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Benjamín Lira: "Los artistas hacemos uno o tres cuadros en la vida"

Benjamín Lira: "Los artistas hacemos uno o tres cuadros en la vida"

Expone una significativa antología en la Sala Matta del Museo Nacional de Bellas Artes, con varios trabajos -desde los años 70 a hoy- nunca antes vistos en Chile. Lira se reencuentra aquí con su pasado y revela a "Artes y Letras" pasajes desconocidos de su biografía y arte.  

por Cecilia Valdés Urrutia
Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 28 de octubre de 2012

Al interior de la Sala Matta, un variado y numeroso público -llegado, incluso, de regiones- se pasea y detiene frente a las pinturas de diversas épocas y los volúmenes de cabezas en cerámica y bronce de Benjamín Lira. La primera parte de la muestra sorprende: hay cuadros nunca antes vistos, de los años 70, que citan a maestros del Renacimiento. Otra faceta inédita es un gran conjunto de retratos más libres, realizados con infinitas capas pictóricas o casi sin materia, más figurativos o que se ubican al límite de la abstracción. Sobresalen sus desconocidos cuadernos, en pintura o acuarela, que por fin se decidió a mostrar. "En cada uno de ellos estudió un tema: la figura, el espacio, la abstracción o el collage ", nos detalla.
El impecable montaje de la exposición que hizo el propio artista, conocido por su extrema rigurosidad -con la ayuda de su hija única, la arquitecta Olimpia Lira-, enriquece el diálogo de las obras realizadas durante más de 40 años de trayectoria.
Benjamín Lira Valdés (1950) reconoce estar contento con el resultado de la muestra, "aunque siento que ésta no es una retrospectiva. Faltan mis collages y las fotografías. Creo, además, que quizá no logro transmitir bien mi evolución del color, que es tan importante".
La exhibición lleva por título "Obras de estudio". Y responde a que estos trabajos provienen de sus estudios, "es decir, de mis talleres de pintura, de dibujo, del taller donde voy a trabajar la cerámica y el de grabados. Están aquí mis obras emblemáticas". La retrospectiva completa -más sus collages y objetos- contendrá el nuevo libro de Lira que aparece en noviembre, con cerca de 400 páginas a todo color (con el auspicio de Celfin, bajo la Ley de Donaciones Culturales), el que será subido también a la web del museo.
Con siluetas de tesoros
-¿Qué le pasa al ver sus obras?
"Es una gran oportunidad de diálogo con obras desde 1973 a 2012. Había pinturas que no las veía hace décadas. Estaban guardadas en bodegas. Pero estoy demasiado encima para poder digerir todas estas emociones. Ha sido un volver hacia atrás".
"Me pasó -agrega- una experiencia digna de psicoanálisis. La misma semana que empecé el traslado de obras al museo sucedió un percance en mi taller de Providencia. El vecino de arriba tuvo un desperfecto en el baño y empezó a gotear sobre un closet donde guardaba unos 700 dibujos. Debí sacar dibujo por dibujo, secarlos cada uno y luego ponerlos como una torta. Fue un remezón y un volver hacia atrás. Eran obras que tenía desde 1964 hasta 1974, pero alcancé a salvarlas en un 90 por ciento. Eso no es todo. Para el libro tenía que restaurar una cerámica de 1966 y, como soy ordenado, al hacerlo encontré la misma caja de témpera que había usado entonces. Tenía 16 años. Volví a la época del colegio, del Craighouse, cuya sede estaba en la casa que había sido del famoso arqueólogo Fernando Márquez de Plata. Ahí en las murallas quedaban huellas de las siluetas donde habían estado los cuadros, los sarcófagos y otras cosas que me imaginaba de ese mundo".
-A los nueve años usted había partido con clases de dibujo con Dinora Doudchitzky.
"Sí, ella y Nemesio Antúnez hacían clases para niños, los días sábado en el Museo de Arte Contemporáneo. Nosotros íbamos en trole, con José Domingo Peñafiel, por nuestro propio interés. Era otro Santiago. Ahí nos daban papel y dibujábamos mucho: esos eran los dibujos que guardaba en el closet".
-Tiene que haber dibujado desde más chico...
"Sí. Mi manera de relacionarme fue a través del dibujo y de hacer monos en plasticina. Tenía dislexia y el arte me ayudó a comunicarme. Me costaba mucho leer y escribir. En cambio, tenía una memoria visual privilegiada. Tuve la suerte de que mi primera aproximación al arte fue en casa de mi abuelo materno (don Salvador Valdés Morandé), a través de los cuadros de próceres que tenía. Me los conocía de memoria y lo extraordinario era que todos esos personajes eran familiares; para mí eran gente viva".
El Renacimiento
-El dibujo, ¿es esencial?
"No sé realmente si es esencial. Me interesa mucho y creo que estructura la obra. Durante un tiempo la línea fue muy importante y sigue siéndolo. Pero voy dibujando también con la pintura y hago texturas a través del dibujo".
-El Renacimiento y artistas como Bellini parecen sí ser esenciales.
"Más que el Renacimiento, la historia del arte es un hilo conductor de mi obra. Pero siento que comencé a ver tal vez de una manera demasiado didáctica. Hasta 1975 era consciente del arte contemporáneo pero no lo había visto verdaderamente. Esta muestra comienza justamente con una pintura sobre Bellini y con una interpretación de un cuadro de Piero della Francesca, que me llamó poderosamente la atención. Me interesó esa figura del Duque, cómo está pintada con la luz, los colores, y además por esa cosa objetual. Mi obra tiene que ver con eso. No soy un artista conceptual, soy matérico 100 por ciento".
-¿Y qué le pasa con Leonardo? ¿Le influye?
"Me interesan todos los anatomistas, y los que estudian el cuerpo científicamente. Mis obras de 1973 miran esas figuras a las que se les ven las venas. Siempre me interesó mucho ver las radiografías del cuerpo".
-Cita también a Ingres y a Munch .
"Munch me interesa mucho por la figura aislada, aunque el aislamiento de mi figura va por un camino distinto. Es el ser humano tratando de encontrar un equilibrio, entre lo interno y lo externo. En cuanto a Ingres, cuando compartía el taller con Gonzalo Cienfuegos, decidimos tomar la misma pintura y recrearla. Para mí, fue mi primera pintura al óleo con ese nivel de detalle".
-Usted trabaja una neofiguración, pero lo abstracto se asoma.
"¡Absolutamente!, incluso las obras en cerámica tienen una fase bastante abstracta. Trabajo con la figura humana pero no son retratos: vienen de la imaginación. Me interesa mucho la pintura abstracta y siento que mis figuras son muy abstractas. Y las voy construyendo muy lento . Hago sólo cuatro o cinco pinturas al año, y cinco esculturas. Pero al mismo tiempo trabajo en otras cosas como los collages y los cuadernos".
-El color es una constante.
"Es protagonista. Es muy importante en la pintura y también en la escultura, dado por el fuego. Hay una etapa en los años 90-94, cuando recién volví a Chile desde Nueva York, que me costó mucho trabajar con él. Luego usé sólo los primarios y desde fines de los 90 empecé a emplear libremente el color. Pero ahora estoy agobiado con el color. Creo que volveré al blanco y negro".
-Con la materialidad no se cansa.
"Lo táctil es esencial. Es parte del lenguaje. Trabajo lo áspero, lo liso y las diferencias que va dando el lenguaje táctil. Y me gusta mucho trabajar con papel, porque me da mucha libertad y tiene esa cualidad de dar distintos grosores".
-¿Y qué pasa con la belleza?
"No es un objetivo. Tengo otros fines que no se llaman belleza, como el equilibrio y que una obra tenga fuerza".
-¿Qué persigue con esos seres aislados, silenciosos ?
"Pueden estar en silencio pero no los siento solos. Hoy es difícil estar solo. Hay pocos espacios para esa situación de crecimiento personal que se necesita. Me interesa la condición humana".
-¿Reconoce alguna de sus etapas particularmente emblemática ?
"Mi obra es consistente y hay un hilo conductor. Trabajo las cosas hasta que quedo conforme. No le creo mucho a la intuición, porque esto es también un aprendizaje de paciencia. El trabajar en la misma tela se transmite en la obra".
-¿Cuáles han sido sus principales luchas artísticas ?
"Prácticamente he hecho sólo una sola pintura: una figura en un espacio. Pero pretendo poder hacerla de una manera tal que se vaya renovando. Creo que los artistas hacemos uno o tres cuadros en la vida que pueden ir cambiando, de ahí parten otras cosas. Obviamente mis collages que nunca los he mostrado son distintos a mis pinturas, pero se relacionan 100 por ciento. Otras que son más paisajes también se conectan. Y del mundo de la fotografía he sacado la textura, la arquitectura. Hay otras cosas que me interesan como el jazz, el arte popular, lo etnográfico, la arqueología. Mi obra se beneficia de todo ello. Pero ahora lo único que quiero es encerrarme en mi taller. Necesito estar en mis estudios. Es mi brújula".

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