Diario El Mercurio, Sábado 27 de Octubre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2012/10/27/que-va-a-pasar-el-domingo.asp
Hacer pronósticos sobre la elección de mañana es imposible. Por primera vez no sabemos absolutamente nada de lo que va a pasar. Las elecciones anteriores fueron todas parecidas: votó la misma cantidad de gente y votaron todos más o menos igual. Lo único que se movió en 20 años fue el margen. Y eso determinó las elecciones.
Como no sabemos cuántos de los "antiguos no inscritos" van a ir a votar, ni cuántos de los "antiguos inscritos" ahora no lo harán, la de mañana es una elección particularmente incierta. La mayor parte de los analistas y -privadamente- el propio Gobierno han optado por creer que los efectos se anularán y que en la práctica "no va a pasar nada". Sin embargo, eso es sólo una probabilidad entre muchas...
Y si bien no sabemos los resultados, sí sabemos algunas cosas que ocurrirán. Por primera vez no oiremos la frase recurrente de los políticos chilenos que tras cada elección destacan "la conciencia cívica del chileno que se vuelca en masa a votar". En un país que vivió largo tiempo con nulidades para no hablar de divorcio y que a las dictaduras les dice "regímenes", la "conciencia cívica" era un eufemismo más.
Mañana en la noche, sin embargo, todos dirán otra cosa: oiremos que fue un error aprobar el voto voluntario. Que cómo es posible que vote sólo el 50% de la gente, que hay que modificar la ley, que votar es una obligación, etc., etc., etc.
Ya son muchos los políticos concertacionistas que se han arrepentido del cambio, encabezados por el propio Ricardo Lagos. Algunos han ido más lejos: el ex ministro Vidal dijo que esto era un regalo para la derecha, porque es la gente informada la que vota. ¿Qué habrá querido decir Vidal con esto? ¿Que son los desinformados los que votan por la Concertación?
No hay que engañarse. Si vota poca gente mañana, lejos de algo negativo, va a ser una señal de madurez política y de estabilidad institucional. Será la muestra de que, a final de cuenta, en el Chile actual no importa tanto quien salga. No es el blanco o negro, no es el bien en contra del mal.
Pero a partir del lunes empezará la arremetida de quienes querrán -en pos de la "legitimidad democrática"- imponer el voto obligatorio. No les importará que la mayor parte de los países desarrollados tenga voto voluntario, ni que el voto antes que una obligación sea un derecho.
Es cierto que Aristóteles decía que quien se automargina de las decisiones públicas "o es Dios, o es bestia". Pero llevar a las bestias y a los dioses a votar obligados no beneficia a nadie ni legitima nada.
Podría pasar algo peor mañana: que si a la Concertación no le va bien trate de culpar al cambio electoral de la derrota. Peor aún, que se ponga un manto de duda sobre la legitimidad de los resultados, como lo insinuó hace algunas semanas el "experto" electoral socialista Mahmud Aleuy, en una irresponsable declaración.
¿Y Bachelet? Necesariamente tendrá que poner fin a su ostracismo: Si le va bien a la Concertación no le será difícil. Pero si le va mal no será tan fácil. Mal que mal, ha estado presente en las fotos de las 345 comunas del país. Por primera vez tendría que salir a dar explicaciones.
¿Y cómo sabremos quién ganará mañana? (otro clásico nacional es el "triunfo colectivo" donde todos ganan).
Ganará quien obtenga más porcentaje de votos de concejales. Ganará quien obtenga un mayor número de concejales y quien obtenga un mayor número de alcaldes. Ganará quién tenga mayor cantidad de alcaldes en las 15 capitales regionales. Ganará quien triunfe en Santiago centro, por ser la contienda más emblemática. Ganará, en definitiva, quien obtenga más triunfos en los puntos anteriores.
Porque no hay duda: sólo uno puede ganar. Como decía Churchill, tras una elección sólo importa quién es el ganador... todos los demás son perdedores.
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