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El astro set chileno



Ellos son parte de las estrellas del firmamento de astrónomos chilenos, que ha crecido con la consagración de nuestro país como observatorio del cosmos. Hoy hay más de 100 científicos en esta área, que tiene poco más de 40 años de enseñanza en Chile.   

Claudio Gaete
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 27 de octubre de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/10/27/el_sabado/el_sabado/noticias/0508E8E3-82F5-45AB-908D-9408EEBE93E7.htm?id={0508E8E3-82F5-45AB-908D-9408EEBE93E7}

Andrés Jordán
El explorador
Cualquiera que lo ve en la calle no se imagina que este joven de 36 años, de jeans, camiseta roja, zapatillas, y que se desplaza en bicicleta es un connotado astrónomo licenciado en Física en la Universidad de Chile y doctorado en la Rutgers University de Estados Unidos, con un posdoctorado en el European Southern Observatory de Munich, donde se dedicó a investigar la estructura central de las galaxias. O que es un activo investigador reclutado para trabajar en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, de Estados Unidos.
Allí conoció a Gaspar Bakos, profesor de Princeton, quien lo invitó al proyecto HATsouth, abocado a buscar exoplanetas transitantes. Reunieron a 10 expertos y consiguieron financiamiento de la National Science Fundation por 3/4 de millón de dólares para el proyecto.
Recién fue aceptado un paper en la revista Astronomical Journal presentando el primer exoplaneta detectado por este proyecto.
Con 75 papers publicados a la fecha, no tuvo especial inclinación por la astronomía de niño. Sí por las matemáticas. Con el tiempo se dio cuenta de que la astronomía era algo que le interesaba, sobre todo porque le gustaba "explorar el universo y su conexión con la Tierra".
El año 2008 postuló a un cargo de profesor en la Universidad Católica. Afirma que la astronomía está llamada a ser parte del patrimonio nacional de Chile, al igual que el cobre y el vino, porque acá existen condiciones espectaculares para el desarrollo de esa ciencia. Y se atreve a ir más allá y diagnosticar que "para el año 2020 concentraremos el 70% de la capacidad de observación instalada en la Tierra".
Dante Minniti
El aventurero
Nació en Santa Fe, Argentina, pero hace 15 años vive en Chile. Tiene una hija chilena, se presenta en el exterior como astrónomo chileno y, más aún, se siente chileno.
Este científico hijo de un astrónomo amateur a quien le gustaba construir telescopios en su tiempo libre, creció amando la física y las matemáticas. Se divertía viendo las estrellas fugaces y llevaba en un cuaderno un registro de todas sus observaciones. Estudió astronomía en la Universidad de Córdoba y luego obtuvo un doctorado en Arizona, Estados Unidos.
Luego de titularse, en el verano de 1986 tuvo la oportunidad de trabajar en el Observatorio Vaticano. "Eso me cambió la vida. Ahí vi cómo funcionaba la astronomía a nivel mundial, me aceleró el pulso. Es el observatorio más antiguo del mundo y fue fundado por los Papas para hacer investigaciones, por astrónomos profesionales", recuerda. Actualmente Minniti es miembro de dicho observatorio.
A mediados de los 90 lo llamaron de la Universidad Católica para ofrecerle un puesto como profesor. "Sabía que Chile tenía un enorme potencial para la astronomía así que me vine. Hoy soy profesor titular y como realizo investigaciones tengo la opción de ocupar los telescopios del norte", asegura. Su interés son los exoplanetas. "Lo que nos falta es descubrir un planeta muy parecido a la tierra, con la misma masa, el mismo tamaño y a una distancia de su estrella que le permita no ser muy caliente ni muy frío. Que sea habitable". Según Minniti se está afinando la puntería y cree que debería haber un descubrimiento luego. "Descubrir un planeta que tenga vida sería un sueño".
Minniti afirma que el próximo paso es salir de la Tierra y expandirnos. Y no esconde sus deseos de ir a Marte. "Aunque sea estar un ratito. Marte tiene especial atracción para el futuro. Siempre me apasionó eso y haría cualquier cosa por ir".
Antonio Hales
El buscador de ALMA
Su interés por la ciencia comenzó sentado en las piernas de su padre, el diputado Patricio Hales, cuando tenía 4 años y él le mostraba un cerezo en flor y le enseñaba la magia de la naturaleza.
Su interés por la astronomía comenzó a los cinco o seis años de manera lúdica. Le interesaba saber por qué ocurren los fenómenos.
Después, estudiando ingeniería, se orientó desde un principio a la física y la astronomía. Luego de titularse se ganó dos becas, una en Francia y otra en Inglaterra. Optó por la segunda. Pero su deseo era trabajar en el proyecto ALMA, en el norte de Chile y realizó un posdoctorado en Estados Unidos. El año 2002, cuando realizaba su práctica, visitó los terrenos donde actualmente se encuentra este conglomerado internacional. "Recién se estaban realizando las faenas y aún no había ninguna antena. Me di cuenta que ese era mi norte en la vida: trabajar allí", sostiene hoy en su oficina de ALMA, en Vitacura.
Después de terminar sus estudios postuló a siete trabajos. Obtuvo el que quería, en el estado de Virginia, donde está el representante de Estados Unidos para ALMA. "Mi primer trabajo, con 26 años, justo ahí. No lo podía creer", dice. Su labor era hacer investigación y trabajar para ALMA probando las antenas prototipo y todo el equipo computacional que iba a ser instalado en Chile.
A sus 32 años desborda en entusiasmo y dice que hay muchas cosas que le soñaría con ver en su carrera. "Entender mejor el origen de la vida, entender qué pasa en ese periodo tenebroso entre el Big Bang y el principio de las primeras estrellas, saber cómo se forma el universo. Pero lo que más quiero ver son las cosas que no me imagino que voy a ver. La gracias de abrir esta ventana al universo son esos descubrimientos que nadie se esperaba y que terminan cambiando el mundo. Eso que no está en mi imaginación, pero estoy seguro de que van a venir", enfatiza.
Juan Cortés
El meritócrata
Trabaja en ALMA desde enero de 2009, pero la astronomía ha estado presente en su vida desde que tenía cuatro años. Es oriundo de Ovalle, hijo de un mecánico de autos y de una profesora básica normalista. Todavía recuerda las vacaciones en que iba al campo, sin luz y tenía ante sus ojos el espectacular cielo nortino que lo maravillaba hasta la saciedad.
"Mis papás me ayudaron bastante -recuerda-, con libros, revistas, me motivaron a leer y estudiar. Me gustaba ver Cosmos en Canal 13 y El planeta milagroso, en Canal 11". Estudió Física en la Facultad de Ciencias de la Chile y después hizo un magíster en Astronomía en la misma universidad, en cerro Calan. Era el único alumno. José Maza y María Teresa Ruiz eran alguno de sus profesores y recuerda que dado que era el único su formación parecía una tutoría. Luego se fue a Yale, Estados Unidos, para hacer un doctorado y realizó una tesis sobre el cúmulo de Virgo, que es una agrupación de galaxias, la más cercana a la Tierra (unos 60 millones de años luz), que reúne a 2 mil galaxias. Él estudió 15, las más extrañas.
Cuando terminó su tesis empezó a trabajar inmediatamente en el norte, en un proyecto con unos japoneses en San Pedro de Atacama. Cada tres semanas viajaba al norte y se quedaba a 4 mil 500 metros de altura por casi un mes realizando observaciones. Dice que nunca tuvo problemas de puna, así que cuando pasó a ALMA, que está a 500 metros más de altura, no tuvo mayores problemas.
Se maravilla con el norte. "Tenemos una ventaja comparativa: los cielos más claros y trasparentes del mundo. Esto permite que Chile sea el lugar natural para observar, además este es un país estable, con buenos accesos. Somos privilegiados", afirma.
Mario Hamuy
Mr. Supernova
El 27 de febrero de 1987, Mario Hamuy llenó su auto con maletas y se fue a La Serena para empezar su nuevo trabajo como científico en el observatorio de cerro Tololo. El director, Bob Williams, lo había contratado para ayudar a los astrónomos visitantes con un nuevo software digital. Cuatro días antes ocurrió un evento astronómico de gran envergadura: explotó la supernova más brillante en cuatro siglos. "Eso cambió mi carrera científica. En cuanto llegué, Bob me dijo lo que había pasado y que había que sacarle el jugo. Me pasé meses observando esta supernova. Ahí nació mi pasión por éstas", recuerda.
Este profesor es uno de los astrónomos chilenos más citados en el extranjero y con mayor reconocimiento internacional. Junto con José Maza y un equipo de astrónomos inició una exhaustiva investigación sobre las supernovas en 1989 que terminó en una polémica por el Premio Nobel de Física el año pasado.
El proyecto Calán-Tololo encontró unas 50 supernova. En 1994 un profesor de Harvard les pidió -dice- utilizar los datos encontrados para una caracterización matemática. Desde Chile les respondieron que aún no habían publicado el resultado de su investigación y que se los daban, pero con el compromiso de no publicar nada sin que lo hicieran antes ellos. Después descubrieron que el equipo extranjero iba a publicar sus resultados. Se sintieron engañados, hubo varios telefonazos y finalmente acordaron publicar al mismo tiempo.
El punto es que 15 años después la Academia sueca premió a tres físicos norteamericanos sobre un estudio acerca de las supernovas lejanas y afirmó que para dicho trabajo "fue esencial" lo realizado por el equipo de Calán-Tololo.
"Son situaciones ingratas. Cuando uno colabora con gente de una de las universidades más prestigiosas del mundo y, a cambio, se aprovecha esa generosidad para resaltar el trabajo de ellos a expensas del nuestro. Es frustrante", dice. Pero decidió dar vuelta la página.
Hoy da muchas charlas a jóvenes secundarios y aprecia un gran entusiasmo. Pero advierte que los fondos son escasos y que en Chile falta inversión en ciencia y tecnología. "Actualmente se invierte el 0,4% del PIB y debiera ser el 1,7%. Además, somos unos 4 mil científicos en el país y en el mundo son 1 millón 700 mil, es decir, acá debiéramos ser unos 17 mil", afirma.
El año 2008 escribió un libro sobre las supernovas con su colega José Maza. El astrónomo español Rafael Ferrando quedó fascinado y decidió devolverles la mano. Descubrió un asteroide, el 109097, y lo bautizó "Hamuy". "Es un honor que haya un objeto en el espacio con mi nombre", afirma.
José Maza
El sherpa
El soviético Yuri Gagarin fue el primer hombre en viajar al espacio. Fue el 12 de abril de 1961. Esa fecha marca un antes y un después para José Maza, entonces un estudiante del Barros Borgoño, que gastaba lo poco que tenía en textos de astronomía de la editorial soviética Mir.
Entró a ingeniería eléctrica en la Chile, en 1966. La universidad ofrecía dos cursos de astronomía los miércoles en la tarde. Los tomó. Y le encantaron. Más le fascinó cuando su profesor, Hugo Moreno, llevó a cinco alumnos a visitar el observatorio de cerro Tololo. Fue el empujón final para estudiar astronomía. Fue uno de los primeros chilenos en hacerlo y luego se fue a Toronto, Canadá, a hacer un doctorado.
Allí se dedicó a las supernovas. Su objetivo era clasificarlas y ordenarlas. Llegó a conocerlas todas, por nombre y por número, y publicó su primer paper en el Astrophisical Journal en 1976.
Se apasiona al hablar de astronomía. "Hay muchos mitos respecto de Chile, que la Canción Nacional, que la bandera, pero lo de los cielos chilenos no es un mito: son los mejores del mundo para observar el espacio. En el hemisferio sur, solamente la costa este de Australia, Namibia y Sudáfrica tienen cielos razonablemente comparables con el de Chile", asegura.
Junto a Mario Hamuy, se abocó al estudio de las supernovas que derivó en la polémica por el Nobel de Física. Su molestia no es con los ganadores del Nobel, con quienes mantiene una buena relación. Más bien es con el profesor de Harvard que les pidió los datos y que luego los quiso utilizar en un paper antes que ellos publicaran el suyo.
"Yo estaba en España cuando vi quienes se ganaron el Nobel de Física. Quedé estático al ver la noticia. Le mandé un mail a Brian Schmidt, lo felicité y le dije que yo sólo había sido el sherpa que había ayudado a hacer cumbre. Él me respondió que había sido mucho más que un sherpa y cuando aceptó el premio hizo un reconocimiento a nuestra labor".
En 1999 recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas.
María Teresa Ruiz
La pionera
Es pionera por partida triple: fue una de las primeras mujeres astrónomas del país, la primera en doctorarse en esa especialidad en Princeton, y la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Ciencias Exactas, en 1997.
Estudió ingeniería en la Chile y su plan era dedicarse a la bioquímica. Había pasado su primer año y surgió la posibilidad de ir al cerro Calán a observar el universo. Cuando llegó, le tocó una noche sin luna y de repente miró el cielo estrellado. "Vi ante mis ojos la Vía Láctea en toda su plenitud. Esa noche maravillosa fue como un flechazo para mí y me dije: 'Esto es lo que quiero hacer'".
Tomó cursos de astronomía y se graduó en 1971. Luego partió a su doctorado en astrofísica. Para su tesis doctoral hizo un modelo para entender los movimientos de la galaxia Andrómeda, el cual publicó en 1975.
"Lo que me tiene orgullosa es que esa tesis todavía se cita. Si pasa eso después de 10 años de ser publicado quiere decir que es un cuerpo bueno", cuenta.
Junto a su marido, físico de profesión, se fue al observatorio de Trieste, en Italia, donde realizó un posdoctorado. Luego a México para hacer una investigación, y más tarde la contrató la Universidad de Nueva York.
Posteriormente volvió a Chile. Se integró al Departamento de astronomía de la Universidad de Chile en 1979.
Su tarea científica se ha centrado en el estudio de las estrellas enanas, que es lo que queda de su estrella luego que ha agotado su combustión nuclear.
Mientras estaba en ese afán, descubrió la primera estrella café de la historia y decidió bautizarla Kelu, voz mapuche que significa rojo. "Cuado hice el descubrimiento era tarde y no tenía a nadie a quien llamar. Le escribí a un colega en California, porque calculé que por la diferencia horaria estaría despierto. Me respondió en seguida. Fue un regalo para mí. Yo andaba buscando otra cosa, pero esta chicoca me hizo muy feliz".

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