Cartas
Diario El Mercurio, Martes 19 de Junio de 2012
Señor Director:
Diario El Mercurio, Martes 19 de Junio de 2012
Señor Director:
El señor Carlos Peña analiza en su interesante columna del domingoel arrepentimiento del ministro Chadwick y le atribuye el significado de una evaluación negativa de la estrategia adoptada por Jaime Guzmán y sus seguidores respecto del régimen militar, la que habría consistido en sumarse a él con el objetivo de darle un cauce modernizador provechoso para el país y, asumiendo su existencia, evitar en lo posible las violaciones a los derechos humanos.
El artículo deja al menos tres dudas: la primera es si el arrepentimiento de Chadwick sería respecto de la estrategia completa o se referiría a "no haber hecho más" en relación a evitar las violaciones a los DD.HH.. La cita del ministro coincide más con esta última interpretación.
La segunda es relativa a las razones por las cuales el señor Peña considera "frustrada" dicha estrategia a la luz de los hechos, cuando, efectivamente, la dictadura chilena se diferencia del resto de las dictaduras latinoamericanas del período por sus reformas modernizadoras y, especialmente, por el sometimiento a un marco legal que la llevó incluso a abandonar democráticamente el poder.
La tercera es qué cree el columnista que habría ocurrido si los sectores civiles y militares que adoptaron la estrategia referida no hubieran participado de la dictadura, dejando que primaran los sectores militaristas (que Guzmán llamaba "fascistoides"), contrarios a la Constitución del 80 y a la lógica de las reformas modernizadoras, y especialmente relacionados con las violaciones a los derechos humanos.
PABLO ORTÚZAR MADRID
Carlos Peña
Domingo 17 de Junio de 2012
Andrés Chadwick y Jaime Guzmán
Domingo 17 de Junio de 2012
Andrés Chadwick y Jaime Guzmán
Las palabras del ministro Chadwick-se declaró arrepentido de haber apoyado a la dictadura- más que un rechazo a Pinochet, son un rechazo a la UDI y al camino que siguió Jaime Guzmán.
Eso -y no otra cosa- explica el revuelo que han producido.
A primera vista, el ministro dijo algo que casi no merecía comentario. Pareció sugerir que no supo de las violaciones a los derechos humanos. Sólo el paso del tiempo, aparentó decir, le habría hecho caer en la cuenta de las brutalidades que entonces se cometieron:
"Con el paso del tiempo -declaró el ministro- se me hacía más fuerte (...) la situación de violaciones a los derechos humanos. Me arrepiento -agregó- de no haber podido hacer más, de no haber tenido a tiempo una conducta que hubiese podido manifestar mi condena a la violación de los derechos humanos en ese momento".
El ministro pareció repetir un argumento que suele oírse cada vez que se mira para atrás: quienes apoyaban a la dictadura ni supieron ni oyeron nada. Y ahora que lo saben, se arrepienten.
Pero interpretar así las palabras de Andrés Chadwick sería pueril. El ministro se expondría a preguntas obvias que carecen de respuesta: ¿Cómo pudo ignorar lo que las Iglesias gritaban a los cuatro vientos y lo que medio Chile, la prensa incluida, perfectamente sabía?, ¿quién podría necesitar más de dos décadas para enterarse?
Esa interpretación de las palabras de Chadwick -además de pueril- tampoco se condice con la historia oficial de la UDI y menos con la biografía de Jaime Guzmán que sus discípulos han divulgado. Los historiadores de Guzmán afirman que él supo de las violaciones a los derechos humanos y que, no obstante, apoyó al régimen confiado en que ése era un mal menor que podría corregirse. Esta fue, insisten sus hagiógrafos, la decisión de Jaime Guzmán y de quienes confiaban en él: distinguir entre las reformas que la dictadura llevaba adelante y el precio de violencia que se pagaba por ellas. Guzmán y sus epígonos creyeron posible separar la dimensión modernizadora del régimen de su lado criminal y, allí donde la separación no fuera posible, confiaron que la obra de la dictadura compensaría sus crímenes. Sus discípulos, entre los que se encontraba el ministro Chadwick, lo acompañaron en ese camino.
La verdad entonces -que las declaraciones del ministro confirman- es que Jaime Guzmán y sus discípulos supieron de las violaciones que se cometían, sólo que creyeron que era posible corregir al régimen desde dentro, desalojando a los criminales. En otras palabras, consintieron en seguir apoyando a la dictadura a sabiendas que cometía crímenes de tortura y de desaparición de personas por motivos políticos. Participaron del régimen pretendiendo que podían hacer suyos los logros y, al mismo tiempo, alejar de sí los crímenes. Pretendieron ser parte de una dictadura y no ensuciarse las manos, cometer un pecado craso y, al mismo tiempo, alcanzar el cielo.
Ese fue el camino -frustrado- de Jaime Guzmán.
Lo notable de las palabras de Chadwick es que acaba de revelar que se arrepiente de haberlo transitado. Las palabras del ministro van más allá de una condena a la dictadura: son también un rechazo de la estrategia que, según los historiadores oficiales de la UDI, adoptó Jaime Guzmán.
Todo lo anterior se ha enredado en discusiones más o menos banales. Se ha dicho que Chadwick se dio vuelta la chaqueta; que omite las circunstancias que explican el golpe y las violaciones a los derechos humanos; que su actitud carece de toda sensibilidad histórica; que la suya es una opinión estrictamente personal.
Pero ninguna de esas discusiones apunta a lo fundamental. Chadwick manifestó un rechazo a la connivencia, por cualquier motivo, con un régimen que viole los derechos humanos. Y en la medida que el intelectual que hizo de esa connivencia una estrategia política y una doctrina fue Jaime Guzmán, no cabe duda que las palabras del ministro Chadwick son una ruptura final con la UDI y, lo reconozca o no, con la memoria de su mentor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS