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El «bombero de las gaviotas»



por Juan Morales
Diario Las Últimas Noticias, miércoles 31 de octubre de 2012

Tarde del lunes en Esmeralda 1083, 
segundo piso, Valparaíso. 

Alguien toca 
la puerta del restorán 
La Tertulia, ex Winninpeg.  

Buena comida, grato ambiente familiar.

Abre el encargado de la cocina,
Pablo López Recabarren.

Se trata de una mujer.

"¡Una gaviota está atrapada
en el tendido eléctrico.
Por favor, ayúdela!", clama.

López le pregunta cómo él,
un simple empleado de la cocción,
podría contribuir a la liberación
de semejante espécimen
y la mujer le dice que abra
una de las ventanas del local,
que justo da al lugar donde
se encuentra el pajarraco.

López y un compañero
abrieron la ventana
y comprobaron que, efectivamente, 
una gaviota no podía despegar
porque una de las patas
estaba enredada
a un hilo de volantín,
que a su vez estaba atada
a un cable del tendido eléctrico.

Abajo, una multitud miraba expectante.

"Liberen a la pobre gaviota",
escuchaba López que gritaban.

Pero López no tenía ninguna intención
de de arriesgar el pellejo por nadie,
menos por una gaviota,
así que llamó a los bomberos,
que para eso, se supone, que están.

"Pero los bomberos no aparecían nunca.
De hecho, jamás aparecieron", cuenta López.

"Y la gente seguía gritando,
así que decidí hacer algo", agrega.

López tomó un cuchillo cocinero,
lo amarró a la punta de una escoba
y luego se encaramó al balcón de la ventana
con la idea de cortar el hilo de volantín.

Su compañero lo sujetaba 
por los bolsillos del pantalón.

"El problema es que 
la gaviota aleteaba mucho
y no se quedaba nunca quieta",
cuenta López.

"Después de unos diez minutos,
como que se cansó
y recién ahí pude hacer algo".

Dos cosas sintió López 
al ver que la gaviota
salía volando libre al fin.

Uno, que abajo aplaudían a rabiar.
Y dos, que había hecho 
algo bueno por el mundo.

"Me sentí una especie
de bombero de las gaviotas".

De haber estado ahí, 
sin embargo, Susana Fuentes, 
ingeniero en prevención de riesgos
y gerente de la empresa Precorp,
lo hubiese retado.

"Fue una tontera lo que hizo ese hombre.
Una vida humana no puede correr
riesgo de muerte por la vida de una gaviota.
Eso no puede ser", dice categórica.

"Para empezar, ese hombre
pudo haberse azotado en el suelo.
Y segundo, pudo haberse electrocutado
en caso de cortar el cable con el cuchillo.

En cualquier caso, la ley no le cubre nada,
porque no reconocería eso como un accidente laboral.

Ni siquiera tendría algún beneficio
en la Mutual del Trabajador.

Si este hombre supiese eso,
estoy segura que no hubiese hecho lo que hizo".

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