Este 2011 ha sido un año "en rodaje", en preparación y espera de un próximo que se terminará por confundir con el anterior.
Este 2011 ha sido un año "en rodaje", en preparación y espera de un próximo que se terminará por confundir con el anterior.
por Alfredo Jocelyn-Holt - 17/12/2011 - 04:00
HACE UN año, para estas mismas fechas, titulábamos y decíamos que había sido "un año de vértigo". El año del terremoto, de los mineros atrapados y de los 81 presidiarios muertos. Destacábamos también la afición del nuevo oficialismo por los "winners"; tan confiado en sí mismo estaba el gobierno, que incluso cerraba el año llamando a "revolucionar" la educación.
Después de lo que hemos visto y vivido este año 2011, el vértigo -tendrán que conceder- no era una buena apuesta. Una cosa es sobreponerse a las adversidades (el vértigo estoico, el bueno, el "qué le vamos a hacer, enfrentémoslo"), pero otra es desafiar por desafiar (el tonto).
De lo que se colige y confirma que el haber soportado la andanada concertada este año, aun aceptando el fuerte desgaste (haber jugado de nuevo la carta estoica a riesgo de irles "como la mona" en las encuestas), volvió a resultarles todo un acierto. Mantuvo a raya su natural propensión y casi droga, esto de ser siempre "winners"; los salvó de sí mismos, a la vez que hizo que fueran los otros, más perdidos que nunca, quienes, desafiando por desafiar, terminaron como terminaron. Las declaraciones de Gabriel Boric, reciente "ganador", me ahorran espacio y esfuerzo, el griterío se hace oír.
Es que, además, la tónica general de estos tiempos es su incertidumbre e inestabilidad. Ocurren cosas que no terminan por ocurrir. Se sabe de la crisis económica en Europa, pero no se sabe si va a traer un colapso o no. En el norte de Africa pasa lo mismo: deponen gobiernos, pero quién sabe lo que viene. La revista Time resume el año con un encapuchado en portada, pero el sujeto todavía no se saca el antifaz y muestra su verdadera cara. Por tanto, la sugerencia se da por sí sola: a tiempos revueltos, gobiernos y liderazgos pacientes y prudentes. Lo otro es simplemente necio, sólo contribuye a volver más combustible la confusión, que es lo que buscan provocar. Confusión, incluso idiomática, táctica a propósito, de inocente no tiene nada. Póngale oído y notará lo mucho que se usa y abusa, por ejemplo, del gerundio como forma y tiempo verbal. Se dice, entre otras expresiones, que algo "se está haciendo" o "se está pensando hacer", pero nunca "qué" exactamente. A lo sumo, el gerundio denota simultaneidad y es impersonal.
Fíjense en el grupo que acaba de ganar la Fech -se autodenomina "Creando Izquierda"- y, en verdad, es para quedar perplejos. Creando izquierda, conforme, pero ¿quién?, ¿para qué?, ¿de qué modo? Vale, la crean, la rearman, la empoderan (a la izquierda), ¿y so what? Hágales la pregunta y les apuesto que se escabullen. Están "en otra". Antes decían que no estaban "ni ahí". Ahora dicen estar "en proceso", "en cambio", "movilizándose", "haciendo fuerza", "creando, creando, poder popular". El efecto que se busca es dejar siempre "colgado" al resto, evitando el sustantivo, la definición, la concreción; siempre apostando a un "presente dilatable", suspendido en el tiempo, un presente chicle, masticable, no digerible. El vértigo perfecto.
Si el 2010 fue un año de vértigo, éste, el 2011, ha sido un año "en rodaje", en preparación y espera de un próximo que se terminará por confundir con el anterior. Los años ya no se acaban, tampoco se inician. Vivimos tiempos en gerundio.
Después de lo que hemos visto y vivido este año 2011, el vértigo -tendrán que conceder- no era una buena apuesta. Una cosa es sobreponerse a las adversidades (el vértigo estoico, el bueno, el "qué le vamos a hacer, enfrentémoslo"), pero otra es desafiar por desafiar (el tonto).
De lo que se colige y confirma que el haber soportado la andanada concertada este año, aun aceptando el fuerte desgaste (haber jugado de nuevo la carta estoica a riesgo de irles "como la mona" en las encuestas), volvió a resultarles todo un acierto. Mantuvo a raya su natural propensión y casi droga, esto de ser siempre "winners"; los salvó de sí mismos, a la vez que hizo que fueran los otros, más perdidos que nunca, quienes, desafiando por desafiar, terminaron como terminaron. Las declaraciones de Gabriel Boric, reciente "ganador", me ahorran espacio y esfuerzo, el griterío se hace oír.
Es que, además, la tónica general de estos tiempos es su incertidumbre e inestabilidad. Ocurren cosas que no terminan por ocurrir. Se sabe de la crisis económica en Europa, pero no se sabe si va a traer un colapso o no. En el norte de Africa pasa lo mismo: deponen gobiernos, pero quién sabe lo que viene. La revista Time resume el año con un encapuchado en portada, pero el sujeto todavía no se saca el antifaz y muestra su verdadera cara. Por tanto, la sugerencia se da por sí sola: a tiempos revueltos, gobiernos y liderazgos pacientes y prudentes. Lo otro es simplemente necio, sólo contribuye a volver más combustible la confusión, que es lo que buscan provocar. Confusión, incluso idiomática, táctica a propósito, de inocente no tiene nada. Póngale oído y notará lo mucho que se usa y abusa, por ejemplo, del gerundio como forma y tiempo verbal. Se dice, entre otras expresiones, que algo "se está haciendo" o "se está pensando hacer", pero nunca "qué" exactamente. A lo sumo, el gerundio denota simultaneidad y es impersonal.
Fíjense en el grupo que acaba de ganar la Fech -se autodenomina "Creando Izquierda"- y, en verdad, es para quedar perplejos. Creando izquierda, conforme, pero ¿quién?, ¿para qué?, ¿de qué modo? Vale, la crean, la rearman, la empoderan (a la izquierda), ¿y so what? Hágales la pregunta y les apuesto que se escabullen. Están "en otra". Antes decían que no estaban "ni ahí". Ahora dicen estar "en proceso", "en cambio", "movilizándose", "haciendo fuerza", "creando, creando, poder popular". El efecto que se busca es dejar siempre "colgado" al resto, evitando el sustantivo, la definición, la concreción; siempre apostando a un "presente dilatable", suspendido en el tiempo, un presente chicle, masticable, no digerible. El vértigo perfecto.
Si el 2010 fue un año de vértigo, éste, el 2011, ha sido un año "en rodaje", en preparación y espera de un próximo que se terminará por confundir con el anterior. Los años ya no se acaban, tampoco se inician. Vivimos tiempos en gerundio.
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