Comienza a amanecer.
Hay una luna llena
bajando poco a poco
pero todavía suspendida en lo alto,
al oriente del cerro Manquehue.
Brilla tan intensamente
que pareciera que el tenue clarear
no va a poder contrarrestar su luz,
pero, es cosa de tiempo.
La ciudad comienza
poco a poco a activarse
pero desde hace algún rato,
lo que predomina es el
polifónico coro del canto de los pájaros
en esta ladera norte del cerro San Benito de los Piques.
Es tal vez la única hora del día
en que el canto de las aves
se escucha más que la ciudad.
Pero no sólo las aves cantan,
en este preciso momento
los monjes vuelven
al Oficio Divino
-La liturgia de las horas-
con el canto de Laudes.
Me acabo de dar cuenta
de una maravilla:
¡todo el cerro está cantando!
Gloria a Dios por eso...
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