Diario El Mercurio, Revista Sábado, 28/10/2011
http://diario.elmercurio.com/2011/10/29/el_sabado/cine/noticias/D9B5D972-C3B6-4BFE-AD3F-F398C8EB56F1.htm?id={D9B5D972-C3B6-4BFE-AD3F-F398C8EB56F1}
Hay cierta similitud entre la decisión de adaptar para el cine la obra
monumental de Marcel Proust en El tiempo recobrado y la de hacer lo
mismo con las tres novelas de Camilo Castelo Branco que forman
Misterios de Lisboa. Es parecido el atrevimiento, parecido el cuidado
y parecida la monumentalidad del resultado. Sólo el amor de Ruiz por
Portugal puede explicar por qué, entre dos obras maestras, Misterios
de Lisboa parezca por momentos más maestra que la otra.
La perfección comienza por el hecho de que una serie televisiva de
seis capítulos y 360 minutos acepte ser reducida, con escasa pérdida,
a un largometraje de 266 minutos, y éste pueda ser dividido, de manera
impecable, en dos partes. Mientras la concluía, Ruiz fue afectado por
el cáncer que lo mataría en agosto de este año, un hecho que puede
haber contribuido a la solemnidad testamentaria que respira la
película.
Esta primera parte está hablada íntegramente en portugués, un idioma
que Ruiz apreciaba por su ambigüedad, la densidad de sus silencios y
la tenue tristeza de sus afirmaciones. Parte con el huérfano João, que
a los 14 años no sabe quién es. Su tutor, el padre Dinis (Adriano
Luiz) no tarda en revelarle que su madre es la condesa Angela de Lima
(Maria João Bastos), una mujer que vive encerrada por un marido
despótico, castigada por el amorío de juventud del que nació el falso
huérfano.
El niño pasa a llamarse Pedro justo al saber que su padre fue Pedro da
Silva (João Baptista), hijo segundo que se enamoró de Angela, otra
hija segunda, en contra de la voluntad de su padre, el marqués de
Montezelos (Rui Morrison), que la obligó a casarse con el conde de
Santa Bárbara (Albano Jerónimo).
La historia lineal del niño en busca de sus orígenes se abre en nuevas
historias, como cajas que contienen otras cajas. La figura que las
congrega y conjura, el hombre que lo sabe todo y que es también varias
personas, el padre Dinis, permanece en el misterio hasta el último
plano de esta primera parte. Pero está aquí, en el medio de este
melodrama poblado de reglas secretas, para mostrar que nadie ha sido
tan malo, que todos han tenido sus razones y que el "diario de
sufrimientos" es también un diario de desencuentros.
Ruiz filma con una elegancia inusitada, aunque no desconocida, si se
piensa en El tiempo recobrado. Su cámara se mueve en forma pausada y
envolvente, desarmando el espacio para conferirle la cualidad
ensoñatoria que lo convierte en un territorio donde "todo es posible".
Misterios de Lisboa es una de las películas más accesibles de Ruiz. Se
deja ver como un melodrama fantasmagórico, cuya parsimonia nunca
pierde interés. Es también un laberinto por el cual se avanza de una
sorpresa en otra. Pero es también una de las más delicadas
exploraciones en la memoria y la identidad que se haya filmado en los
últimos años.
Misterios de Lisboa. Dirección: Raúl Ruiz.
Con: Adriano Luiz, Maria João Bastos, Ricardo Pereira, João Baptista,
João Arrais. 120 minutos.
CLASE DEL 70 SGC
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Misterios de Lisboa-Primera parte por Ascanio Cavallo
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