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DE MEMORIA por A.C.

Tal vez sea porque nos aproximamos
al fin del año -hora de recuentos-
en el que todo pareciera
relacionarse con la memoria.

Tengo a mi lado Mezquina memoria
-la prosa soberbia, exquisita y barroca
de un inspirado Antonio Gil-
con algunos subrayados míos
aunque no estaba seguro de haberla
ni siquiera parcialmente leído.

En la Revista de Libros, varios
artículos se refieren a la memoria:
Pedro Gandolfo comentando
la más reciente obra publicada de Germán Marín;
otro de Juan Antonio Muñoz
'La memoria y en memoria de Christa Wolf';
Patricio Tapia y su entrevista a
Rossana Cassigoli: habitar y recordar.
Hoy, lunes, Nicolás Luco en su columna
El olvido es cosa seria, comienza
con un poema de
Vesa Niinikangas

"No olvido que
yo recordaba
No recuerdo que
olvidaba
Recuerdo que
yo recordaba
Olvido que
olvidé".

El pasado y el futuro
se confunden en el presente:
los recuerdos y las expectativas.

La incertidumbre como condición
necesaria para la felicidad,
en palabras de Jorge Wagensberg.

Ah...y las predicciones...

La historia se repite
pero de una forma impredecible...
no sabemos ni el cómo, ni el día ni la hora...
aunque hay intuiciones no muy descaminadas
y otras profecías absolutamente perdidas
en el espacio y el tiempo...

Predecir es muy difícil,
especialmente tratándose del futuro,
pero lo más difícil de predecir
es el pasado que nunca ocurrió.

Recordar tampoco es fácil,
particularmente cuando
el pasado es doloroso
y porque además la memoria
es fragmentaria y fabuladora.

Es impresionante
las cosas que uno recuerda
que nunca ocurrieron
o que sucedieron de una
forma sustancialmente diferente
a como las conservamos
en la mente o en el cuore...

En lo anterior hay reflexiones,
sentencias y citas extractadas
de autores diversos:
desde Niels Bohr a Freeman Dyson...
y hasta una que leí hace algunos años
en una entrevista al diario La Segunda
al georgian egresado en la segunda
mitad de los años cincuenta
y compañero del senador Carlos Larraín:
José Miguel Insulza.

Para terminar unos extractos:

Rossana Cassigoli: habitar y recordar
por Patricio Tapia
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 4 de diciembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/12/04/al_revista_de_libros/entrevista/noticias/AE28271E-25E0-4975-A585-9BA3B32C09CF.htm?id={AE28271E-25E0-4975-A585-9BA3B32C09CF}


El vínculo entre morada y memoria trasciende la aliteración. La
memoria no alude sólo a la recordación ni constituye únicamente una
herramienta cívica contra el olvido. En toda la tradición clásica,
desde Platón hasta Tomás de Aquino en el Medievo, la memoria es un
atributo del alma, un sentimiento y una experiencia del espíritu. En
palabras distintas, designa un estado e incluso una voluntad humana de
congregación interior: anamnesis, rememoración. La casa, 'concha
inicial' según la máxima del genial Bachelard, nos regresa a una
primitividad, al valor de un inicio gregario, doméstico y comunal. Nos
remite, en consecuencia, a la noción de 'experiencia común'
magníficamente explorada por el filósofo chileno Humberto Giannini.
Desprovisto de casa y memoria, el humano sería un ser disperso".

Memoria y morada, ¿se afectan por la experiencia del exilio?
-Morada y memoria entrañan, ciertamente, una alegoría del exilio,
condición existencial que detentamos muchos seres que tenemos un país,
pero estamos separados. Experiencia de desarraigo, despojo e
imposibilidad de hacer un duelo e historiarse. Hay casos en que la
desesperación conmina a escribir. Esta escritura que reclama la
morada, "concha inicial", luz resguardada de la casa materna y casa
onírica, es memoria de un origen y deseo de memoria futura. Estalla en
fragmentos, pues carece de un centro. Cada regreso al terruño es una
nueva despedida.

Autora de "Casandra" y "Medea" | 1929-2011
La memoria -y en memoria- de Christa Wolf

Considerada una de las voces críticas más importantes de la hoy
extinta Alemania Oriental, la novelista, ensayista y guionista Christa
Wolf murió esta semana. Pero su obra permanece.

Juan Antonio Muñoz H.
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 4 de diciembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/12/04/al_revista_de_libros/_portada/noticias/9606AB3A-65B8-4F40-8931-8B72FDB47DC3.htm?id={9606AB3A-65B8-4F40-8931-8B72FDB47DC3}

Tal como la profetisa troyana, la única voz de su novelaCasandra ,
Christa Wolf (1929-2011) hurgó y hurgó en su memoria para tratar de
restablecer la historia real, buscando restañar las heridas personales
y sociales, y dar así calma a su condición de mujer nacida en un
entorno complejo y amenazante. Ella encontró una escapatoria en el
amor, pero también eso fue insuficiente para apaciguar su enorme
controversia interna. Una que proyectó sobre el sistema en que estaba
inmersa...


Las gracias de Marín
por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 4 de diciembre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/12/04/al_revista_de_libros/_portada/noticias/FC3B4CBF-FE24-4206-B0E4-4C0686E4C060.htm?id={FC3B4CBF-FE24-4206-B0E4-4C0686E4C060}

Marín prefiere colocar a sus personajes en una situación "terminal",
que muchas veces coincide con la vejez y proximidad de la muerte, la
enfermedad o deterioro mental o el abandono y soledad extremos
productos de un largo exilio o encierro. En ese momento privilegiado,
su envolvente prosa va haciendo un lento repaso, sólo en apariencia
desordenado, de la vida del personaje, prosa la cual se desperdiga
como una mancha de tinta sobre seda blanca en múltiples regueros y
finos y sorprendentes capilares. De este modo, la rememoración, el
estar "condenado a quedar para siempre con la mirada vuelta hacia
atrás", a "extraer vida de la nada", "a escuchar en silencio los
viejos días que me persiguen", a aspirar en una sola bocanada "el aire
marchito que duerme en la memoria" es una constante en estas
narraciones.

La prosa de Marín, como un sello reconocible, no es fácil para un
lector pasivo que desee ser guiado segura y nítidamente hacia un
desenlace anticipado. A semejanza de lo que señaló Sergio Pitol
respecto de la propia, el estilo de Marín es sinuoso, paulatino,
amante de los circunloquios y digresiones e imprevisible, porque esa
es su manera de captar lo real, que es substancialmente sutil y
pluridimensional, y la ética literaria (si existe tal) reclama
fidelidad insobornable a ese carácter "algodonoso" de la existencia.

En bien sabido que la obra de Marín se empeña en ficcionar sus
materiales biográficos en un proyecto como no tiene parangón en la
literatura chilena. La forma, como memoria e imaginación se entrelazan
en ella, es muy rica en estimulantes perplejidades y sentidos. Pero la
dimensión personal se engarza también con la política: el golpe de
Estado de septiembre del 73 es un tajo social y trauma individual que
despunta, irredimible, con dolorosa lucidez en sus relatos.

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