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La vía para hacer carne el abismo


Tribuna 
La vía para hacer carne el abismo
por Pilar Molina 
Diario El Mercurio, Martes 09 de Agosto de 2011 
Siempre pensamos que la izquierda iba a dar su test de desempeño
democrático con el primer gobierno socialista. Por eso era tan
importante que Ricardo Lagos demostrara que podía gobernar el país con
responsabilidad macroeconómica y estabilidad social, como de hecho lo
hizo. Y cuando hubo problemas de gobernabilidad, a raíz de episodios
críticos de corrupción (Caso Coimas y Gate), personeros de derecha
como Pablo Longueira, ofrecieron la mano al Ejecutivo para atravesar
la zanja y reinstalar la convivencia política y social.

Hoy las movilizaciones de la calle nos hacen pensar que nos
equivocamos. El ciclo de la transición no se cerrará mientras la
centro izquierda no permita al primer régimen de la centro derecha
gobernar después de 20 años de Concertación y 17 de régimen militar.
El ex Presidente Lagos dijo que si la derecha ganaba las elecciones
iba a ser un "abismo". Triunfó él, apenas, pero dos elecciones después
se impuso la centro derecha. 

Por las razones que sea, Sebastián Piñera
alcanzó la presidencia. No por mucho, porque no alcanzó la mitad de
los votos de todos los que votaron en la segunda vuelta de 2010, pero
sí obtuvo casi el 52% de los votos válidamente emitidos (sin nulos y
blancos) y superó a su rival Eduardo Frei en 223 mil 392 preferencias,
muchos más que la ventaja que obtuvo Lagos.

Al margen de lo poco que nos guste Piñera o de lo mal que juzguemos su
desempeño, la regla que nos hemos dado en nuestro sistema democrático
es que gana el que obtiene la mayoría más uno y tiene que gobernar el
país, aunque haya perdido la adhesión mayoritaria, según las
encuestas.

Hasta ahora todos lo habíamos respetado. Cuando Frei estuvo en el 28%
de adhesión, nadie planteó la ingobernabilidad. Cuando Michelle
Bachelet enfrentó el pingüinazo en 2006, la oposición le ofreció ayuda
para integrar una mesa de casi 100 personas que fue el camino de
salida. Cuando al tiempo volvió a enfrentar una crisis por episodios
sistemáticos de corrupción, nuevamente la oposición que no votó por
ella estuvo dispuesta a hacer propuestas y legislar para hacer más
probo al Estado.

Hoy, en cambio, muchos que no votaron por Piñera no sólo no están
dispuestos a colaborar, sino que han elegido alimentar la movilización
como la vía para hacer carne el abismo. Apoyan movilizaciones
estudiantiles de meses, obstaculizan cualquier acuerdo, consideran
inadmisible discutir las soluciones en el Congreso, calificándolo de
debate a puertas cerradas y desconociendo la representatividad del
legislativo que quisieron integrar.

Desconocen la institucionalidad y plantean un plebiscito, solución que
no existe porque es inconstitucional. Y a las demandas de los
estudiantes de universidad gratuita y pase escolar abierto todo el año
responden con que urgen las reformas políticas. 

No se hacen cargo que
la educación hoy es el resultado bueno o malo de cuatro gobiernos de
la Concertación. Tampoco advierten que sólo el 2% de los chilenos
(CEP) prioriza cambiar el sistema binominal. No asumen los resultados
escudándose en que hubo un veto de la derecha. Pero gobernaron muchos
años con mayoría en el Congreso. Han convertido dialogar con La Moneda
en un anatema.

La Concertación no está capitalizando el creciente caos. Pero tiene
una carta guardada (Bachelet) y el mensaje para la derecha es aprender
de una vez, que aunque gane las elecciones, no puede gobernar. La
izquierda, que por tantos años se convirtió en el principal paladín de
la democracia, no se lo permite. Es una transición que no termina,
entonces.

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