El poeta puede ser muy inseguro.
El no poeta más todavía.
El poeta pueden ser muy culposo
El no poeta es también totalmente culpable.
El poeta es bueno con las palabras.
El no poeta no.
El poeta puede ser terrible con las palabras.
El no poeta también.
La poesía no sirve para cualquier cosa.
La poesía sirve para nada.
La no poesía no sirve nomás.
El poeta no necesariamente tienen cara de poeta.
El no poeta tampoco. Eso sí, el no poeta
tiene la culpa de poner la cara que pone.
El poeta tiene la mejor opinión de sí mismo.
El no poeta tiene la peor opinión de sí mismo.
Y ambos tienen la razón y no la tienen.
El no poeta tiene tejado de vidrio.
El poeta tiene un techo agujerado de estrellas.
Al no poeta le llueve sobre mojado.
Al poeta las goteras se convierten en el piano de su infancia,
el saxo de la juventud, en el 'otra cosa es con guitarra' de la madurez
y en el clavicordio o el armonio de la senectud.
El poeta es un discrepante, el no poeta es un dilettante. Y viceversa.
El poeta no sabe lo que dice, pero sabe cómo decirlo.
El no poeta no dice lo que sabe, porque no está seguro de que lo sabe.
El poeta es todo menos lo que se dice de él.
El no poeta es peor que todo lo que se ha dicho.
El poeta no se rinde, fracasa. Pero sigue batiendo sus alas.
El no poeta no quiere más guerra. Está abatido por las balas.
Al poeta lo tiene sin cuidado lo que diga el no poeta.
El no poeta dice todo sin cuidado...y así es como le va.
El poeta es un loco. El no poeta es un imbécil.
El poeta se convierte en antipoeta imaginario.
El no poeta se convierte en el anti no poeta inexistente.
El poeta tiene gracia. El no poeta no tiene nada.
Muchas gracias. De nada.
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