A la búsqueda del tiempo perdido - un espacio para la creación y la sensibilidad política...‏

Joaquín Fermandois 
Diario El Mercurio, Martes 23 de Agosto de 2011 

http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/08/23/revolucion-y-contrarrevolucion.asp
Revolución y contrarrevolución

"Toda revolución, inexorablemente -sea ella roja, sea blanca-, provoca una contrarrevolución. El político es el que se anticipa a este resultado y hace a la vez, por sí mismo, la revolución y la contrarrevolución". Pensamiento político luminoso de José Ortega y Gasset en "Mirabeau o el político", de 1927. ¿Qué quiere decir? Que la vida de las comunidades humanas está sometida a las vicisitudes de los cambios, que es lo que llamamos "tiempo". Que existen situaciones en que se hace insostenible mantener las cosas como están, no porque todo esté mal, sino porque el sustento a ellas se está evaporando.

Entre aferrarse a la letra del orden del presente o abrir la caja de Pandora a toda suerte de experimentos que de manera inevitable nos conducirían al abismo, existe un espacio para la verdadera creación política, respuesta de la comunidad humana al eterno dilema entre continuidad y cambio. Se trata de agarrar por las astas al cambio y ponerlo en una perspectiva de evolución, de reforma, que transforme las instituciones preexistentes justamente para confirmarlas.

¿Qué hacer para que se produzca esa simultaneidad creativa que es la coincidencia de la revolución y la contrarrevolución? Es difícil desentrañar las causas que se pudieran llamar "objetivas" en una situación de malestar con algo de grito herido, algo de resentimiento y algo de experiencia lúdica, como le sucede a nuestro Chile. Junto a la política práctica de conversar, negociar y alcanzar los acuerdos posibles y sensatos, hay que saber cuáles son los abismos y las metas. Afrontar el cambio y mantener con destreza y solidez una visión de las cosas sin las cuales todo logro se disuelve en el polvo de la nada.

¿Las tareas? Entre ellas -en educación se ha dicho tanto-, ha llegado la hora de educar más. Cumplir y hacer cumplir la forma y el fondo del Estado de Derecho, con la sabia pero no infinita flexibilidad que se requiera. Proteger el desenvolvimiento de la sociedad civil económica (libre empresa, si se quiere), sin el cual no se da ninguna base para desarrollar una red social más amplia que la actual, o sea, aquello que se llama "Estado de Bienestar", y que éste no sea un castillo en la arena, sino el resultado de un proceso económico y social. Mejorar la vigilancia sobre el sistema empresarial y financiero -eso sí, con reglas previsibles-, para evitar no sólo las frescuras como "La Polar", sino también la falta de competencia (en cuanto módico consumidor, uno tiene la sensación de encontrarse con monopolios), aunque nada de ello debe ser acompañado de la mezquina demagogia social. Favorecer programas de emprendimiento en capas mayores de la sociedad.

Al llegar al ámbito de la política, sostener reformas pensadas y limitadas en el área constitucional, quizás el binominal, que no es el culpable de todo, sólo el chivo expiatorio; un período presidencial más largo; y que esta reforma sea acompañada de modificaciones que hagan más eficaz al Estado, lejos de la contraseña "más Estado". Más Estado, en cambio, donde corresponde, por ejemplo, en la reconstrucción; una administración de derecha debió lucirse en este campo, proveyendo casas más rápidamente a muy bajo costo o gratis según el caso (el Estado está sobre todo para las emergencias).

La salida a este atolladero debe ser acometida con garbo, estilo y, sobre todo, provisto de convicciones acerca del deber ser de la sociedad, aun a costa de que la coalición gobernante pierda las elecciones de 2013. Sería menos grave que lo que aparece, si se pierde a partir de una posición, aquella que ha respondido a la evolución principal de la sociedad contemporánea.