Corresponden a especies parecidas a las actuales que habitaron hace 47 millones de años esa región, cuando estaba cubierta de bosques y permanecía unida al continente americano.
por Richard García
Diario El Mercurio, lunes 25 de junio de 2012
Hace 47 millones de años, cuando la Antártica formaba una sola unidad continental con la Patagonia, deambulaban por sus bosques tropicales aves similares a zorzales, caranchos y patos.
Sus huellas acaban de ser identificadas por investigadores del Instituto Antártico de Chile, encabezados por el paleobiólogo Héctor Mansilla (28), en la isla Rey Jorge, donde funciona la base Presidente Frei.
Aunque existían reportes de huellas de aves en el lugar, no se había efectuado un trabajo intensivo en el área.
Ahora Mansilla, junto al jefe de del departamento científico del Inach, Marcelo Leppe, y a la investigadora Natalia Varela, no sólo pudieron redescribir los primeros hallazgos de hace cuarenta años, sino que además encontraron nuevas huellas, como las de Avipeda , parecida al carancho, descrita por primera vez en esta zona, con las que totalizaron 60 ejemplos. El estudio apareció publicado este mes en la revista Antarctic Science.
Los hallazgos permitirán una mejor comprensión del tipo de aves que habitaron esa región en el pasado y entender su relación con las del continente americano.
Igualmente, se ha corregido la datación de piezas anteriores y se obtuvo un conocimiento más acabado de las aves que habitaron esta lejana isla polar.
Mansilla viajó por primera vez a la isla en 2009 gracias a Leppe, quien lo invitó a participar en su proyecto sobre las conexiones entre la Patagonia y la Antártica. "Entre los lugares que teníamos que explorar estaba el cerro Fósil y ahí se produjo este hallazgo".
El investigador destaca que es el único lugar de la Antártica donde se han encontrado huellas fósiles de aves.
"Aparte de esas trazas, también hay hojas fósiles, marcas de ondulaciones y de lluvia, y registros de polen", describe.
Aún no han encontrado restos fosilizados de estas aves y es poco probable que así sea por las condiciones ambientales a las que estuvieron sometidos.
"Las huellas son la única marca de vertebrados en el lugar y subsistieron porque se trata de sedimentos muy blandos y no están sometidos a grandes disturbios geológicos". Estima que el sitio pudo corresponder a la orilla de un lago, dentro de un valle montañoso, que tuvo sucesivas inundaciones. Por ese entonces el paisaje era muy parecido al que ahora encontramos en la selva valdiviana, un bosque templado, no tropical, en el que predominaban especies parecidas al mañío, la araucaria, el coigüe, el ciprés o el ulmo.
La Antártica recién se separó del continente americano hace unos 23 millones de años, cuando se forma el mar de Drake, y es probable que hace 3 millones de años todavía pudieran encontrarse árboles en zonas libres de hielo. "La separación continental es la que influye en la desaparición de los bosques".
Es difícil decir de qué especies son las huellas encontradas, porque varias aves pueden dejar el mismo tipo de huellas. "No podría decir que corresponde a tal ave, pero sí a cuál se parecía por la configuración de los dedos".
El análisis de estas muestras se hizo en los laboratorios del Inach y contó con la colaboración de investigadores extranjeros, como Silvina de Valais, de la Universidad Nacional de Río Negro, en Argentina, quien es experta en huellas de aves, y del geólogo alemán Wolfgang Stinnesbeck, de la Universidad de Heidelberg.
La investigación también permitió a Mansilla realizar una pasantía en Alemania sobre paleontología.
El estudio contó con el financiamiento del Fondecyt y del Inach.
El precursor
Los trabajos realizados por el geólogo Vladimir Covacevich entre 1969 y 1972 incluyeron el hallazgo de las marcas dejadas por un forracoide , un ave carnívora de gran tamaño e incapaz de volar, y también de otra especie similar a un zorzal, pero con garras pequeñas. En el trabajo actual se está revisando la datación de ambas evidencias.
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