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¿Y si no estoy en el futuro? por Claudia Aldana

Mi primer año con Fátima

Diario El Mercurio, Revista Ya, Martes 26 de Junio de 2012  
http://blogs.elmercurio.com/ya/2012/06/26/y-si-no-estoy-en-el-futuro.asp

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Escribo con pena. Hace un par de semanas me tocó acompañar a mi mamá en el triste momento de enfrentar el fallecimiento de una de sus amigas. Y un mes más tarde, el marido de su amiga también partió. Veo al hijo que ambos dejan, me da pena y me deja pensando en tantas cosas. Pienso en el día en que quienes yo amo no van a estar. O que pasará con los míos cuando yo no esté.
Uno de los grandes miedos que tengo en la vida es el día en que mi mamá no esté. Dejar de ser hija debe ser complicado, pero es la ley de la vida. Sin embargo, mientras los autos avanzan con las luces encendidas camino al cinerario, pienso en mis hijas. Más que pena, me da pánico. ¿Qué va a pasar con la Fátima cuando yo no esté?
Esa fue una de las primeras preguntas que nos hicimos con Raúl cuando recién nació la Fátima. Hemos reorientado nuestras prioridades para dejarla con un colchoncito económico. Pero la vida no es sólo comer y tener un lugar donde dormir, aunque eso ya sea bastante. ¿Quién va a ser su compañía? ¿A quién le va a contar sus penas y alegrías? ¿Tendrá una pareja en la cual apoyarse, quien le celebre sus cumpleaños, y quien la haga sentirse acogida? Evidentemente que la Fati tiene a su hermana. Tiene sus tíos, su familia extendida, pero las mamás siempre nos sentimos superpoderosas e indispensables, y creo que si yo no estoy, nadie va a ser lo suficientemente bueno para cuidarla. Pensar que un día me iré, y me despedirá mi hija que es considerada menos apta para esta vida, me parte el alma. Y me llena de terror.
Converso el tema con mi marido y nos calmamos mutuamente con el hecho de que la Fátima está rodeada de una gran familia. Lo hablo con una amiga, honesta y abiertamente, y le digo que es horrible lo que le voy a decir, pero a veces pienso que no podría partir tranquila sabiendo que mi hija con síndrome de Down se queda acá. ¿Cómo remediarlo? ¿Me iría más tranquila si tuviera que pasar por el proceso de enterrar yo a mi hija, yendo contra todas las leyes de la naturaleza? Es un tema denso, triste de conversar, complejo de poner en la palestra, pero hay que ponerlo.
Estamos en una sociedad donde la muerte es considerada una tragedia. Pero debemos aprender a dejar que otro llene nuestro espacio. A confiar en la bondad de quienes nos rodean. Y a creer que si hemos hecho bien el trabajo como familia, nuestra hija siempre tendrá quienes la quieran y la acojan. Sin embargo, sólo sabremos si hicimos bien esa pega cuando ya no estemos. Y eso, me aterra.

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