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Joaquín Lavado, 'Quino':



"No sabría cómo revivir a Mafalda"
 por Claudio Gaete
Diario El Mercurio, sábado 2 de junio de 2012

A sus 80 años, el legendario autor de una de las más famosas tiras del mundo recuerda sus inicios y a quiénes lo inspiraron para crear mafalda.   

A los 18 años fue rechazado en todas las revistas donde presentó sus dibujos. Comenzaban los años 50 y este chico tímido, oriundo de Mendoza, era un recién llegado al Buenos Aires de Perón y de Evita. Quería ganarse la vida haciendo humor gráfico e historietas.
-Me decían que las ideas eran buenas, pero para tener un dibujo más o menos pasable me faltaba mucho tiempo. Ellos tenían razón. Dibujaba bastante mal.
Tuvo que regresar a las tres semanas a Mendoza con la frustración y la pena de no haber cumplido su sueño que comenzó cuando observaba a su tío Joaquín Tejón dibujando a actores de cine para las carteleras de los diarios.
Este 17 de julio Joaquín Lavado, Quino, cumplirá 80 años. Hoy recuerda ese episodio con la templanza que dan los años. Después de todo, lo que siguió fue un fenómeno. En septiembre  de 1964 aparecieron en Gregorio, un suplemento de humor de la revista Leoplán, las primeras tiras de Mafalda. Y el 29 de septiembre de ese año, el semanario Primera Plana comenzó su publicación periódica.
Estuvo 10 años dedicándole la vida a este ícono de la lucha por la libertad, la anticorrupción, la paz mundial y el sentido común. Mafalda se publicó en casi toda Latinoamérica, así como en España, Italia, Francia y Grecia, y ha sido traducida a más de 30 idiomas.
Con los años, Mafalda fue utilizada por todos los que defendieran alguna causa. Desde las feministas italianas, los somosistas en Nicaragua, los exiliados uruguayos en Noruega y el movimiento estudiantil en Chile.
En conversación telefónica desde Buenos Aires, Joaquín Lavado habla de sus inicios. El hecho de ser de Mendoza lo acerca a Chile, dice. Y también el hecho que su personaje Guille está basado en uno de sus sobrinos, Guillermo Lavado, flautista de la Orquesta Sinfónica de Chile, con más de 20 años de residencia en el país.
Actualmente en Casas de lo Matta, y hasta el 17 de junio, se presenta "El mundo según Mafalda", una muestra interactiva basada en las tiras originales.
Quino puntualiza que cuando se enteró cuánto cobraban por la entrada, se enfadó. "La gente pensará que yo recibo algo de eso y nada que ver. Yo no recibo nada. Yo doné a la Fundación Barrilete esta exposición y ellos la están haciendo girar por donde pueden", aclara.
UNA NENA PROGRESISTA
 A dibujar aprendió cuando tenía tres años. "Una noche mis padres habían ido al cine y llamaron a mi tío para que nos entretuviera a mis hermanos y a mí. Y claro, como no había televisión en esa época, él no encontró mejor idea que empezar a hacernos dibujos", recuerda.
Desde esa noche se quedó maravillado de ver todo lo que se podía hacer con un lápiz. "Entonces ahí dije, yo quiero ser como mi tío. A los 14 me definí por el dibujo de humor".
-¿Por qué optó por esa línea?
-Porque en Sudamérica habíamos tenido la suerte de tener muchos dibujantes de humor, de historietas, de televisión y yo me crié mirando dibujos que me hacían reír. Además soy de familia andaluza y en ella hay mucho sentido del humor.
Después de terminar la escuela primaria, Quino entró a la Facultad de Artes de la Universidad de Cuyo.
-Al segundo año cometí la torpeza de decir, bueno, si yo quiero ser dibujante de humor, para qué voy a estar aprendiendo a dibujar esculturas, frutas, plantas y animales, todos embalsamados, me aburría. Cuando uno es adolescente, cree que lo puede todo y que todo lo viejo no sirve. Después supe que no, que si hubiera aprendido lo que me enseñaron ahí, no habría tenido que sudar tanto para saber dibujar un estadio de fútbol. El primer escollo que tuve fue ése, se me ocurrió una idea que me gustaba mucho y ocurría en un estadio de fútbol y me las vi negras para poder hacerlo.
A los 21 años se aventuró de nuevo en Buenos Aires. Andaba con una carpeta con sus trabajos. Otros dibujantes lo ayudaron a corregir y mejorar su trazo. "Hasta que al final me aceptaron algunos dibujos en una revista de actualidad político-cultural llamada Esto es. Y ahí empecé. Me vieron de otras revistas donde antes me habían dicho que no y me llamaron, así que llegué a trabajar en cinco revistas y un periódico al mismo tiempo".
-El inicio de Mafalda fue comercial.
-Si, fue una idea comercial. Mi amigo Miguel Brascó me dijo que una agencia de publicidad estaba buscando que alguien hiciera una historieta para una marca de heladera que era muy conocida en Argentina, Siam. Esta gente tenía la idea de crear una familia que usara estos electrodomésticos que se iban a llamar Mansfield. Se suponía que los personajes tenían que llamarse con letras que componían el nombre Mansfield y me costó bastante encontrarlos. Viendo la película Dar la cara, había una bebita en una cunita y decían, "qué linda la nena, ¿cómo se llama? Mafalda".
Finalmente el proyecto nunca vio la luz y Quino se quedó con unas 12 tiras de su personaje, que publicó Miguel Brascó en la revista Leoplán. Tiempo después, un amigo de Quino que trabajaba en el semanario Primera Plana le pidió las tiras y las publicó, sin avisarle.
-Una vez que salió publicada tuve que empezar a imaginar cómo era el personaje, porque en 10 o 12 tiras uno no lo conoce todavía. Y ya que era una nena, y en ese momento el movimiento de la liberación de las mujeres era muy fuerte, pensé en una chiquita combativa, con ideas muy progresistas, que se pregunte por qué los adultos hacen todo lo contrario a lo que a uno le enseñan en el colegio. 
Quino dice que después de 50 tiras ya se cansó de ese mecanismo y pensó que había que incorporar un personaje que fuera distinto. Así nació Felipe.
-Él está basado en un amigo suyo, periodista, ¿verdad?
-Es un periodista que murió hace un año y medio. Trabajaba en Prensa Latina y era poeta también. Me basé en su cara para hacer a Felipe. Él estuvo en Chile para el golpe militar, era corresponsal en esa época y como la embajada de Cuba se cerró, tuvo que irse de Chile. Éramos muy amigos. Cuando se murió sentí una gran pena, no sólo por su muerte, sino porque fue un poco como que se me murió Felipe. El diario El País tituló: "Murió periodista que inspiró al personaje Felipe de la tira Mafalda".
-¿Cuándo cree usted que se produce el punto de inflexión que convierte a Mafalda en una figura que remece y que hace pensar?
-Esto me lo hizo notar el primer editor que sacó los libros de Mafalda, Jorge Álvarez. Me dijo que cuando iba al correo, en la ventanilla estaba pegada una tira; iba al banco y lo mismo, iba al médico y la secretaria del médico tenía pegada una tira, y me dijo: "Ya que la gente las recorta y las junta, ¿por qué no las editamos?'. Y así salió el primer libro y en dos días se vendieron los cinco mil ejemplares de la primera edición.
En 1966, el Presidente Arturo Illia es derrocado en un golpe de Estado por el general Juan Carlos Onganía. Y Mafalda es callada en 1967 cuando se cierra el diario El Mundo. Antes del receso obligado, Quino tenía que entregar su tira y se le ocurrió que Mafalda iba a tener un hermanito. No sabía bien hacia dónde iba la historia, pero pensó, "ya me las arreglaré". El 2 de junio del 68 Mafalda reaparece en el semanario Siete Días con Guille ya siendo parte de la familia.
-¿Por qué se basó en su sobrino?
-Porque era tal cual, desfachatado, mal hablado. Ahora uno lo ve tocando música en la flauta y no lo parece. Él, cuando iba atrás del auto sentado con sus hermanos, era el más chiquitito de los tres, y con mucho disimulo les pellizcaba los muslos y ellos se ponían a gritar y llorar. Y él se hacía el tontito.
-Usted estuvo escondido en la casa de su hermano mayor, en San Rafael, poco antes del golpe de 1976, ¿por qué?
-Porque vino un grupo armado, vestido de civil, y rompió a patadas  la puerta del ascensor de mi departamento en Buenos Aires. Lo que pasó es que en ese momento estaba en el Ministerio de Bienestar Social José López Rega, ese personaje siniestro que era secretario de Perón, y me habían pedido que le hiciera una ilustración y yo dije que no. Además, la marina en ese tiempo estaba pretendiendo quedarse con la Editorial Abril, donde yo trabajaba. Le pusieron una bomba o habían ametrallado la entrada, una cosa así. Ya había bastante gente desaparecida y algunas estaban en mi agenda, así que era peligroso quedarse. Optamos por irnos, por consejo de un abogado amigo.
Se fue a Italia. En aquella época él ya era conocido allá. Umberto Eco había escrito un ensayo sobre Mafalda diciendo que si bien Charlie Brown había leído a Freud, Mafalda había hecho lo mismo con el Che Guevara. Además, su editor en Milán tenía todo su material para entregarlo a los diarios de América Latina. "Pensé que esto iba a ser por un breve tiempo, pero no, me quedé tres años sin venir a la Argentina".
-Usted es un hombre optimista, pero sus tiras tienen un humor negro y una mirada sarcástica.
-Porque uno quiere que la cosa cambie. Ya han ido cambiando, por supuesto. Después de la Revolución Francesa no hay duda de que la humanidad, no toda, pero una parte al menos, fue mejorando.
-¿Quién es usted en la tira Mafalda?
-Empecé siendo Mafalda y después me mezclé con Felipe, porque es el personaje con el que más me identifico. Toda la timidez de Felipe y toda la lucha en la escuela, esa angustia que tenía por hacer los deberes, todo eso era autobiográfico. Yo era enfermizamente tímido cuando chico. Si iba a comprar un cuaderno o un lápiz, me daba vueltas a la manzana preguntándome "¿y si no tienen?", "¿me alcanzará el dinero?". Y un poco soy todos también, porque todos salieron de mí, las malas ideas que tiene Susanita también son mías, claro. Para el dinero soy un desastre. Mi mujer (Alicia Colombo) es la que se encarga de administrarlo, así que con eso no tengo nada que ver con Manolito.
-¿Y Miguelito, el más idealista?
-A mí también se me ocurren preguntas que no sirven para nada. Yo viví en una pensión con un amigo que fue el primero que me pidió la tira, Julián Delgado, desaparecido en el año 78. Y en el periodo en que viví en esa pensión comíamos siempre juntos y me acuerdo que un día yo estaba mirando por la ventana y le dije: "Julián, ¿cuánto crees que pesará un árbol?". Él me dice, "pero, ¿por qué no te vas al carajo con esa pregunta?". Y Miguelito siempre anda con estas cosas, cómo se llamará cada hormiga, a qué velocidad vuela una mosca. Así que sí, soy un poco todos. En realidad el que nació más artificial de todos fue Mafalda, que fue una cuestión muy elaborada. Salió más de la cabeza que del corazón.
-¿Por qué nunca quiso revivir a Mafalda?
-Porque esa época fue realmente irrepetible. La conjunción que se daba en Latinoamérica con las diferentes guerrillas, empezando por la fama del Che Guevara, Los Beatles en Inglaterra, que parecía que se iba a transformar en un lugar de una libertad absoluta, un país muy alegre... Yo conocí Londres en 1968 y era realmente así. Los movimientos feministas, Juan XXIII, la guerra de Vietnam, los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos... fue una época de enorme efervescencia e irrepetible. Y, además, en esa época mis sobrinos, tengo cinco, estaban muy chicos y yo sabía en qué estaban, qué les podía interesar, qué preguntas se les ocurrían. Pero ahora no tengo la menor idea de lo que piensa un niño ni de nada. Entonces, ¿cómo resucito a Mafalda? No sé cómo hacerlo.

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