por Francisco José Covarrubias
Diario El Mercurio, Sábado 17 de Diciembre de 2011
Diario El Mercurio, Sábado 17 de Diciembre de 2011
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2011/12/17/los-peligros-de-tener-un-sheri.asp
Primer acto:
Se filtra a los medios de que se incautarán los computadores de las principales cadenas de supermercados del país, lo que es un notición en todas partes del mundo.
Primer acto:
Se filtra a los medios de que se incautarán los computadores de las principales cadenas de supermercados del país, lo que es un notición en todas partes del mundo.
Segundo acto:
Hordas de funcionarios, de Carabineros y de la PDI ingresando a las casas matrices de los supermercados.
Hordas de funcionarios, de Carabineros y de la PDI ingresando a las casas matrices de los supermercados.
Tercer acto:
Toda clase de entrevistas y declaraciones del ministro de Economía, transformándose en el vocero de la operación.
Toda clase de entrevistas y declaraciones del ministro de Economía, transformándose en el vocero de la operación.
Dos conclusiones del hecho.
Primera: ¡Qué bueno que la Fiscalía Nacional Económica siga velando por la libre competencia! Tal como lo dijo Adam Smith hace 250 años, los empresarios muchas veces tienden a coludirse y la autoridad tiene que evitarlo a toda costa. En buena hora, este gobierno ha mostrado, desde Piñera hacia abajo, no ser de los empresarios. Independencia, crítica y distancia han sido las tres claves para lograrlo.
Segunda: ¡Qué mala la actuación de Longueira! Si bien es necesario que las autoridades se manifiesten en contra de los abusos y se pronuncien frente a casos evidentes como el de La Polar, hacer bravatas sólo por una investigación, donde ni siquiera se han formulado cargos, parece ser completamente imprudente.
Desde su llegada, Longueira ha ido afianzando un rol de sheriff, sobre el que —me imagino— está buscando construir su plataforma presidencial. Pero ello tiene riesgos. No para él, sino que para el país.
La forma es mala. Un tono mesiánico en el cual todos parecen ser delincuentes, parece ser más acorde para alguien que está en la galería que para un jugador profesional.
El fondo es malo. Al transformarse en el vocero de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) —tal como ha ocurrido con el Sernac—, lo que hace el ministro es restarle toda clase de independencia a la institución. Es cierto que la FNE no es plenamente autónoma, pero la propia ley le otorga un grado de independencia muchísimo mayor que al resto de los órganos fiscalizadores.
La independencia de esta fiscalía es clave para mantenerla al margen de las presiones políticas. De hecho, el propio fiscal nacional —en una presentación el año pasado— señaló: “la importancia de profundizar la independencia del fiscal respecto de los actores del sistema, incluido el Ejecutivo”. Lamentablemente, todo ello ha ido horadándose al ritmo de las actuaciones de nuestro ministro.
Nadie duda de las buenas intenciones de Longueira. Su compromiso social, su honestidad y su capacidad de trabajo no están en discusión. El problema es que corre el riesgo de terminar transformándose en el Guillermo Moreno argentino, el secretario de Comercio famoso por su afán mediático y, en el fondo, por su sesgo antiempresarial. Todavía estamos lejos, pero el camino es estremecedoramente parecido.
Hay formas más inteligentes de fomentar la libre competencia desde el Ministerio de Economía. Las propias medidas que estaba impulsando el ex ministro Juan Andrés Fontaine habrían sido mucho más efectivas, mientras se dejaba actuar a la Fiscalía Nacional Económica por su cuenta. Lamentablemente, muchas de ellas pasaron al olvido con la llegada de Longueira al ministerio.
La independencia de esta fiscalía es clave para mantenerla al margen de las presiones políticas. De hecho, el propio fiscal nacional —en una presentación el año pasado— señaló: “la importancia de profundizar la independencia del fiscal respecto de los actores del sistema, incluido el Ejecutivo”. Lamentablemente, todo ello ha ido horadándose al ritmo de las actuaciones de nuestro ministro.
Nadie duda de las buenas intenciones de Longueira. Su compromiso social, su honestidad y su capacidad de trabajo no están en discusión. El problema es que corre el riesgo de terminar transformándose en el Guillermo Moreno argentino, el secretario de Comercio famoso por su afán mediático y, en el fondo, por su sesgo antiempresarial. Todavía estamos lejos, pero el camino es estremecedoramente parecido.
Hay formas más inteligentes de fomentar la libre competencia desde el Ministerio de Economía. Las propias medidas que estaba impulsando el ex ministro Juan Andrés Fontaine habrían sido mucho más efectivas, mientras se dejaba actuar a la Fiscalía Nacional Económica por su cuenta. Lamentablemente, muchas de ellas pasaron al olvido con la llegada de Longueira al ministerio.
Por ejemplo, la licitación de cuotas pesqueras, que introducía real competencia en el “club de pesca”, murió antes de nacer y se reemplazó por una maraña que, en el fondo, es una licitación tongo. Otra medida como la venta de remedio en góndolas tiene toda la pinta de que pasará a dormir “el sueño de los justos” en el Congreso. ¿Y del proyecto para permitir que aviones y barcos extranjeros pudiesen transportar pasajeros y cargas dentro de Chile (el famoso “cabotaje”)?... Nunca más se supo.
Es de esperar que Longueira se saque la pistola, cuelgue la estrella, y tome la calculadora. Ello es poco probable, pero no cabe duda de que los consumidores chilenos terminarían estando mejor, y —lo más importante— bajaría el riesgo de que el próximo sheriff sí que sea un malvado.
Es de esperar que Longueira se saque la pistola, cuelgue la estrella, y tome la calculadora. Ello es poco probable, pero no cabe duda de que los consumidores chilenos terminarían estando mejor, y —lo más importante— bajaría el riesgo de que el próximo sheriff sí que sea un malvado.
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