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Nacimiento de Juan Bautista‏



Himno (*)

Niño que, antes de nacer, 
reconoce a su Señor
y da saltos de placer
bien puede llegar a ser
su profeta y precursor.

Su nombre será Juan
su morada los desiertos;
langostas serán su pan;
sobre el agua del Jordán,
verán los cielos abiertos.

Otros lo vieron lejano
y le anunciaron primero;
Juan lo ve ya tan cercano
que va extendiendo su mano
y señalando al Cordero.

Está llegando la hora,
ocaso de un Testamento,
pero del nuevo, la aurora,
con la gracia triunfadora
de Juan en el nacimiento.

La ley vieja en él fenece,
la de gracia en él apunta;
de donde claro parece
que en este niño amanece
libertad y gracia junta.

Claro espejo es el Jordán,
después que los dos se han visto
y abrazos de paz se dan;
resplandece Cristo en Juan
y Juan reverbera en Cristo.

Juan a Jesús bautizaba,
el cielo entero se abría,
la voz del Padre sonaba
la Paloma se posaba
en gloriosa teofanía.

Nunca se podrá acallar
la voz que habló en el desierto,
aunque le hayan de cortar
la cabeza; estará muerto
más no dejará de hablar.

Gloria al Padre muy amado,
gloria al Hijo Salvador,
que nos libra del pecado,
y gloria al que él ha enviado,
al Espíritu de Amor. Amén.

(*) Himno que se canta en Laudes
en la Natividad de San Juan Bautista, 24 de Junio.

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Saltamontes y miel silvestre 
para alimentarse en este desierto agreste
penitencia y conversión de postre
para elevarnos de lo pedestre.

Vestido con piel de algún animal muerto
será la voz que clama en el desierto
para anunciar lo único que hay de cierto
que el Hijo del Dios vivo está en nuestro huerto.

Que el Padre nos lo ha enviado
a su Hijo bienamado
para perdonar nuestro pecado
y entregarnos vida eterna de Resucitado.

Amen & Amén

Domingo XII
Nacimiento de Juan Bautista

por Presbítero Patricio Astorquiza Fabry
Capellán del Colegio Nocedal 
Diario El Mercurio, domingo 24 de junio de 2012

Los textos del domingo XII ceden ante la importancia del nacimiento de Juan Bautista. Es de todos conocido el anuncio de su venida que hizo el arcángel San Gabriel a su padre Zacarías; el encuentro de su madre Isabel con la Virgen María; Juan que se llena de gracia ante la presencia de Jesús en ese mismo encuentro, antes de haber nacido ninguno de los dos; y, luego de treinta años, Juan en tanto figura pública que prepara la venida de Jesús como el Mesías prometido.
Tanta importancia da la Iglesia a San Juan Bautista, que le dedica dos fiestas: la del nacimiento y la de su martirio. Y Jesús mismo nos hace notar que es el personaje más grande de toda la Antigua Alianza.
El Evangelio de San Lucas relata el momento de poner un nombre al niño, a los ocho días de nacer, para la ceremonia de su circuncisión. Su padre temporalmente mudo recobra el habla, y al extenderse la noticia de su nacimiento tan especial, dice el Evangelio "Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser este niño?".
Se nos invita a reflexionar también a nosotros y a nuestro mundo sobre el carácter sagrado del nacimiento de cualquier niño, de todo niño. Hay una corriente de pensamiento que intenta reducir la "procreación" al nivel de la "reproducción". Y vale la pena luchar contra esta simplificación, que quita gran parte del encanto a la vida personal y social.
Los padres de un niño o niña pueden hoy verlos antes de nacer, gracias a las ecografías cada vez más sofisticadas. Pueden observar en gran detalle su cuerpecito en rápido desarrollo. Saben pronto que se trata de una mujer o un hombre. Conocen "QUÉ es", pero no pueden saber "QUIÉN es". ¿Quién los va a mirar un día con esos ojos? ¿Quién les va a hablar con esa boca? ¿Quién los va a abrazar con esos pequeños brazos todavía en gestación? Es el misterio que los cristianos explican diciendo que el cuerpo viene de los padres, pero que el alma la crea directamente Dios. La concepción de cada ser humano es un misterio insondable. Por eso sobrecoge a cualquiera, más allá de sus creencias religiosas.
Este carácter sagrado de cada nacimiento está íntimamente conectado con la percepción del matrimonio como un vínculo trascendente. Si se quita el carácter sagrado a la unión conyugal, se trivializa el amor vinculante y la sexualidad. Y a la larga se termina por quitar a la legislación la posibilidad siquiera de casarse con un amor incondicional y exclusivo.
"¿Qué va a ser este niño?". Todo niño es un regalo del Cielo y una promesa en la tierra. Intentemos crear una sociedad en la que se protege y respeta el sentido religioso de la vida.

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