detrás de la sotana?
Lector, amante de las plantas, apasionado por estética, el arte y la música clásica;
fanático del orden y la decoración; no muy deportista (jugaba vóleibol en su juventud),
pero rebosante de energía, según sus amigos.

Como buen italiano, le gustan las pastas, pero es de comida sencilla,
sobre todo, porque sufre de diabetes. "Con el vino es muy medido,
bien parco, le gusta más bien ofrecer, atender a sus invitados.
Otra cosa es la limpieza. Era muy preocupado de los manteles,
los vasos, todo impecable", cuenta Strashburger.

Una de sus facetas más destacadas es la académica.
Ezzati fue un estudiante aplicado y un formador por vocación.
Estudió Filosofía y Pedagogía en el Instituto de la Congregación,
afiliado a la Universidad Católica de Valparaíso, donde se recibió de profesor.

A principios de los 60 enseñó en el Liceo Camilo Ortúzar Montt, de Santiago.
Se licenció en Teología en la Universidad Salesiana de Roma
y siguió el máster en Pedagogía Religiosa en la Universidad de Estrasburgo.

A comienzos de los 70 enseñó en Concepción y desde 1978,
en el Seminario Mayor de la Congregación, donde fue director,
en paralelo a las clases que dictaba en la Facultad de Teología de la Universidad Católica.

Varias generaciones han conocido de sus clases. Y también de su carácter.
"Cuando era rector, los seminaristas decían
que él ponía un rostro muy especial cuando estaba enojado.
Cuando no estaba de acuerdo con la línea formativa, a él le cambiaba el rostro", cuenta una fuente.

Si bien se le reconoce afable, muy reflexivo y muy abierto a escuchar al clero y los fieles,
"es de convicciones firmes y se manifiesta en la vehemencia de lo que él cree.
Es un hombre que reflexiona bastante para tomar decisiones y cuando las toma
se la juega hasta el final", dice José Cartes, su vicario general en Concepción.
"Ha mantenido a la Iglesia ordenada en Concepción", agrega la intendenta Jacqueline van Rysselberghe.

Esa personalidad ha sido clave en su rol político.
Mediador por excelencia, ha sido clave en la resolución de conflictos
(huelguistas mapuches, Bosques Arauco, Bellavista Oveja Tomé)
y mantiene contactos fluidos con la DC, el PS y la UDI.

Su tranversalidad lo ayudó a mantener buenas relaciones con distintos gobiernos,
pero también a ser crítico, como ocurrió con la administración de Ricardo Lagos,
cuando se promulgó la ley de divorcio, o con Bachelet, por el proyecto original de la LGE.

En los terrenos más difíciles, su papel es valorado.
"Ezzati hizo un trabajo con nosotros muy bien evaluado en el Vaticano.
Nos acogió. No vino con el hacha, sino a averiguar,
pero con mucho respeto y cariño para ganarse nuestra confianza.
Y se la ganó. Se dio el tiempo de hablar con todos, de rey a paje",
dice John O'Reilly, sacerdote legionario, a cuya congregación
Ezzati le tocó "inspeccionar" por mandato papal.

Polémico sí fue su rol en el Centro de Estudios y Experiencia Catequística de los salesianos,
cuando en 1979 el régimen de Pinochet objetó un libro para estudiantes secundarios salido de esa entidad.
"Tocamos los temas de la doctrina social de la Iglesia y, por supuesto, no le gustó al gobierno de la época.
Y la ministra Mónica Madariaga denunció públicamente que ese tomo tenía contenidos marxistas
y fuimos declarados enemigos de la patria", recuerda Ezzati, que era director del centro.
El texto, que valía $ 1.000, "la tarde después costaba $ 8.000".

En esa época, a Ezzati lo unía una gran amistad con el también salesiano Raúl Silva Henríquez.
Cuando ese mismo año, murió el confesor del entonces arzobispo de Santiago, el cardenal llamó a Ezzati
y le dijo: "Mira, te pido a ti que seas mi director espiritual y confesor'. Yo no tenía todavía 40 años
y desde esa época lo acompañé hasta el año en que fui llamado a Roma (1991)", cuenta.

Fue en esa nueva tarea en los 90 (la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada)
donde Ezzati comenzó a trabajar con el cardenal Errázuriz, y en Roma, donde afianzó vínculos con Bertone.
Dos hombres que serían claves en su llegada al Arzobispado de Santiago.

Biografía

Nace en Campiglia dei Berici, Vicenza, Italia, el 7 de enero de 1942,
llega a Chile en 1959 y en 2006 recibe la nacionalidad chilena por gracia.
Ha sido superior salesiano, obispo de Valdivia,
obispo auxiliar de Santiago y arzobispo de Concepción.
Es presidente de la Conferencia Episcopal.
______________

La letra chica de la Arquidiócesis
por Ascanio Cavallo
Diario La Tercera, jueves 16 de diciembre de 2010
http://blog.latercera.com/blog/acavallo/entry/la_letra_chica_de_la

Es la segunda vez en la historia de la Iglesia chilena
que un sacerdote salesiano es puesto a cargo de la Arquidiócesis de Santiago.

Podría tratarse de un dato menor, de no ser porque el anterior
fue el cardenal Raúl Silva Henríquez, la figura eclesial más eminente del siglo XX.

En su llegada a Santiago, el arzobispo Ricardo Ezzati se encuentra frente
al doble desafío de conducir la Arquidiócesis más importante del país
y medirse con la figura de su mentor, confesor y antecesor remoto.



Hay alguna ligera simetría en la situación de ambos.
En 1961, el veterano Papa Juan XXIII decidió que el sucesor del cardenal Caro
fuese un joven sacerdote que no había participado de la politizada disputa por Santiago.
Silva Henríquez asumió casi por sorpresa y se encontró con una Iglesia en crisis,
con serios problemas presupuestarios y una galopante desafección de los jóvenes.



Casi 50 años después, el también veterano Benedicto XVI
ha decidido nombrar en el mismo cargo a un obispo
que hasta hace un año estaba lejos de las pugnas políticas por la Arquidiócesis
-principalmente, entre el Opus Dei y miembros de la comunidad jesuita.
Ya sabe que hereda una Iglesia maltratada
por los escándalos, desmoralizada y compungida
y con la más seria crisis de credibilidad en muchas décadas.



Es cierto que este nombramiento no ha sido una sorpresa.
Muchos elementos convergieron para que se tornase inevitable.
Desde el conocimiento personal del también salesiano secretario de Estado, Tarcisio Bertone,
hasta su participación en la comisión visitadora de los Legionarios de Cristo.
Desde su intervención en el conflicto mapuche, en septiembre,
hasta su designación como presidente de la Conferencia Episcopal, en noviembre.
Es seguro que, de no haber sido arzobispo de Santiago,
pronto se habría integrado en algún cargo de la Curia romana.



Pero la Iglesia de Santiago está muy golpeada como para prescindir
de un líder enérgico, de un hombre que pueda conciliar
un fuerte perfil pastoral con el papel político
que el arzobispo de la capital no puede ni debe evitar,
un hombre práctico y ejecutivo con una base intelectual sólida.
Mandar a Ezzati a Roma era un lujo que la Iglesia chilena no se podía dar.
Es seguro que la Santa Sede demoró el nombramiento porque intentaba aquilatar
todos los delicados matices de la situación eclesial de Santiago.



Ezzati tiene por delante una tarea gigantesca en su propia jurisdicción,
que ya sería suficiente para colmar toda su jornada.
Pero en la letra chica, este cargo contiene también
gran parte de la relevancia social de la Iglesia.

Como cualquiera de sus antecesores,
Ezzati tendrá que escoger entre una Iglesia introvertida,
plegada sobre sí misma, con aversión al riesgo,
o una Iglesia volcada hacia afuera, con opciones nítidas,
dispuesta a jugarse su prestigio y no a perderlo por pura erosión.

Por supuesto, esto no lo puede hacer un arzobispo solo.
Pero quiéralo o no, para los efectos de su presencia pública,
el de Santiago es siempre un primus inter pares
que tiende a modelar el estilo del Episcopado.

Igual que el de Silva Henríquez en los 60,
es posible que el nombramiento de Ezzati
sea el inicio de una renovación en la Iglesia chilena.

History and Memories of Saint George's College

Extractados de nuestro Georgian - Class 1970
- Twenty Years After-  (December 1990)

La tradición oral del colegio nos legó
pocos datos acerca de la historia del colegio,
retazos de información que han contribuido
a formar parte de su mitología.

Encontramos un par de artículos
de interés en relación con dicha historia,
en el Georgian publicado en 1961
que conmemoraba los 25 años del colegio,
en el que se cuenta la historia del colegio
desde su fundación hasta que llega
a hacerse cargo la Congregación
de Santa Cruz (conocida por nosotros
en aquella época como Holy Cross).

El segundo artículo escrito en inglés
habla acerca de los cambios
físicos que se fueron sucediendo
hasta aquel año en la arquitectura
del establecimiento que se encontraba
en la calle Pedro de Valdivia.

Incluimos un tercer artículo
en este envío
que data de los años 80,
en el que el father Cánepa
escribió acerca de dicha congregación
y su relación con el colegio,
documento publicado
en un Georgian de la época.

......

LOS COMIENZOS
[Extractado del Georgian de 1961,
en los 25 años de vida del colegio.]

"Hemos hecho todo lo posible por celebrar
este vigésimo quinto aniversario adecuadamente.

Hemos tenido un picnic, retiros, conferencias,
un super Pep Rally, un victorioso equipo de atletismo,
la primera comedia musical del Colegio  -un gran éxito-;
una kermesse, esta edición especial del Georgian
y numerosas otras festividades.

Pero un año aniversario
significa más que celebraciones.

Es un tiempo
para meditar con ojo crítico
y para planear el futuro.

Si Saint George's fuera meramente una cosa,
sería una tarea fácil medir sus dimensiones.

Bastaría con medir su altura,
su profundidad, su anchura,
y, cómo se ha curtido
a la intemperie de los años.

Pero un colegio,
como una persona,
es más que esto.

Tiene otras dimensiones
que son difíciles
de registrar en el papel.

En nuestra ojeada
sobre la desconocida historia
del Saint George's,
estas dimensiones probablemente
van a enfocarse sólo suavemente.

Sin embargo, esperamos
que esta breve historia
de nuestro Colegio,
combinada con los artículos que siguen
van a dar al lector alguna idea
de lo que el Saint George's ha sido,
lo que es y lo que esperamos
que sea en el futuro.

La Fundación

Para aquellos que han estado
asociados con el Colegio
desde su fundación,
los períodos pre-Holy Cross
y Holy Cross
pueden ser considerados
de igual importancia.

Para la mayoría de nosotros
que hemos estado aquí hoy, sin embargo,
esos ocho primeros años
parecen prehistóricos
tanto como pre-Holy Cross.

Sabemos tan poco
sobre esos ocho años
y hay tan poca información disponible.

Durante algunos años previos a 1935,
Monseñor Horacio Campillo Infante
había visto la necesidad de un colegio católico,
donde se acentuara la enseñanza del inglés.

El Grange, un colegio inglés,
no afiliado con alguna religión,
había estado obteniendo gran éxito.

Su actuación e influencia
había aumentado año a año.

El Arzobispo quería fundar urgentemente
un colegio inglés semejante
donde los ideales cristianos de educación
fueran la fuerza vivificante.

El Saint George's
no se fundó como tal
en territorio virgen.

En 1935 el Arzobispo y varios laicos,
entre ellos don Darío Urzúa,
estaban buscando un terreno
donde fundar un colegio.

Encontraron una propiedad
en Pedro de Valdivia
que pertenecía a don Dimas Muñoz
en venta por 600 mil pesos (de 1935).

El Centro Cristiano, un grupo de laicos
interesados en crear colegios católicos,
prestaron a la arquidiósesis plata
para comprar la propiedad y la casa.

Don Darío Urzúa,
un íntimo amigo
del Arzobispo Campillo
le dio 50 mil pesos
para reducir la deuda
y cuando murió
le dejó otros 50 mil más
para dicho propósito.

Un colegio
para niñas de preparatorias
llamado Saint Mary's
estaba ya funcionando
en esta propiedad
bajo la dirección
de Miss Elizabeth Weber.

La Arquidiócesis no perdió tiempo
en organizar un nuevo colegio.

El Padre Ricardo Mesa,
hoy Monseñor Mesa,
trabajó rápidamente
y en marzo de 1936,
el colegio inglés
para niños y niñas
estaba ya en camino.

El Padre Mesa,
Secretario general del Arzobispo,
organizó y fundó el colegio,
pero renunció en febrero
antes de que comenzaran las clases.

Así es que nunca fue un rector en ejercicio.

El Padre Mc Cabe, de la diócesis
de Westminster en Londres,
había obtenido permiso del Arzobispo
para trabajar en Santiago.

Él trató de obtener
la rectoría del colegio
pero no fue considerado
como el hombre
indicado para el puesto
y se tuvo que conformar
con el puesto de capellán.

Durante algunas semanas
el colegio no tuvo rector.

Entonces urgido
por el Padre Arturo Roasio Grace
y Miss Elizabeth Weber,
el Arzobispo Campillo
eligió a don Carlos Hamilton
como rector de la nueva fundación,
con un sueldo pagado  por la Arquidiócesis.

Miss Weber continuó como directora
de la sección de niñas,
todavía llamado Saint Mary's.

Don Carlos Hamilton nació en Galway, Irlanda,
el primero de febrero de 1864,
de padres de ascendencia escosesa.

Fue educado en su tierra natal
y desde su juventud se dedicó
al apostolado de la enseñanza.

Enseñó en los colegios
de Dublin y Waterford,
y fue Superintendente de Exámenes
en el Ministerio de Educación de Dublin.

Al mismo tiempo fue director
de "The Globe", un diario de Waterford.

En 1902, como tanta gente de su país,
Don Carlos se trasladó al Oeste
a una nueva tierra.

Chile fue el país de su elección.

Aquí llegó a ser rector
y finalmente dueño del colegio inglés
San Luis en Valparaíso y Limache,
un internado para muchachos
que venían de toda América del Sur.

Este fue el primer colegio en su género,
y aquí educó a muchas generaciones
que ahora dirigen el país.

Entre ellos se encuentran
algunos abuelos de Georgians.

Después que se disolvió este colegio,
Mr. Hamilton trabajó para
la Universidad de Chile,
el Instituto Pedagógico,
la Dirección de Educación Industrial
y para la Escuela de Artes y Oficios,
hoy la Universidad Técnica del Estado
(hoy, 2006, Universidad de Santiago de Chile),
de la cual fue su sub-director
y más tarde director durante quince años.

Cuando Monseñor Campillo
necesitó urgentemente
un gran educador,
éste fue el hombre que encontró.

Mr. Hamilton se probó capaz
de dar substancia y forma
al sueño del Arzobispo.

Cuando ya tenía 72 años
y estaba jubilado,
volvió a trabajar
y atacó esta prueba
con el vigor y entusiasmo
de la juventud.

Un hombre quieto,
siempre amistoso, justo,
se transformó en el espíritu
del nuevo colegio durante
sus seis años de administración.

Un profesor que trabajó con él
dijo simplemente:
«El rector, don Carlos Hamilton,
era un hombre delgado
que cojeaba al andar,
de rostro ascético
y cuya característica moral
más notable era su bondad
y su desmedido afán de servir».

Una condición impuesta por Mr. Hamilton
antes de asumir la dirección del colegio
fue que la sección niñas debería mudarse.

Así fue como al final de 1936
las niñas fueron trasladadas
a una nueva localidad
ubicada también
en la calle Pedro de Valdivia,
guardando el mismo nombre,
Saint Mary's School.

Durante ese primer año
el Padre Mesa y Don Carlos
dieron a la sección niños
un nombre especial:
"Saint George's College".

De modo que después
que el Saint Mary's se mudó,
el colegio mantuvo éste
como su nombre oficial y el colegio,
como lo conocemos, tomó su forma.

Por pedido del señor Hamilton,
don Raimundo Arancibia
diseñó el escudo del Colegio,
un dragón atravesado por una lanza.

Mr. Hamilton
enfrentó muchas crisis
durante su administración,
como es de esperar
en los primeros años
de todo nuevo colegio,
pero las enfrentó
y las resolvió todas hasta 1941.

Hasta entonces,
el Saint George's College,
bajo su dirección,
aumentó en magnitud y prestigio.

................................................................

THE PLANT (MONSTER) GROWS
[Extractado del Georgian de 1961,
en los 25 años de vida del colegio.]

"Every living plant grows.

In doing so,
it naturally follows a pattern
established within it
by the One who gave it life.

Saint George's College is a plant.
It grew. Unfortunately no one hand
has guided its growth process.

It has followed no natural pattern.

The various individuals
responsible for its development
all seem to have been on the outside,
unacquainted with the needs
and aesthetics of a modern school.

Its present form is the result
of shapes of ancient houses
serving a far different purpose
before the existence
of Saint George's College;
of classroom space constructed
with the greatest rapidity;
of additions patched on
with the least expense,
and finally a whole new building
thrown up in the least time possible
and sufficiently firmly based
in order to resist violent earthquakes.

The idea seems to have been
that four square walls
serve this purpose best.

As a result of this,
Saint George's College,
as it exists in 1961,
is the gem of architecture
whose spirit was so well portrayed
in a drawing in the September 1959 Lance.

Even the trees were crooked.

The Catholic English School
for Boys and Girls
opened in 1936 with two buildings.

One had been a private residence.
At best it is a nondescript classical Roman.

If one wishes
to be a little crude,
it is a mongrel.

It has heavy walls,
high ceilings,
a few bathrooms
with eighteen century facilities,
falling plaster,
and a good solid porch.

The adjoining building
had been constructed
by Monseñor Mesa.

It was of wood
and obviously it had no style.

In the form of a long hall,
the major part of it
was used as a chapel.

At one end,
two classrooms
were built in,
with sliding doors
so as to enlarge the chapel
when necessary.

Next to this structure
a locker room was built.

When don Carlos Hamilton
changed the name of the school
to Saint George's College
and dumped the girls school,
this was the unprepossessing seed
from which a monster would grow.

This school was to be
an English-speaking Catholic School,
owned by the Archidiocese of Santiago
and taught by diocesan priests
and lay men and women.

Nineteen thirty-six began
with approximately
two hundred boys and girls.

At the end of the year
the enrollment was halved
when the Archidiocese,
at the request of Don Carlos Hamilton,
dropped the girls' section.

But by 1937 the school
was bursting at the seams again.

This indicates the popularity
of an English speaking school.

With over two hundred students in 1937,
Mr. Hamilton and Monseñor Mesa,
backed by Archbishop Campillo,
continued the formless expansion
of the physical plant.

Maybe we shouldn't expect them
to have any knowledge
of school arcchitecture.

The result of their efforts
was an oblong box,
three stories high.

The basement served
and still serves
as a hall and dining hall;
the top two floors
had three classrooms each.

At least temporarily,
the growing pains were stilled.

As lunches were now
being served at school,
the housing of the maids
became a problem.

Five or six rooms
were built for them
on the far end
of the playing field.he

These were shed
or "bodega" style:
four walls, a floor, a ceiling
and an electric outlet.

There were also steel bars,
but not to keep the maids in,
but the foot-balls out.

Without more material change,
the school continued
its internal growth
from 1938 to 1942.

In the mean time
the world was struggling
to survive the Second World War.

Saint George's survive
its own little "Revolution" in 1941
and Mr. Hamilton resigned as rector.

The glass was replaced,
and Mr. Mac-Courtney
filled in more or less capably
until the end of 1942.

But under much internal
and external pressure
Saint George's
seemed near collapse.

Then negotiations
were successfully completed
to bring in a congregation
of North American priests
to take over the direction
of the school.

Saint George's survived.
With survival came new growth.

More growth pains.
More room was urgently needed.

Just before the arrival
of Holy Cross in Chile,
Archbishop Caro,
through Monseñor Mesa,
purchased another
big private home,
to give the new administration
possibility of expansion.

In itself,
apart of the rest of the school,
this was a beautiful ivy-covered building,
English chalet-type style,
with beautiful gardens,
palm trees, and a large cement pool
filled with gold fish and plants.

This last aacquisition
and the three buildings
already mentioned
were sold to the Congregation
of Holy Cross in March, 1943.

Of course, the transaction
wasn't completed for over a year.

In March 1943, three American priests,
Father Havey, the new rector
and Fathers Send and Daugherty
took over the direction of the School,
with an enrollment of 523 students.

For a short time
the three priests lived
on Plaza Pedro de Valdivia.

They then bought furniture
and moved into the second floor
of the English "chalet".

North Americans have certain reputation for building.

Within a month they began building
a styless chemistry laboratory
next to the locker-room.

Both of these were destined later
to become classrooms.

More rooms were needed
and the priests
were fored out of the Chalet.

After renting various houses,
the priests finally bought
the house in which they now live,
half on school, half on Cuban property.

Nothing need be said
concerning this house.
It's a house, that's all.

The same year, 1946,
they constructed three more classrooms,
directly over the locker and chemistry rooms.

Again school architecture
got the cold shoulder.

These hideus but effective classrooms
are all standing, still generating knowledge.
They are also still generating smoke.

Smoking is forbidden at Saint George's,
so the many corners
of this parchwork of structures
afford a wonderful coverage
for young smokers.

By 1949, the growing pains of the school
had become exceedingly painful.

The Congregation of Holy Cross
decided to build a whole new school,
with eighteen or more classrooms,
with high hopes that this would care
for all Humanities for years to come.

Construction began in April,
destroying the beautiful lawns,
flowers and palm trees
between the original building
and the street.

Seen from the street,
this is a very nice building.

It was build solidly of steel,
brick and polished concrete
to resist earthquakes.

But it lacks
almost everything proper
to a Humanities building.

It has no physics lab,
no chemistry lab,
no music room,
no drawing room,
no scout room,
no speech room,
no parlors to receive visitors.

It does have a library,
the result of a fortunate accident.

Really designed as an examination room,
the present library was adequate
untill Father Müller became to ambitious
and filled it to overflowing
with fourteen thousand volumes.

By March, 1950, classrooms
were supposed to be ready.

The school needed four of them to open.

The architect and constructor
swore great oaths
that the rooms would be ready.

Opening day arrived
and not one of them was ready.

Nevertheless, students were placed
in three of them while the carpenters
and painters continued their work.

Father Delaney
taught 2B for a time
in the tennis court.

The only ones happy
about the situation
were the 2B students.

It was October
before the classrooms
were completed.

Mass wasn't celebrated
in the Chapel
until March, 1951.

On April 26 the new building was inaugurated,
and on April 27, the Very Reverend Christopher O'Toole,
Superior General of the Congregation of the Holy Cross,
celebrated a Solemn High Mass in the new chapel
assisted by Fathers Theodore Huard and Francis Provenzano.

In 1951 the old chapel and classrooms
were converted into a theater.

It was adequate
for the theatrical productions of the college,
but it wasn't until 1960 that Father Cánepa,
director of the Moreau Players
finally transformed the old building
into a very respectable theater,
adding a dressing room for the girls,
elevation for the back seats,
multi-colored curtains, paint,
and a delighted little tiled foyer.

In 1951 eighteen hectares of land
were bought in Las Condes.

In 1952 a huge seminary was begun.

We stress begun, because
with the usual speed of our constructors,
it wasn't completed until 1954.

This seminary, of course,
isn't part of our college.

But near the seminary
a good-sized sports' field
was laid out for the school.

There are two football fields,
two baseball courts,
two tennis courts,
and everything needed for track.

All of the gym classes
for the humanity boys
are taught there.

The school buses have to make
two or three trips a day,
eleven kilometers each way,
to reach the fields.

But the boys love it.
It's the only class
that includes a "paseo".

It was 1957
before the sound of hammers and saws
was heard again on the college grounds.

A minor project, a scout house,
rose next to the maid quarters.

As our new school hadn't provided
for any meeting rooms,
the poor scouts had been
left out in the cold.

Father Whelan,
the new Scout Master,
was allergic to cold.

He kept the pressure on
until the rector promised him
four walls and a roof.

When the rector left for the States
a fireplace was secretly added
to the building.

This made a real scout-house,
and only a scout-house.

Other groups
have tried unsuccessfully
to gain admittance.

But the simple question:
"Are they scouts?",
has kept the record
and the floor
remarkably clean.

As the saws and hammers
were already in motion,
it was decided to add
three more rooms for the maids.

As an afterthought,
a storeroom for junk
was added.

The lower end of the playing fields
has become "The annex of Saint George's"
or "Saint George's the Second".

It was at Saint George's the First
that the growing pains struck again.

Father Huard,
who has charge of all admissions,
is an expert at saying "No!"

But somehow or other many "No's"
become "Yesses".

By 1959
the school could
no longer hold all the boys.

In Preps
there were four sections,
all loaded, in each class.

In Humanities,
there were three sections
in the same conditions.

The school was now up to
over seventeen hundred boys.

More classrooms had to be constructed,
but without loosing any more of the playgrounds.

As the Municipality might not like the idea
of extending the Humanity building out
over Pedro de Valdivia, some one
conceive the great idea of extending it out
over the patio on the other side.

It was said this would save money,
as we already have a flat roof
on the second floor
which would serve as the floor.
No ground space would be lost.

Prefabricated walls, roofs, and flooring
were brought from the States.

Work began in September, 1960.

In a few months all would be ready.

In time for class in March.
Someone asked cynically,
"Which March?"

March came and only
the floor was ready.

Well, the rooms would be ready on April.
Again the question: "Which April?".

We are writing in September 1961,
and the sixth year classes
have been occupying
the new rooms for only a week.

In planning the building
too many details were overlooked.

As a result the cost has been phenomenally high.

The dissonance with the mother building
is the new building's most striking quality.

However, it does give Saint George's
something of which to boast.

No two buildings or parts of buildings
have any stylistic resemblance one to another.

This is the present physical plant
of Saint George's College.

What does the future hold?

We dream of leaving all of this behind
for the uncritical eyes of the Pep children,
and moving all the Humanities out to Las Condes.

If the dream is realized, maybe one day
will be a beautiful new college,
an architectural whole,
scholastically practical fitting naturally
against the backdrop of the Andes.

.............................................................

Sobre la Congregación de Santa Cruz
por Jorge Cánepa Ossa, C.S.C.

Es difícil señalar con una fecha precisa
el comienzo de una congregación religiosa.

Comúnmente todo parte
por la formación de un pequeño grupo,
que luego pasa a ser
un movimiento espiritual dentro de la Iglesia
y que, luego, toma meses y años
en ir adquiriendo su dimensión definitiva.

Algo así fueron los comienzos
de la Congregación de Santa Cruz,
que desde 1943 se estableció en Chile.

El inicio de la Congregación
puede trazarse al momento
en que el Abbé Jacques François Dujarié,
fundador de una pequeña congregación
llamada Hermanos de San José
en Ruillé-sur-Loire en Francia,
pide al padre Basil Antoine Moureau
hacerse cargo de la dirección
del grupo religioso.

El 31 de agosto de 1835,
el padre Moreau asume como superior
y muda toda la operación a una comuna
en la periferia de Le Mans, llamada Sainte Croix.

El nuevo superior trató de mudar a Sainte Croix,
la pequeña escuela que los Hermanos de San José
conducían en Ruillé, pero el prefecto
del departamento de La Sarthe rehusó dar el permiso.

El Padre Moreau
realizó frecuentes viajes a París
con el objeto de presionar
a las autoridades educacionales
para que le otorgaran el permiso
para abrir la escuela en Sainte Croix.

Después de dos años lo logró,
aunque eso no puso fin a las dificultades,
ya que la Francia de ese entonces
defendía el monopolio estatal de la educación,
práctica que era observada
de forma mucho más rigurosa
en las ciudades y pueblos
de provincias que en el mismo París.

Varias veces las autoridades locales
de Le Mans y Sainte Croix
trataron de impedir
que la escuela siguiera funcionando.

Sin embargo, a pesar de todas las trabas,
en 1839, el Padre Moreau consigue
que la escuela pase a llamarse "Institución"
debido a que se había agregado entonces
un programa de humanidades.

En 1837, las posibilidades apostólicas del grupo
de religiosos de Sainte Croix eran promisorias.

El vigor del Padre Moreau,
sus habilidades administrativas
y su talento para reclutar a gente nueva
interesada en este trabajo,
fueron los principales impulsos dinámicos
en el desarrollo y crecimiento del grupo.

Varios sacerdotes se fueron
uniendo al grupo de hermanos,
como así también religiosas.

En un comienzo, los sacerdotes
formaron un equipo de predicadores de retiros,
mientras las religiosas ayudaron
en la administración de oficinas parroquiales.

Sin embargo, el Padre Moreau
comprendía que esta obra,
que había manifestado
tan propicios comienzos,
no lograría una continuidad
si no se fuese transformando
en un tipo de congregación religiosa.

Con este fin,
reunió a los sacerdotes y hermanos
el primero de marzo de 1837
para que firmaran el acta de fundación
de la "Asociación de Santa Cruz".

Esto significaría que, en adelante,
los grupos de sacerdotes y hermanos
no sólo se asociaban para aunar
recursos y esfuerzos apostólicos,
sino que también para compartir
la vida religiosa.

El término "Congregación"
reemplazó paulatinamente
al de "Asociación" para llamar así
a grupos religiososos
que trabajaban en Sainte Croix.

Fue de ese pueblito cerca de Le Mans,
de dónde la Congregación
tomó eventualmente el nombre
que tiene hoy día:
Congregación de Santa Cruz,
significado que proviene
de esa región de Francia.

Sin embargo las posibilidades apostólicas de Santa Cruz
no podían seguir recluídas a los alrededores de Le Mans.

El grupo crecía y se estudió las ofertas de trabajo
que fueron surgiendo en otras regiones.

En 1841, cuatro hermanos
y dos sacerdotes partieron a Argelia.

Al año siguente, 1842, el Padre Moreau
respondió un pedido del Obispo
del pueblo de Vincenes en el Estado de Indiana,
en Estados Unidos, y decide enviar
al Padre Edward Sorin,
uno de los más capaces del grupo,
junto a seis hermanos para colaborar
con la labor de la Iglesia
en ese sector del país.

No había transcurrido el primer año
de los religiosos en este nuevo lugar,
cuando el obispo de la Hailandiere
le ofrece una propiedad
en el condado de San José,
en el extremo norte de Indiana,
sitio que él consideraba ideal
para abrir un establecimiento de enseñanza.

La propiedad incluía dos lagos
y llevaba un nombre tan hermoso
que impresionó a los religiosos:
Notre Dame du Lac.

Además de las posibilidades
de apostolado educacional,
el sitio servía como centro
a la antigua misión de Potawatomi.

El colegio que
el Padre Sorin fundó en ese lugar,
se fue transformando con los años
en la Universidad de Notre Dame.

En mayo de 1847,
a pedido del Obispo de Montreal,
dos sacerdotes, cuatro hermanos
y tres religiosas de Santa Cruz
llegaron a Canadá
y establecieron fundaciones
en St. Laurent y Terrebone.

Les fue mucho más fácil
para los religiososo de Santa Cruz
acostumbrarse a Montreal
que a los Estados Unidos.

En esa ciudad,
tanto el ritmo de vida
como las costumbres
eran semejantes
a las de Francia.

En 1942, el cardenal José María Caro
conversa con el Obispo John O'Hara, C.S.C.,
quien había venido a Chile con motivo
del Congreso Eucarístico celebrado en Santiago.

Monseñor Caro buscaba
una congregación religiosa
que se hiciese cargo
del Saint George's College,
un colegio católico
que había sido fundado
con ese nombre en 1936
y que se especializaba
en la enseñanza del inglés.

Hasta esa fecha,
el colegio había sido regido
por Mr. Charles Hamilton (1936-1941)
y por Mr. Joseph Mc Courtney (1942).

El arzobispo veía ahora
que sólo una congregación religiosa
podía darle a esa obra,
la continuidad necesaria
para ir asegurando a los alumnos
un programa de formación cristiana.

Su interés era que una congregación religiosa
no sólo se hiciese cargo de conducir el colegio,
sino también comprarlo.
La Congregación de Santa Cruz cumplía
con todos los objetivos de Monseñor Caro.

El primero de marzo de 1943,
llegaron a Santiago
para hacerse cargo
del Saint George's College,
el Padre William Havey, C.S.C.,
quien asumió como rector,
el padre Alfred Send, C.S.C.,
como director de Humanidades,
y el padre Joseph Doherty, C.S.C.,
como director de Preparatorias.

Como lo expresó el mismo Doherty
en una entrevista, el objetivo era
que el Saint George's fuera
"un establecimiento educacional
con la misma excelencia académica
y formación cristiana, que caracterizaban
a los colegios y universidades
que la Congregación tenía
en los Estados Unidos y Canadá.

Hoy en Chile, además del Colegio Saint George,
la Congregación tiene a su cargo las parroquias
de San Juan Bautista en La Reina,
Cristo Redentor en Peñalolén,
San Roque en Ñuñoa
y Nuestra Señora de Andacollo
en el centro de Santiago.

En Vallenar, atiende dos capillas,
en el valle de Huasco.

En Talagante, el Padre Doherty fundó
y actualmente dirige el Hogar San José de niños.

En Santiago, el Padre Carlos Delaney
dirige el Centro de Recuperación
para Alcohólicos en la Parroquia San Roque.

En el mundo, la Congregación de Santa Cruz
está presente en Asia (India y Bangladesh),
África (Uganda, Ghana y Kenya),
América del Norte (Canadá y Estados Unidos),
América del Sur (Brasil y Perú, además de Chile),
y Europa (Italia y Francia