Algunos de los tranques
de propiedad de empresas santarias
encargadas del agua potable,
por razones de crecimiento urbano
han quedado absorbidas por la ciudad.
Es el caso, por ejemplo de dos de ellas,
ubicadas en el sector oriente de Santiago.
En el sector norponiente del barrio
San Carlos de Apoquindo,
en Francisco Bulnes Correa
con República de Honduras,
se encuentra un par de lagunas artificiales,
en cuyo deslinde perimetral que da
a dichas calles, se ha dispuesto
una cierro del tipo pandereta,
que no contribuye precisamente
a aportar armonía y belleza
a ese rincón de la ciudad
(aparte de que en algunos sectores
los pilares de algunas de ellas
están en peligro de caer
al quedar sus fundamentos
en un cimiento precario.
Un enrejado digno
que permitiera contemplar
estos reservorios de agua,
podría mejorar ostensiblemente el entorno,
particularmente la plaza colindante,
lo que convertiría este sector
en un atractivo lugar de encuentro
para las personas que viven
o pasan por este sector de la ciudad.
En Lo Barnechea, más precisamente
en el barrio Los Nogales, está
el tranque La Dehesa, que tiene
un enrejado del tipo sugerido
para el tranque anterior.
Dicho lugar congrega una diversidad
de especies de aves acuáticas:
patos (jergón grande y chico, real;
hemos visto también pato rana,
juarjual y negro; diversas especies
de taguas, además de la tagüita;
zambullidores como la Huala,
el Picurio, el Blanquillo y el Pimpollo,
el cormorán Yeco, algunas especies
de garzas (Cuca, Grande y Chica),
el Huairavo; ocasionalmente
hemos visto también los llamados
Perritos, Playeros, Pollito de Mar
y hasta la Gaviota andina;
además de especies
no particularmente acuáticas
com Triles, Churretes, Golondrinas,
Turcas, Bandurrillas;
ocasionalmente Dormilonas, Perdicitas,
diversas especies de paseriformes
y rapaces de diverso tamaño
(incluyendo un Halcón perdiguero cazando).
La existencia de dicha diversidad
a lo largo del año, podría ser
un lugar de atracción para
recreamiento y educación ambiental,
sirviendo, por ejemplo, para llevar
a los niños y jóvenes que viven
o estudian en el sector, a dicho lugar
para que pueda experimentar
la presencia en la propia ciudad
de la existencia de vida silvestre.
Con muy poco:
escaños para sentarse y, tal vez,
unos dispositivos empotrados
con binoculares bastaría
para convertir el lugar
en un polo atractivo
de contemplación de vida
silvestre en un ambiente acuático.
Estos binoculares empotrados
no son una novedad,
existen en infinidad
de miradores del mundo entero,
en este caso servirían
para que los visitantes
puedan observar las aves
sin importunarlas
y sin tener que acceder
al recinto privado administrado
por sus dueños, las sanitarias.
Tal vez una colaboración
entre estas empresas,
la municipalidad
y otras organizaciones
privadas o públicas,
permitan que con un
esfuerzo económico muy acotado,
se puedan obtener grandes beneficios
para la comunidad.
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