por Rolf Lüders - Diario La Tercera, 28/10/2011 - 04:00
El mercado libre y competitivo
asigna mejor los recursos que los gobiernos,
por muy bien intencionados que sean estos últimos.
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Nuestro crecimiento económico
fue espectacular entre 1985 y 1997,
pero luego su tendencia decayó abruptamente.
El Presidente Piñera se ha propuesto
aumentarla incrementando la productividad.
Ahora, Ricardo Hausmann y César Hidalgo,
profesores de la Universidad de Harvard,
nos vienen a decir que
lo que realmente corresponde hacer
es aumentar la complejidad productiva.
Predicen que por no haberlo hecho a tiempo,
nuestra tasa de crecimiento económico
se reducirá en esta década
a la mitad de su tendencia reciente.
¿Es razonable pensar que así suceda?
La recomendación de Hausmann e Hidalgo
se basa en la confección
de un indicador de complejidad productiva
para cada una de 128 economías (Complexity Atlas).
Este indicador mide la diversidad de productos
que exporta cada país y la complejidad de su producción.
Encuentran una alta, pero lejos de perfecta,
correlación entre el crecimiento del PIB per cápita
de los diversos países de la muestra y este indicador.
Concluyen que como norma, en los países en desarrollo
(Chile no es la excepción) el Estado
debe tomar las medidas necesarias
para inducir la diversificación de las exportaciones
y la complejidad de las estructuras productivas del país
si es que desean dar un salto en su crecimiento.
Para ello, los gobiernos deben escoger
industrias ganadoras y apoyarlas.
En contraste, el modelo chileno
En contraste, el modelo chileno
se basa en la noción
de que el libre funcionamiento
de los mercados competitivos
inducirá (en cierto sentido forzará)
a los agentes productivos
a usar en la mejor forma posible
los escasos recursos existentes
y a aplicar las mejores tecnologías.
Implícito en su diseño se postula
que la estructura productiva
y de exportaciones resultante
será más adecuada que
si los gobiernos la definen.
Esto sucede porque las burocracias
no tienen los incentivos correctos
para hacer bien lo último.
La baja tasa de crecimiento económico
La baja tasa de crecimiento económico
que predicen Hausmann e Hidalgo para Chile
se fundamenta en que nuestro actual PIB per cápita
es mucho más alto (ranking 43) de lo que sugiere
debiera ser en base a la correlación antes mencionada
(en el índice estamos en el ranking 78).
La explicación para esta discrepancia es obvia:
el país tiene una enorme ventaja comparativa
en la producción minera y agrícola
y la estamos aprovechando
para elevar nuestro PIB per cápita.
Por lo demás, algo parecido
sucede con otros países de la muestra.
A Chile le ha ido bien en materia
A Chile le ha ido bien en materia
de crecimiento económico con su modelo.
No fue así en la época 1940-1973,
en que el Estado también
implementó políticas industriales,
como pretenden Hausmann e Hidalgo.
El mercado libre y competitivo
asigna mejor los recursos que los gobiernos,
por muy bien intencionados que éstos sean.
En la práctica, el Estado no ha sido capaz
de realizar eficazmente
las tareas que le son propias
en una economía social de mercado,
entre ellas ir eliminando a buen ritmo
los numerosos impedimentos que subsisten
para el buen funcionamiento de los mercados.
De hacerse esto último, aumentaría también
a buen ritmo la productividad y, junto con ello,
a no mediar una fuerte caída
en el precio del cobre, nuestro ingreso.
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