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Examen de la abstención


Diario El Mercurio, Editorial, Miércoles 31 de Octubre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/editorial/2012/10/31/examen-de-la-abstencion.asp

Los vaticinios más pesimistas preveían 46% de abstención como máximo, similar a la de las últimas elecciones. Sin embargo, el estreno del sistema de inscripción automática y voto voluntario sobrepasó con largueza esa cifra, alcanzando casi 60%. Así, de los 13,388 millones de personas con derecho a voto, sólo concurrieron a las urnas 5,496 millones, la cifra más baja desde el regreso a la democracia. Comparado con las elecciones municipales de 2006, en las que votaron 6,959 millones, la caída fue de 21%, pese a que esta vez el padrón electoral aumentó en más de 5 millones de personas.
Ante esta sorpresiva baja, aun más allá de por qué se produjo, cabe preguntarse cuán grave es la situación y qué se debe hacer al respecto. La experiencia internacional puede arrojar ciertas luces. Desde luego, en los países donde hay sanciones por no votar, la participación tiende a ser alta -superior al 80%-; donde es opcional, promedia el 50%.
En Latinoamérica hay países con voto voluntario (Colombia, Nicaragua, Perú para los mayores de 70 años, y algunas otras variantes), pero la mayoría lo establece como obligatorio. En México la ley obliga a votar, pero no existen sanciones por no hacerlo -la Constitución dispone que el voto es "libre"-, y en las últimas elecciones presidenciales la participación ciudadana llegó a 63%. En Venezuela, donde el voto es voluntario, el 82% de participación en 1988 cayó a 52% en 1998, pero en la reciente elección presidencial, que enfrentó a Chávez con Capriles, llegó a 80%. En las presidenciales colombianas de 2010, la abstención llegó a 50%.
Mirando más allá de Latinoamérica, casos que tienen una experiencia prolongada dan cuenta de tendencias cambiantes en el tiempo. En Holanda, la participación en las elecciones provinciales y municipales, desde 1946 hasta que se eliminó el voto obligatorio, estuvo históricamente sobre el 90%. En 1970 cayó a 68% en las elecciones provinciales, llegando a 56% en 2011. Sin embargo, la baja no ha sido relevante en las elecciones parlamentarias: en las más recientes, la participación fue de 75%.
A la luz de la experiencia internacional, el caso chileno no resulta, pues, anómalo. La sorpresa por la baja participación parece asociada a las expectativas que abrió el significativo aumento del padrón electoral, las que no se condecían con lo ocurrido en otras naciones cuando se instauró el voto voluntario, y en especial tratándose de elecciones locales.
Es difícil proyectar qué ocurrirá hacia adelante. Lo probable es que en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2013 la participación aumente no sólo por el mayor interés (y consecuencias) de las mismas, sino también porque ha quedado de manifiesto que la no concurrencia a las urnas puede tener un efecto determinante en el resultado. Hay aquí una advertencia categórica a los sectores con mejor acceso a la educación cívica, que en esta materia ya han dado en el pasado ejemplos de irresponsable indolencia, que luego lamentan inútilmente. Cabe notar que el pasado domingo, las comunas de mayores recursos marcaron una abstención electoral 20 puntos porcentuales mayor que las de aquellas cuya población tiene los sueldos más bajos del país.
Además, los políticos parecen haber entendido -como también ha sucedido en otros países tras adoptar el sufragio voluntario- que su mensaje debe estar mejor dirigido, y que su primer desafío es convencer a sus partidarios de que concurran a votar.
Luego de las elecciones de 2013 habrá más elementos de juicio para considerar si es conveniente revisar algunos aspectos del sistema mismo, incentivando la participación ciudadana, pero antes de esa elección es indispensable limpiar el padrón electoral de los obvios y muchos errores detectados, para que el sistema siga exhibiendo la alta confiabilidad histórica que siempre tuvo.

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