La ciudad del emprendimiento: | |||
Las chilenas de Silicon Valley | |||
Por Natalia Núñez. Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 25 de Octubre de 2011 http://diario.elmercurio.com/2011/10/25/ya/_portada/noticias/D0F68E2F-D57F-47F6-ACE4-02220529D28E.htm?id={D0F68E2F-D57F-47F6-ACE4-02220529D28E} Un doctorado en inteligencia artificial es un pergamino que intimida a cualquiera. Eso fue lo que decidió estudiar como posgrado la chilena Tania Bedrax Weiss (41 años, casada, dos hijos) en la Universidad de Oregon en EE. UU. Después de estudiar matemáticas en la Universidad Católica quería demostrar que ella era capaz de innovar y de brillar en su área pese a ser mujer. Trabajó en la NASA. Recuerda que su jefe andaba a pie pelado por las oficinas en un ambiente relajado que nada tenía que ver con cómo se trabaja en Chile. O con cómo se piensa en Chile. -Sufrí bastantes prejuicios cuando estuve en Chile. La gente no me tomaba en cuenta, la gente... tuve un profesor que me dijo que no servía para física, que mejor me casara y me dedicara a lavar ropa en la casa. Tania hace estas reflexiones instalada en un mall en Silicon Valley, a cinco cuadras de las oficinas de Apple, mientras espera que cambien los neumáticos de su auto. Está aprovechando los últimos días de posnatal de su segundo hijo que le proporciona Google, la empresa donde trabaja hoy como ingeniera de software. Allí ella tiene a su cargo tres personas y se preocupa de detectar problemas y proporcionar soluciones. Por ejemplo, si el buscador arroja información insuficiente sobre un determinado tema, Tania y su equipo debe ingeniárselas para que los resultados que se arrojen en una próxima oportunidad coincidan con las expectativas del usuario. -En Google la gente hace de todo, crea proyectos, los maneja, supervisa equipos, escribe, dicta charlas. El ingeniero de software hace todo eso. Generalmente no hay oficinas, se trabaja en ambientes abiertos, con cubículos, todos ven lo que están haciendo todos, hay transparencia total a todo nivel de trabajo. Y cuando algún jefe toma una decisión, tú tienes completa libertad para cuestionarlo y preguntar por qué, y por qué, y por qué, y pedir explicaciones de por qué se hizo así y no asá. Y nadie te despide por eso, todo lo contrario. Tania no tiene horario fijo. Trabaja la mitad de su tiempo desde la casa. Y sabe que Silicon Valley es un lugar único para desarrollarse profesionalmente por todas las libertades para crear, emprender, inventar. Ella entrega tres claves que explican por qué esta mítica ciudad de San Francisco es única para el desarrollo de nuevas tecnologías: primero, por las universidades excepcionales que alberga; segundo, la concentración de profesionales que trabajan en computación, y, tercero, como la comunidad es pequeña, después de trabajar por unos cinco años ahí ya es posible conocer a todo el mundo y es muy fácil establecer "partnerships" (sociedades). Silicon Valley es la cuna del emprendimiento, es cierto. Pero aún así, las mujeres están al debe en términos de innovación. Son los hombres los que se llevan gran parte del crédito cuando algo nuevo se inventa. Para las empresas con base allí (Apple, Google, Facebook, Yahoo, Oracle, Netflix, por nombrar solamente algunas) esto es un problema que se toman muy en serio. Y cada día intentan imaginar fórmulas para que las mujeres realmente accedan a cargos ejecutivos y directivos. Tania tiene una teoría respecto de esta deuda femenina que no sólo es parte de la realidad chilena: -La mujer, por naturaleza, es más aterrizada que el hombre. Se transforma en madre, tiene que ser concreta y ver las cosas como son y no cómo podrían ser. Eso es algo que juega en contra de la innovación. Paola Zaninovic (39 años, casada, un hijo, ingeniera comercial) es otra chilena que vive en Silicon Valley. Ella trabaja como analista de sistema de negocios en Autodesk, empresa líder en la creación de softwares tan famosos como Autocad y responsable de todos los programas que se han utilizado para hacer películas en 3D tales como "Avatar". En los once años que lleva trabajando en esta empresa y en los trece conociendo la idiosincrasia americana (seminarios de liderazgo incluidos) se ha dado cuenta de que son las propias mujeres las responsables de ese rótulo de "poco innovadoras". -No sé si afortunada o desafortunadamente, las mujeres somos mejores organizadoras que los hombres porque somos mamás y tenemos que cuidar personas y hacer que las cosas sucedan. La mujer se siente más cómoda organizando y tomando nota que saliendo y estando en lo mismo que los hombres haciendo cosas nuevas. Mi consejo, y esto es lo que he leído y visto, es que tenemos que hablar un poco más, decir nuestras ideas y cuestionar lo que se está proponiendo. Muchas mujeres que veo en funciones administrativas se sientan a la mesa y están en silencio. Es mejor decir algo, aunque no sea correcto, que quedarse callada y solamente escuchar. De alguna forma, después de que uno habla, algo va a salir bien. Y hay que tener esa misma actitud respecto del miedo al fracaso, a que se rían de ti. Hay que ser un poco más aventurada en decir lo que uno piensa y después producir trabajo de buena calidad. Yo soy perfeccionista y muchas veces hay que dejar de pensar en los detalles, subir la mirada a cosas de más alto nivel. Paola Zaninovic añade un dato interesante: actualmente el número de mujeres graduadas en las universidades norteamericanas es mayor que los hombres y, en consecuencia, más mujeres están entrando a la fuerza laboral. En lo personal, ella busca, además de tener una buena carrera, calidad de vida, poder disponer de tiempo libre para ir al gimnasio y tener fines de semanas disponibles y entretenidos para compartir en familia. En Silicon Valley ése es un mandamiento, dice, las empresas ponen todo su empeño en tener trabajadores felices. Por ejemplo, no hay reglas sobre vestimenta y la imagen o apariencia física importa nada. -En los currículum no pones ni edad ni foto. Muchas mujeres se ven mejor el fin de semana que cuando van a trabajar en jeans y polerones. Con lo que dices, haces, o con las ideas que propones, no hay discriminaciones. Si eres fea, gorda, canosa, con un diente menos o un diente más, es irrelevante. De hecho, verse muy bonita va un poco en detrimento tuyo, es un poco negativo. En el Bay Area de San Francisco, donde todo es natural y orgánico, si llegas con uñas rojas, zapatos rojos y falda ajustada, eso es muy revelador, muy sexy. Si la mujer se viste más normal, es más respetada. El currículum de los fracasos Cuky Pérez (36 años, casada, sin hijos, economista) también es chilena, trabaja como investigadora de la Universidad de Stanford, donde obtuvo un doctorado en economía de la educación, y vive en Silicon Valley. Ella estaba en Stanford en 2005 cuando Steve Jobs dictó su celebrado discurso a los alumnos que se graduaban ese año. Escuchó en el mismo campus sus inspiradoras palabras. Cuky no puede creer que se haya muerto. En su casa tiene unos seis computadores Apple, ya va en la compra de su tercer iPhone, y su marido no lo pensó dos veces cuando fue a dejar un ramo de flores a la puerta de la casa del creador de Apple al saber de su fallecimiento el pasado 5 de octubre. -Tenía su genio, sus cosas, su forma de tratar a la gente no muy positiva, pero era un inspirador absolutamente. A todos nos quedó resonando lo que decía: siempre estar hambriento, "never stop being hungry". Eso es acá se redefine la vida y lo que vas a hacer todos los años. Es algo súper único. Cuky Pérez encontró sentido en las palabras de Jobs y en las palabras de un puñado de profesores y maestras que guiaron sus pasos. ¿Una? Tina Seelig, autora del libro "Todo lo que debería haber sabido a los 20 años". Entre otras cosas, en el texto la académica habla de los fracasos y de cómo una derrota en un proyecto puntual es bien vista desde el punto de vista del emprendimiento. Ella propone que así como los postulantes a un trabajo dedican horas a afinar un currículum resaltando logros, premios y cualidades positivas, se debería confeccionar también un currículum personal con todos los fracasos profesionales. -Si uno no tiene fracasos es peor a tener un mal currículum, porque quiere decir que no has corrido ningún riesgo en tu vida. Y ese pensamiento en Chile falta. Uno sale de la universidad con la idea de que vas a trabajar para alguien sin tomar ningún riesgo y con la idea de quedarse en ese trabajo mucho tiempo. Eso acá no corre, ni siquiera es valorado. Mi marido a los 40 años decidió renunciar. Tenía un excelente trabajo, pero está creando su propia empresa de softwares y trabaja desde la casa. En Chile todos le preguntan por qué dejó un trabajo estable como ése. Pero acá el fracaso es valorado, si te va mal no es un estigma terrible; es valorado porque significa que te arriesgaste. Y eso para mí en Chile sería fundamental como cambio de mentalidad. Cuky cuenta que Silicon Valley nació gracias a Stanford. Todas las empresas están instaladas alrededor de esta universidad donde la tendencia es cruzar las fronteras de las disciplinas, es decir, que por ejemplo un ingeniero para crear debata con un artista, un diseñador, un biólogo y viceversa. Son las áreas diversas las que se necesitan para ponerse creativos y no quedarse encasillado en un rubro. La ley es romper la rutina. Se valora lo que se sale de la norma. Se piensa en disfrutar haciendo y no conformarse con lo aprendido. En ese contexto nació la tendencia del D.school, es decir, el "desing thingking" (pensamiento del diseño). -Es una nueva forma de diseñar, de crear, de pensar que nació acá y lo predican en todo Silicon Valley. Ésa fue la idea de mi doctorado en Stanford, este desafío interdisciplinario de atreverte, cruzar fronteras en las disciplinas y hacer algo distinto. El D.school jugó un papel importante en mi carrera, hice unos talleres al respecto y me compré esa filosofía. Creo que lo que más me costó fue que cuando estudié economía en la Universidad Católica tenía una malla escrita en un papel con los ramos que iba a tomar. Acá, llegué a un doctorado interdisciplinario en donde me dijeron: "No tienes ningún requisito. Lo único que te exigimos son 135 créditos". Te enfrentas a un cuadro en blanco donde tienes que tomar ramos, y ahí me di cuenta de cómo la educación chilena, en 25 años de escolaridad, nunca me había dado esa libertad. Mente inquieta, curiosa y abierta Ser madre de cuatro niños, dos de ellos gemelos, ser dueña de casa en Estados Unidos, donde las nanas son impensables, y además ser esposa y exitosa abogada con un alto cargo en Google suena titánico. Carola Vásquez (39 años, senior councel en Google después de trabajar cinco años en la empresa) lo pudo hacer gracias a tres premisas clave que ella describe desde su casa en Silicon Valley: creerse el cuento como mujer, tener un marido apoyador y caer en un terreno fértil en una empresa que permita la realización profesional independientemente del sexo. -Las mujeres tenemos la obligación de buscar las oportunidades. Muchas veces nos quedamos pegadas en las culpas y en que el hombre tiene que proveer. Si eres de las mujeres que va a pregonar la igualdad de género, tienes que ser la primera en decir que tienes derecho a tener una carrera. Mi marido es ciento por ciento apoyador, si un hijo amanece con fiebre no es obvio que yo me quede, vemos nuestras agendas y el que tiene más flexibilidad en el día lo cuida. Yo, por mi puesto, viajo mucho por Latinoamérica, tengo viajes que duran dos o tres semanas y Juan Manuel (su marido) se queda con los niños y no hay ningún problema. Y, por último, hay que estar en un lugar que sea flexible para desarrollarte personalmente. En Chile nos falta entender que para tener empleados felices, ellos deben tener un balance entre la vida personal y profesional, y que la empresa dé las condiciones para tener ese balance. En Google, ésa es una de las misiones del grupo: lograr que tus empleados se sientan felices, y te entregan much os recursos para que te sientas de esa manera. Hay doctores en las oficinas, gimnasios, incentivos para la familia, hay flexibilidad en el trabajo que puedes hacer desde tu casa. No es un tema que no estés sentado en tu puesto mientras hagas tu trabajo. Todas esas condiciones te dan la posibilidad de tener un equilibrio que se da mucho más que si estàs de nueve a ocho en un escritorio como en Chile. Carola Vásquez trabaja en el área legal de Google. Ella es responsable de varios acuerdos importantes y millonarios que ha cerrado la firma. Uno de los últimos es haber podido transmitir la Copa América a través de YouTube a varios países de Latinoamérica. Pero dice que más que un negocio concreto que haya cerrado, lo que más satisfacción le reporta es el proceso que ha vivido a nivel personal, el entender que hay que tener paciencia, ser humilde e intentarlo una y otra vez. Eso le sucedió a los 34 años cuando, pese a todos los posgrados y estudios que tenía, decidió aceptar el puesto de asistente legal en esta empresa. -Muchas de las personas para las que trabajaba, tenían menos estudios que yo incluso. Pero había que agachar el moño porque quería estar en Google. Carola Vásquez dice que en su área, el departamento jurídico, aunque podría sonar algo rígido, tiene bastante espacio para la creación. Eso motiva más su desempeño cotidiano. -Lo principal para ser exitoso acá es tener una mente inquieta, curiosa y abierta. Ser una persona dispuesta a remangarse y ensuciarse las manos haciendo el trabajo y no tener estereotipos de lo buena que iba a ser tu vida. Por ejemplo, mi marido, doctorado en ingeniería eléctrica de Stanford, está montando su empresa en el garaje de la casa entre las maletas y los juguetes de los niños guardados. Conozco mucha gente que lo hace así. Es muy típico de acá y hay un romanticismo en empezar muy simple y desde abajo. La apertura de mente, la creatividad en la zona de Palo Alto es muy fértil y confluyen muchos capitales para poner en empresas. Está lleno de emprendedores que, en la mayoría de los casos, es gente brillante con muchas ideas. Y se produce una sinergia de ideas con capitales que hace que nazcan cientos de empresas al mes y, de ésas, algunas llegan a ser Facebook, Twitter y otras no son tan buenas, pero pueden ser adquiridas por empresas más grandes. En Palo Alto todo el mundo anda con su computador, en reuniones, contando ideas y discutiendo. O sea, hay ideas y llega el dinero para financiarlas. Es la combinación perfecta. "El principal componente para ser exitoso acá es tener una mente inquieta, curiosa y abierta. Que sea una persona dispuesta a remangarse y ensuciarse las manos haciendo el trabajo y no tenga estereotipos de lo buena que iba a ser su vida", dice Carola Vásquez, abogada de Google. "Steve Jobs tenía su genio, sus cosas, su forma de tratar a la gente, pero era un inspirador, absolutamente. A todos nos quedó resonando lo que decía: siempre estar hambriento, never stop being hungry", dice Cucky Pérez, investigadora de Stanford. |
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