Con la disposición y los ojos atentos

por Mentessana   Diario El Mercurio, Día a Día,  Jueves 24 de Mayo de 2012

Envuelto por el viento y las hojas arremolinadas de una típica tarde de otoño, el desconocido recogió del parque un libro que parecía haber sido abandonado o extraviado por su dueño. El volumen, todavía no tan viejo y malgastado, reunía varios cuentos de distintos escritores contemporáneos. Una antología de antología para ese lector con tiempo. El hallazgo, cómo no, era una invitación a sentarse en uno de los bancos de ese mismo parque y leer hasta que el rato de ocio y de luz lo permitiesen. Es lo que el hombre anónimo hizo: leer casi sin darse cuenta de las horas que dedicó a ese libro encontrado azarosamente.

Conocer esta historia me sugirió esta crónica. Así como en ocasiones nos topamos inesperadamente con alguien que nos alegra el día, también a veces las cosas -un libro, por ejemplo- nos deparan una satisfacción imprevista. Y es que, para quien vive con la disposición y los ojos atentos, siempre cabe la posibilidad de un descubrimiento gozoso en su cotidiana experiencia con lo otro.

Si bien somos más hijos de la rutina que de lo sorpresivo, nunca es tarde para que incluso en una tranquila tarde otoñal, no sólo las hojas de los árboles, sino las hojas de un libro sean las que sosieguen a un espíritu quizás inquieto.