Silabario de estrellas para Gonzalo Rojas
por Delia Domínguez
por Delia Domínguez
Diario El Mercurio, Revista de Libros,
Domingo 18 de diciembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/12/18/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/499DCAC1-EB50-4691-A275-FD7EE17828A2.htm?id={499DCAC1-EB50-4691-A275-FD7EE17828A2}
"El frío de los bosques en mí lo llevaré hasta que muera"
B. Brecht
Y tú, Gonzalo,
llevas el frío de los bosques
entre los huesos y el alma,
porque no has muerto,
estás viviendo
una invención de fuga a la galaxia,
porque sabías leer el silabario astral
aprendido en la escuela de Lebu,
cuando también se usaba
como bautizo culto
el silabario del "OJO".
Por eso, siento
que estás leyendo
las cartas del cielo
en una baraja tirada
sobre la mesa antártica
donde está
el ombligo congelado de Chile.
Y ese misterio
está en tu razón de ser,
o, mejor, en la obligación
de no quedarte mudo
ante la tentación del habla
y el desafío de llegar
al cielo por la Vía Láctea,
ya sea con alas o sin alas,
como subían los heroicos
yaganes y alacalufes
agarrados de la mano de Dios,
el gran Gnechén.
Gonzalo, tu huella luminosa
sigue encendiendo lámparas de carbón
en la noche mineral de Lebu,
con magnetos y pilas a carbón,
como si la combustión
que te hizo nacer
ese diciembre de 1917 fuera inapagable,
o cuando te lanzaste de cabeza
desde el muelle de fierro al mar
y provocaste pánico en la familia,
que criticó tu audacia y osadía
con "tan poco juicio" frente al peligro.
Y tú, como razón de fondo, dijiste:
"Los poetas somos niños en crecimiento tenaz"
Hoy, hincada
en los faldeos andinos
del paralelo 40 Sur,
me quedo en el enigma
de la herradura con ocho clavos,
que según el Popol Vuh
significa la eternidad.
Ahora, sin otra mira
que acompañarte
desde el velorio
en el Museo de Bellas Artes
y entregarte mis rezos,
pienso que alguien capaz
de "Escribir en el viento"
no puede borrar su letra,
porque ese mismo viento
nunca pasará dos veces
sobre nuestras cabezas.
Las amarras
entre lo terrestre y lo celeste
son con nudo ciego, Gonzalo.
Por eso seguiré preguntándote
aunque te caliente la cabeza o la paciencia:
"¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios?"...
y más aún, esa clave poética
que escribiste en "Los días van tan rápido"
que seguirá marcando a fuego
el pensamiento lírico hispanoamericano:
"Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora".
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