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Educación y Reforma Tributaria: Propuesta


por Guillermo Larraín
Diario La Segunda, Lunes 24 de Octubre de 2011   
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2011/10/24/educacion-y-reforma-tributaria.asp

El país ha entrado en un estado de conflictividad inquietante. Es tiempo que todos los actores relevantes tomen acciones decididas y audaces. Aunque esto es tarea de todos, la responsabilidad principal es del gobierno.
Y claro al gobierno le cuesta porque el tipo de problemas que tiene al rojo el conflicto estudiantil (lucro, carga tributaria, gratuidad,…) es de aquellos que en La Moneda a nadie convence y a lo más sólo logra divisiones internas entre pragmáticos y doctrinarios. El gobierno está en un equilibrio que lo lleva a confundir la solución de fondo con problemas de orden público. No es que no los haya, pero enfatizarlos sólo lleva a postergar abordar el verdadero desafío.
En el ámbito de las soluciones audaces y decididas, es necesario zanjar la discusión sobre la necesidad de una reforma tributaria para financiar la reforma educacional. Es evidente que desconocemos los contenidos de una reforma educacional ambiciosa, que es la que reclaman los tiempos. No están todavía los consensos. Pero es claro que ella no se financia con USD 4.000 millones en 4 años ni tampoco con los frutos del crecimiento. Es un gasto nuevo, requiere financiamiento propio. Como la reforma educacional puede considerarse como una inversión en capital humano, propongo financiarla con una mezcla de reforma tributaria (digamos, capital) y lo que antaño se llamaba un “empréstito”, deuda.
La pregunta es: ¿debemos esperar a que esté los detalles de la reforma educacional para buscar financiamiento?  No conviene hoy. La razón es que supongo que si bien la reforma educacional requiere tiempo para que esté lista – el informe del comité de expertos es para enero, pero solo un milagro lo llevaría a ser un informe de consenso-, es bastante más rápido avanzar en el tema tributario. Está más discutido. Hay resistencia de los afectados, pero eso no es sorpresa. Una reforma tributaria dotada de una buena institucionalidad le daría credibilidad al proceso de reforma educacional. Dicha credibilidad hoy no existe.
A diferencia de lo que plantea el gobierno, propongo crear un Fondo para la Educación Pública con una estructura legal similar a la de los fondos soberanos. Su fin sería acumular recursos para financiar una reforma educacional que signifique digamos un 2% del PIB por año, que es el cálculo hecho en Economía de la Universidad de Chile. Dicho Fondo se podría alimentar inicialmente de la emisión de un bono soberano de digamos 30 años en los mercados internacionales. La madurez de dicho bono estaría asociada a una estimación razonable de tiempo para que la reforma educacional brinde sus frutos. En el contexto de la crisis de deuda soberana europea, un bono de estas características sería muy atractivo, tal como lo fue el bono que emitió Hacienda hace unos meses. Sería interesante también una emisión local a plazos largos en UF. Habría mucho interés y desde la perspectiva de los extranjeros sería razonable mostrar que los chilenos creen en dicho plan. Probablemente no sería una sino varias emisiones. Lo importante es empezar ahora.
La reforma educacional se financiaría en parte con la recaudación de la reforma tributaria y en parte con los recursos del Fondo para la Educación Pública.
Como no sabemos cuál será la reforma educacional, la propuesta es crear el Fondo ahora a la espera que el Congreso avance en ella. Mientras no hay reforma, no hay gasto. Los recursos se manejarían como los fondos soberanos y se acumularán mientras no haya reforma aprobada. El incentivo para hacerlo es claro.
¿Por qué, siguiendo un aforismo en boca de muchos, poner los bueyes delante de la carreta? Varios empresarios y políticos de derecha se oponen a una reforma tributaria porque ¿para qué subir impuestos si no se sabe en qué se va a gastar la plata? En efecto, lo que aparentemente dicta la razón es que un aumento de impuestos deba ser la contrapartida de un incremento en gastos que esté bien pensado. Uno quisiera que, si nos van a obligar a contribuir, sea porque el Estado tiene claro qué va a hacer con la plata, qué fines busca, cómo pretende lograrlos, cuál es la institución pública que tendrá responsabilidades, etc…  Este razonamiento es el que impera en un hogar o una empresa: si vamos a hacer un gasto, es porque hay una fuente de financiamiento. No tiene sentido, en esta línea de pensamiento, conseguir financiamiento si no hay un gasto pensado.
¿Por qué lo de los bueyes delante de la carreta no se aplica en este caso?
Porque financiar primero para gastar después es la forma de destrabar la crisis que vive el país y darle un nuevo cauce. La propuesta es comenzar por el financiamiento y seguir por el gasto, una vez que una reforma educacional ambiciosa y consensuada esté aprobada.
Según la sociología política “la tributación consiste en la obligación de contribuir a la actividad del Estado a cambio de nada en particular”. Entre eso y la posición de que hay que tener primero la reforma educacional para luego buscar su financiamiento hay un espacio. Es el que pretende llenar esta propuesta.

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