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Put your head on my shoulder...tururururu...‏



Artículo
Paul Anka

Felipe Rodríguez
Diario El Mercurio, Sábado 23 de Junio de 2012
http://blogs.elmercurio.com/cultura/2012/06/23/paul-anka-una-leyenda-inexting.asp

En la música popular, Paul Anka responde a un calificativo poco común: ser un niño prodigio. No es cualquier denominación. El canadiense tiene varios récords por los cuales sentirse orgulloso. Con apenas 14 años, escribió su primer hit, "Diana", dedicado a una niñera cuatro años mayor que él y fue, sin querer, la llave musical que abrió las puertas de las canciones románticas norteamericanas en América Latina en los tempranos 60.
Esa vida dedicada a los aplausos podría agotar a cualquiera. Menos a Paul Anka. Admirablemente competitivo y conocedor absoluto de los ejercicios más típicos del romanticismo, su vuelta a Chile tras su alabado paso por el Festival de Viña 2010 es una maciza exhibición de calidad compositiva y una banda de apoyo fascinante.
Con casi media hora de retraso, las luces se apagaron y en las tres pantallas comenzaron a mostrarse imágenes del solista de todas sus épocas. Su temprana popularidad, una chica hablando de los 555 pósteres que tenía del artista en su casa y declaraciones del cantautor reiterando su amor por su trabajo.
Es la fotografía de un periodo inocente y juguetón, pero también es la prueba que encadena su empatía con el auditorio. En cada una de esas postales, los fanáticos -en su mayoría, personas que sobrepasan los 50 años y que casi colmaron el Movistar Arena- apelan a la emotividad de repasar sus propias vidas, como si el relato de Paul Anka también fuera la revisión de su propio álbum de imágenes de juventud.
Como si fuera una cábala que repite en todos los escenarios del mundo, el canadiense aparece en escena en medio del auditorio. Dejando asomar su figura como si fuera uno más, arranca con "Diana", una canción que mezcla sutileza instrumental y espíritu algodonado, mientras los fanáticos -sobre todo, las mujeres- se levantan de sus asientos para vitorearlo. Entonces, su voz y su estampa le hacen un amague al tiempo. A sus 71 años, Paul Anka luce vital y resplandeciente. Es un maestro de ceremonias que azuza a la gente gritando: "Esto es una fiesta. ¡Vamos Chile!".
Efectivo y convincente, lo que hace el canadiense es entenderse con la gente a las mil maravillas. Sus fraseos sólidos llegan a su público porque sabe establecer una de las reglas más importantes de la música romántica: tener una conversación sincera de corazón a corazón. Entre temas como "You are my destiny" -en una versión más reposada que la tradicional-, la ingenuidad de "Lonely boy" y el clásico "Put your head on my shoulder", Paul Anka amamanta el recuerdo por un mundo ensoñado y lejano y que con el apoyo de once músicos sobresalientes -entre bronces, piano y cuerdas- transforman el escenario en un paisaje evocativo y dulce. Es, en definitiva, una noche que consigue que todos se enciendan y manifiesten emoción. Una jornada memorable de un artista que, a sus 71 años, todavía cuenta con el fuego inextinguible de los grandes héroes del pop.

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