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Después del vendaval



por Héctor Soto

Publicado en Reportajes La Tercera, 24 de diciembre del 2011
Tal como después de un ciclón, tras las movilizaciones de este año la centroderecha intenta levantar cabeza y -como haría cualquier damnificado- sale a inspeccionar el escenario para ver qué se vino abajo y qué resistió razonablemente bien la embestida. 

El año, en todo caso, está cerrando para el oficialismo algo mejor de lo que sus dirigentes temieron en julio o en agosto. El sondeo a ministros, parlamentarios y dirigentes oficialistas respira un poco esa tregua. La descapitalización del gobierno fue brutal. Si el desastre no fue absoluto es sólo porque el desgaste experimentado por la Concertación fue incluso más severo. De nada le sirvió a este bloque político subirse al carro de los movilizados y mirar para el lado cada vez que alguien preguntaba en qué habían quedado las reivindicaciones de los pingüinos, cómo diablos es que se había diseñado tan mal el Crédito con Aval del Estado y cómo fue que el gobierno de Bachelet ni siquiera logró aprobar en su mandato la superintendencia y la agencia de calidad de la educación, dos de los compromisos que había contraído el 2006.

Ahora bien, no por estar más ordenada que hace seis meses la centroderecha es inmune a las divergencias. En otro tiempo incluso se hizo mucho caudal con la capacidad del sector para canibalizarse. No obstante que las bases de la centroderecha son más bien homogéneas, hubo una época en que los dirigentes de los partidos se daban duro y el espectáculo del desencuentro era interminable. Ahora que las cúpulas están muy alineadas, aparecen diferencias estratégicas que no son menores. En la mayoría de los casos responden a la pugna entre ortodoxos y pragmáticos. Pero quizás también comienzan a perfilarse las tensiones asociadas a una carrera presidencial que de aquí a un año podría ser muy dramática y ajustada.

El sondeo de deja ver algunas de esas diferencias estratégicas o de énfasis. Al reflejarlas, permite también describir el esfuerzo que deberá hacer La Moneda por acercar posiciones. Después de las desprolijidades cometidas con los partidos de la Alianza en la tramitación de la iniciativa del Acuerdo de Vida en Pareja, el gobierno aprendió la lección y la relación con las bancadas parlamentarias mejoró mucho. No hay, de hecho, una sola votación importante en la que el sector haya estado dividido.

Sentimientos encontrados 
Pareciera existir piso en el sector para una iniciativa de esta naturaleza. Pero no va a ser una reforma que divida la historia en dos. Lo más probable es que algo suba el impuesto a las empresas y que haya algún relajo respecto de las pymes. La centroderecha sabe que hay una presión pública importante y que los dilemas envueltos en este tema son quizás más de orden político que de racionalidad económica. Al gobierno le interesa dar una señal que pruebe su completa autonomía respecto del empresariado. Y le interesa darla más allá de si faltan o sobran recursos en el presupuesto. Sin embargo, en vísperas de un año que viene malo en la economía mundial, nada de esto es una guinda. En tiempos de incertidumbre, subir impuestos puede ser un disparate y, por lo mismo, es obvio que hasta el Presidente tiene sentimientos encontrados. Le gusta la idea, porque puede ser rentable políticamente. Le disgusta, porque lo que se requiere es estimular la inversión, no ahuyentarla.

Algo es algo
Como ya se sabía, el cambio del sistema binominal tiene mayor rating en RN que en la UDI. Y como el tiempo corre y es difícil que se logre consensuar un nuevo sistema electoral antes de la parlamentaria del 2013, lo más probable es que el terreno esté despejado para ese híbrido que se ha dado en llamar sistema binominal corregido. Bueno, algo es algo: esas correcciones neutralizan algunas de las distorsiones actuales y, al mismo tiempo, bloquean los riesgos de ingobernabilidad asociados al sistema proporcional.

Cambio de gabinete
Hoy por hoy, el cambio de gabinete sigue significando básicamente lo mismo que en julio: si se va o se queda el ministro del Interior. Entonces se quedó, aunque el ingreso de Andrés Chadwick al equipo político de La Moneda fue un contrapeso importante y ordenó mucho al gobierno. La pregunta es si basta con eso. Ciertamente, el único que puede responderla es el Presidente de la República. Pero son reveladores dos datos: que un sector importante de la coalición, muchos de la UDI, pero no pocos de RN, se la juegue por el cambio y que a seis meses del último ajuste ministerial el tema de nuevo se esté replanteando.

Los colores del 2012
¿Coparán los estudiantes de nuevo la agenda, ahora con reivindicaciones que exceden el ámbito de la educación? ¿O tendremos más bien un año de interpelación a las empresas por casos de colusión y abusos a los consumidores? El sondeo preguntó por esas dos alternativas, pero a lo menos un tercio respondió que la liebre podría saltar por otro lado. Por la crisis económica internacional, por ejemplo, que ya comenzó a afectarnos.

El que ha de venir
Era evidente que el ministro Pablo Longueira entraría a calificar entre los presidenciables si lograba mejorar su desempeño en las encuestas. Como eso es precisamente lo que está ocurriendo, la UDI ya tiene un nombre de sus filas que oponer al de Andrés Allamand. El sondeo muestra que la dirigencia del bloque se alinea por partidos y que en ese escenario Laurence Golborne lleva todas las de perder por no tener una organización tras suyo. Allamand aparece como el hombre de Estado que no se mezcla en peleas de barrio. Longueira está montado sobre la gran causa de la defensa de los consumidores. Ambos se ven sólidos. Pero la decisión final del candidato dependerá más de las encuestas que de los partidos y a nadie le cabe duda de que en una primaria abierta el nombre del ministro de Obras Públicas -por su biografía y por estar fuera de las trenzas de la política- puede llegar a ser muy competitivo. Qué duda cabe que la carrera será larga. Y que no está decidida.

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