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Huracán Fontaine


Artículo correspondiente al Martes 18 de Octubre, 2011
Un discurso totalmente rupturista es el que tiene Paul Fontaine para la economía chilena. Dice que el sistema tributario ya no da más y que el Estado debería hacerse cargo de las cotizaciones de las rentas más bajas y dejar de obligarlas a ahorrar en el sistema de AFP. Aquí, su fórmula. Por Catalina Allendes E.; fotos, Verónica Ortíz.
-¿Te consideras rico?
-Ser rico es relativo. Pero de todas maneras estoy dentro del 1% más rico del país.

La pregunta no es porque sí. Es porque, durante la entrevista, Paul Fontaine (45 años, casado, 4 hijos) varias veces puso como ejemplo la comparativa frase “y yo que soy rico”. No tiene ningún empacho en confesarlo. Al contrario, se siente orgulloso de serlo, pues lo suyo ha sido a punta de trabajo, cabeza y un tremendo ojo empresarial.

Hijo del emblemático economista Ernesto Fontaine –uno de los padres de la economía chilena de los años setenta y fiel representante de los llamados Chicago Boys–, Paul también quiere hacer historia desde las ideas, las soluciones y las propuestas. “Me gusta influir en temas que considero que son buenos para Chile. Si yo viera que el país sigue las directrices correctas, no influiría más”, asegura.

Por esa misma razón fue parte del equipo de Marco Enríquez-Ominami en las últimas presidenciales. Por eso también sus columnas en el Diario Financiero, sus cartas al director en El Mercurio y, más recientemente, su tribuna virtual como un empoderado twittero, a la que se sumará su debut en un programa de TV de La Red.

Desde todos esos flancos, Fontaine ha venido pidiendo un alza impositiva para los más ricos, a sabiendas de que su propuesta lo afectará directamente. Pero costos por ello ya ha pagado, cuenta. Después de apoyar a ME-O, tuvo que reducir su consultora a la mínima expresión, pues ninguna empresa volvió a pedirle asesoría.

-¿Qué es lo que te motiva a estar en el debate público?
-La visión de que Chile tiene que progresar. Las ideas que yo he lanzado respecto a distintos temas apuntan directamente a eso.

-Jorge Errázuriz, de Celfin, te acusó de querer influir en beneficio de tus negocios con tus planteamientos. En Twitter te desafió a opinar de la quiebra de Campanario, donde tienes participación.
-Él preguntó en Twitter: ¿qué opina Fontaine de Campanario? Porque piensa que yo opino por beneficio propio, pero nunca he opinado en un tema que me favorezca. Sobre HidroAysén, por ejemplo, lo que he dicho es que debe pagar un royalty y yo tengo inversiones en Endesa y Colbún, y eso no me beneficiaría en nada. Propongo temas que considero que son justos para el país.

Las cosas raras de este país

De ahí su obsesión con la reforma tributaria. Se le hincha el pecho cuando recuerda que Hernán Büchi –el máximo crítico al alza impositiva– dijo hace un tiempo que en temas de números parecía estar gobernando ME-O y no Piñera. “Si analizas el fondo del programa tributario de Piñera, la mayoría de los aspectos en que se ha avanzado son propuestas mías”, dice, pues él mismo le pasó el programa tributario al presidente, tras la primera vuelta presidencial.

Pero para él los cambios que se han visto en ese sentido –producto del terremoto– no son suficientes. “Tenemos que bajar los impuestos a las personas y subirlos a las empresas. Hoy existen fondos de inversión privados que te permiten incluso no pagar el impuesto de primera categoría. Yo eliminaría todas las exenciones tributarias raras que existen; una de las cuales son las sociedades limitadas, donde puedes poner a tu abuela con un 0,1% de la propiedad, que ella retire la plata y así no pagar impuestos. Son cosas muy raras que no se permiten los países desarrollados”.

-Muy en línea con lo que plantearon Warren Buffett y otros millonarios del mundo…
-Warren Buffett tiene una mirada civilizada y razonable frente al pago de impuestos de los más ricos. Fíjate que en Chile una persona que gana 500 mil pesos al mes no ahorra nada y paga el 19% de IVA, más otro 19% entre salud y previsión. Es decir, paga casi 40% de impuestos. El ultra rico, en cambio, que gana 100 millones de dólares al año, paga IVA sobre la proporción que consume, que no debe ser más que el 2%, y de salud y previsión: prácticamente nada por el tope imponible. Si la ganancia es de capital, cero también; si pone la plata en un fondo de inversión privado, también cero. Y si lo pasa por una empresa, paga el 17%. O sea, un pobre paga casi un 40% y un ultra rico, no más de 20%.

Nada de lo anterior es razonable. La torta está repartida para que los ultra ricos no paguen nada, o muy poco, y para que los trabajadores paguen demasiado.

-¿Qué harías tú?
-Varias cosas. Subir impuestos a las empresas a un 30%; bajar la tasa máxima del impuesto a la renta desde el 40% actual a un 30% y que sólo los que ganan más de 20 millones de pesos mensuales paguen el 40%; que las empresas con inversión de hasta un millón de dólares no paguen impuestos si reinvierten, y crear una figura para que los millonarios paguen un 10% adicional cuando retiren dinero.

-¿Y con eso logras recaudar más o sólo se redistribuye?
-Si se sube a los ricos y se mantiene a los otros, se recaudaría muchísimo más. Muchas de las grandes empresas chilenas invierten en el exterior con tasas impositivas mucho más altas que en Chile. Cuando el señor Horst Paulmann dice que subir los impuestos en Chile es malo porque va a bajar la inversión, yo le preguntaría por qué invierte en Perú, entonces, si la tasa allí es de un 30%. O por qué se la lleva a Argentina, donde paga un 35%. La pregunta es por qué tienen que pagar menos impuestos en Chile que en otras partes donde están invirtiendo.

Cambio radical

Pero no es todo. Paul Fontaine propone algo todavía más osado: que todas las rentas menores a 250 mil pesos dejen de pagar las cotizaciones de AFP. Tal cual. Que el Estado se haga cargo de ese pago –manteniendo cada persona su cuenta de capitalización individual–, pero que, con una escala prediseñada, sólo paguen el total de ese 12% aquellos que están cercanos al tope.

“Obligar a las rentas más bajas a ahorrar el 12% de su sueldo, cuando no tienen cómo alimentar bien o educar bien a sus hijos, me parece inequitativo. Y esto es algo que dijo el propio Milton Friedmann: impuesto negativo a los que ganan menos”, advierte.
Según cálculos de sus propios consultores, el 50% de los chilenos gana menos de 250 mil pesos. “Por eso, esto sería un cambio radical y revolucionario. Somos un país con una tremenda desigualdad de ingresos y si subes en 12% los sueldos de los más pobres, provocarías un cambio gigante”, sentencia.

“El 1% más rico de Chile gana lo mismo que el 60% más pobre en su conjunto. Feroz. El 1% es responsable del 90% del patrimonio del país. ¿Cuánto vale una casa en La Dehesa versus una en una población? ¿60 veces más? Matemáticas simples”.

-¿No será poco viable en un país modesto como este?

-Hay que romper un poco el modelo.

-Es que eso no es romper “un poco”...
-Cuando tienes problemas cuánticos, necesitas soluciones cuánticas. Por eso yo propongo un cambio que nunca antes se había analizado. Súper radical. Si tú haces un plebiscito, te aseguro que el 70% de los chilenos estaría de acuerdo. La gente lo querría. Técnicamente, Milton Friedmann me apoya. Nadie de la derecha se podría negar y los socialistas, menos. Sólo se podrían oponer los grupos de interés. El tema tributario actual, que lo impuso el gobierno de Pinochet, está equivocado.

-Pero a juzgar por el crecimiento de Chile en los últimos años, dio frutos.

-Sí, pero está equivocado. Como uno lo ponga es una equivocación y es inmoral.

La voz de los ochenta
“En Chile un pobre paga casi un 40% en impuestos y un ultra rico, no más de 20%. No es razonable”.

A los economistas que armaron este sistema, Fontaine los llama ochenteros. “Que no son los setenteros, como Sergio de Castro. El ochentero fue un economista radical, liderado por Hernán Büchi y Libertad y Desarrollo, que dijo aquí lo que importa es el ahorro y nada más que el ahorro. Olvidémonos del consumo. Pusieron a las empresas pagando 10% de impuestos sólo sobre lo distribuido y puro premio al ahorro… Pero de lo que no se dieron cuenta es de que la gente pobre no puede ahorrar. Yo tengo muchos amigos de clase media a los que no les ha ido tan bien como a mí, que se comen hasta el último peso. Y los ricos, como yo, ¿qué hacemos? Ahorramos y ahorramos, sin pagar demasiados impuestos. ¿Resultado? Se concentra la riqueza. No es justo”.

Agrega: “yo he sido ejecutivo, ahora soy empresario, tengo más de 500 trabajadores, veo a mis empleados, veo el sacrificio de lo que hacen, cómo viven, sus deudas en las casas comerciales. Qué les importa a ellos estar cotizando. No pueden vivir el presente y estamos hablando de 40 años más. ¡Por favor!”

-Pero este sistema responde precisamente a eso, a que no se conviertan en una carga para el Estado en 40 años más, como pasa en otros países.
-El Estado, con todos los excedentes que tiene, les puede cotizar. Es un negative tax. Se puede financiar perfectamente con el alza a 30% a las empresas.

-Más allá de la teoría, ¿lo ves factible políticamente?
-Debiera serlo. Si Piñera hiciera esto, se pelearía con la derecha tradicional pero te aseguro que Chile cambiaría. Les estarías subiendo el sueldo a todos los chilenos más pobres. ¿Tú crees que la gente no querría a Piñera? ¿Quién se perjudicaría? Las grandes empresas, claro. ¿Pero crees que van a tomar menos whisky?

-No, pero podrían generar menos empleo, menos inversión.
-En absoluto. Les sobra tanta caja en Chile, que invierten afuera como enfermos y con tasas impositivas mayores del 30%. Pagan menos en Chile y eso es inmoral. ¿Cuál es la lógica de estar dispuestos a pagar menos plata en Chile que en Perú?
-Bueno, no es fácil llegar y cambiar las reglas del juego. Hicieron inversiones con ciertas tasas impositivas y claramente les cambiaría el modelo si produce un alza de esa magnitud.

-Parte de las reglas del juego es que se cambien. Si no, sería todo inmóvil. Cambió. Y punto. Usted ganó plata de esa forma durante 30 años, pero ahora va a pagar el 30%. Y punto. Cambiar las reglas del juego de verdad sería hacerlo retroactivo y no digo eso. Pero de aquí en adelante cambió.

Si esto se hiciera, además de otros cambios sencillos que propongo, el país cambia de verdad. La izquierda no podría oponerse a ninguno de estos cambios, la derecha se podría oponer a la reforma tributaria, pero sólo a la profunda…

-Eres bien optimista.
-Yo creo que va a salir, tiene que salir. No es razonable que a los pobres les quiten sueldo como ahorro forzoso. No son razonables las diferencias en el pago de los impuestos. Nadie podría votar en contra de la reforma tributaria que propongo. Hay que hacerlo. Los empresarios no representan más del 0,1%.
Desilusionado
Más allá de lo tributario, Fontaine tenía la esperanza de que este gobierno implementara otras reformas, como las siete medidas que apuntan a agilizar trámites que él entregó a La Moneda. Se refiere a elevar de 5 a 10 años la vigencia del pasaporte; eliminar los papeles de entrada y salida del país; eliminar la obligación de publicar en papel los resultados de las empresas (FECU); eliminar la tasa máxima convencional para deudas sobre 5 mil UF; potenciar la atención remota de las embajadas; devolución de impuesto de primera categoría a las AFP (por las acciones que poseen) y licitar al mejor postor todas las señales de TV digital, sin preferencia para los canales establecidos.

-Pero ya tomaron en cuenta varias de tus ideas, ¿no? No se puede pedir todo…
-Es que, por ejemplo, no hay ninguna explicación técnica para que el pasaporte dure 5 años, salvo que quiera cobrar más seguido. Es una pérdida de tiempo y de recursos enorme.

-¿Y no tiene que ver con que con guitarra en mano la cosa es distinta?
-Creo que es un tema de liderazgo.

-¿Piñera no tiene liderazgo? ¿O no deja que el resto avance?
-Algo de eso puede haber. A lo mejor ha puesto a políticos en sectores clave que tienen otras prioridades. No veo que estén haciendo las cosas que realmente hacen falta. No sólo en este ámbito, sino que en muchos más… El gobierno de Piñera me tiene bastante decepcionado. Ha cometido errores infantiles que afectan a la economía, como el pos natal de 6 meses para las mujeres, eliminación del pago del 7% de salud para los jubilados, por ejemplo.

-¿Qué relación tienes con Piñera? Tras la primera vuelta, le diste públicamente tu apoyo.

-Con Sebastián Piñera me junté hace un tiempo y hemos intercambiado algunos emails.

-¿En La Moneda?
-Sí.

-¿Solo?
-Sí. Supongo que ha recibido a mucha gente. Tuvimos una reunión puntual, donde hablamos de distintos temas económicos. De lo que yo creía que era bueno para el país.

-¿Te ofreció algún cargo?
-No. Nunca lo he pedido tampoco.

-¿Qué relación tienes hoy con Marco Enríquez-Ominami?
-De vez en cuando intercambiamos mails, pero no tenemos demasiada relación. No soy miembro del PRO, el partido político que formó.

-Él ha dicho que quiere ser candidato de nuevo. ¿Lo volverías acompañar?
-Con Marco hicimos un programa económico en el que tuvimos bastantes avenencias. Ahora tendría que ver los lineamientos del PRO. Yo soy independiente por definición.

-¿En qué caso dirías que sí y en qué caso no?
-Lo más probable es que, con el partido político, él ya tenga equipos propios y yo no haga falta. Habría que analizarlo. Cuando participé en el programa económico de su campaña fue porque creíamos en políticas que eran buenas y convenientes para el país. Yo no tendría inconveniente en apoyar a Marco de nuevo en la medida que las políticas sean las que yo considero adecuadas. Si en algún momento el PRO toma lineamientos muy de izquierda o estatistas, yo claramente no podría estar ahí.

Campanario y sus inversiones
Paul Fontaine tiene 0,1% de la propiedad de la polémica termoeléctrica Campanario, que hace poco se declaró en quiebra.
Advierte que fue una quiebra por liquidez, pues en su análisis “la empresa, incluidos los contratos de venta energía, vale más que las deudas que tiene”. De hecho, dice en octubre los contratos hubieran dejado 4 millones de dólares de utilidad para Campanario.

El, en todo caso, dice no tener ninguna responsabilidad en la quiebra. Lo que sí reconoce es que SW, que es su vehículo de inversión, es socio de Southern Cross en Tierra Amarilla y además en otros proyectos de generación en etapa de prefactibilidad.

Paul Fontaine y su socio Rodrigo Danús tienen inversiones en el sector minero, de transporte, financiero y energético, con desarrollos no sólo en Chile, también en Colombia y Paraguay.

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