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Conicyt donde debe estar

Joaquín Fermandois 
Diario El Mercurio, Martes 30 de Octubre de 2012 

http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/10/30/conicyt-donde-debe-estar.asp


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El debate en torno al futuro de la casi única institución chilena que promueve la investigación científica parece haber surgido de una suerte de "peloteo", de quién se queda con un trofeo codiciado porque adquirió gran valor. En efecto, Conicyt se fundó en 1967, en parte porque al alero de las universidades era difícil obtener recursos para desarrollar amplios proyectos científicos. Dio un brinco cuando en 1982 nació el programa Fondecyt, que ha sido el que más ha impulsado la investigación y la formación de equipos científicos en el país, que no han cesado de incrementarse hasta hoy. Otros más han brotado en el intertanto, de manera que se ha configurado una referencia de "hacer ciencia" que no se puede tratar con liviandad en el momento de pensar su futuro. Sobre todo, ha sido un agente eficaz para comunicar a los científicos nacionales con grupos homólogos a lo largo del mundo. Con justicia se acaban de celebrar sus 30 años de existencia.
Desde luego, su funcionamiento no ha estado exento de críticas, aunque lo que se puede decir es que de algo pequeño y tentativo a comienzos de los años 80, de manera sistemática ha ido creciendo y evolucionando como un sistema de concursos moderno, arbitrado e informado. En estos momentos, su mayor peligro está en la confusión entre el área de las humanidades y ciencias sociales, por una parte, y el de las ciencias naturales o "duras", por la otra. Las segundas muchas veces mandan en la definición de "ciencia", y no pocos cultores de las primeras asumen servilmente el lenguaje de las segundas. Hoy, el dilema mayor se da por la "orden de partido" de orientar toda la escritura a las revistas indexadas, lo que resulta en un lenguaje poco inspirado y en nulo vanguardismo intelectual, que es el problema sobre el que ha llamado la atención Sergio Villalobos. Ahora el desafío para las humanidades y las ciencias sociales radica en hallar un envoltorio de rigor que reúna la exigencia representada por la indexación, y el apoyo a la creatividad intelectual, que sólo apareció de manera sistemática con Conicyt, que debe moverse con patrones internacionalmente reconocidos.
Lo que inquieta es el afán constructivista por cambiar "organigramas" y funciones, sobre todo con instituciones que han probado sus (buenos) resultados, como si se tratara de una presa codiciada porque su peso es cada vez mayor. En el Ministerio de Economía -o en cualquier otro de este tipo- no recibiría mayor atención. Salta a la vista el desinterés que su presencia tiene que provocar en personas ajenas a las inquietudes de la ciencia, ya que es un organismo dedicado a otras tareas, todas apremiantes en el tiempo corto.
No es que Conicyt pese mucho en Educación, también sometido a desafíos descomunales que por necesidad consumen todo el tiempo, pero le es el lugar más natural de todos. Quizás debería tener el rango de una superintendencia, o estar a cargo de un subsecretario que sea un talento en gestión, pero que también tenga noción de lo que es cultivar ciencia más allá de la ingeniería social, y que en su área de "ciencia aplicada" se coordine con Economía.
Se ha logrado levantar una institución donde probadamente se ha hecho ciencia y creado tradición (por definición, legado y tarea de futuro). No juguemos con Conicyt.
Lo mismo en otras áreas, entre otras la hacienda pública, en la cual prolifera todo tipo de proyectos tributarios; con las Fuerzas Armadas y la más que delicada tarea de reemplazar la Ley Reservada del Cobre; los devaneos con una asamblea constituyente, cuando ya hay gestos de arrepentimiento por algo menor en comparación, como el voto voluntario.

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