La participación en el oficio de Vísperas
celebrado en la abadía benedictina vecina
la que incluye los días domingos
la Adoración al Santísimo, tuvo
otro regalo inesperado al concluir.
Sorprendentemente
se instaló en un santiamén,
un magnífico clavecín frente al altar
continuando con la tradición
del Monasterio Benedictino
de la Santísima Trinidad de celebrar
un concierto de Navidad en la Iglesia abacial.
Esta vez, el medio centenar de asistentes,
entre los que se encontraban los
arquitectos de este maravilloso templo
declarado monumento nacional:
el Hermano Martín Correa, OSB
y el padre Gabriel Guarda, OSB,
abad emérito y Premio Nacional de Historia,
disfrutamos de un Concierto con extractos
de oratorios, cantatas y óperas de Haendel.
Es una maravilla escuchar
algunas de las maravillas
de la música barroca,
interpretadas al clavecín
en un monasterio.
Una sensación atemporal,
un viaje instantáneo al
siglo diecisiete y dieciocho
con un ambiente especial que nos saca
de la vorágine navideña contemporánea
y nos abduce y seduce por una hora,
colocándonos fuera del tiempo
y al mismo tiempo en un perfecto tempo.
Un concierto gratuito
para un puñado de asistentes
que llegaron en este cuarto domingo
de Adviento (en mi caso, sin que
signifique el menor esfuerzo,
caminando un centenar de metros
y sin saber la maravilla que me esperaba),
con extractos de obras de uno de los
grandes compositores de todos los tiempos,
como Haendel, quien es además
un músico de músicos, admirado y alabado
por compositores tan fundamentales
en la historia de la música como
lo han sido Bach, Mozart y Beethoven.
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