por C. Rojas y M. Maldonado
Diario El Mercurio, viernes 12 de agosto de 2011
Ante un centenar de personas, el Premio Cervantes habló ayer en el GAM de su última novela, dedicada al pensador francés del siglo XVI.
Jorge Edwards hizo una pausa en su rol de embajador en Francia para venir a Chile de vacaciones. Está en el país hace cerca de dos semanas, pero tuvo un breve paso por Lima, donde presentó "La muerte de Montaigne" en la Feria del Libro de esa capital. Y ayer fue el turno de lanzar esta novela en su país. El escenario fue el Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM, hasta donde llegaron alrededor de cien personas para encontrarse con el Premio Cervantes y escucharlo hablar de su último libro.
En "La muerte de Montaigne" (Tusquets Editores), Edwards mezcla ensayo, memorias y novela para abordar los últimos días del pensador francés del siglo XVI. También se remite a la Francia de esos años, y se convierte a sí mismo en personaje para explorar su relación con el padre del ensayo. "Montaigne soy yo", ha dicho, aludiendo a cómo logró entrar en la piel de Montaigne a través de su pensamiento.
La presentación de ayer estuvo a cargo del crítico de "El Mercurio" Pedro Gandolfo y del comunicador Fernando Villegas. Este último comenzó con grandes elogios para la novela y su autor: "Hace unos meses leí 'La muerte de Montaigne' y me di cuenta de que no tenía idea de Montaigne, ni de Jorge Edwards", señaló, para luego añadir: "Con la lectura del libro, de pronto, Montaigne no es el ensayista, ni el escritor, ni ese gran genio, sino que se convierte en un ser de carne y hueso. Lograr eso no lo consigue un gran cronista, ni un gran historiador, sino un gran escritor".
Pedro Gandolfo, quien describió "La muerte de Montaigne" como una novela "graciosa" (llena de "gracias"), advirtió que el "Jorge Edwards" que narra no es el escritor Jorge Edwards que escribe en un departamento frente al cerro Santa Lucía. Y resumió: "La clave literaria de esta novela pasa, pues, por dilucidar la relación interna, no siempre fácil, entre el autor, el narrador y el personaje principal y sus respectivos mundos. Lo narrado aquí no es un vínculo entre Montaigne y el Jorge Edwards real, sino entre dos personajes". No dudó, luego, en alabar el lenguaje de la novela: "Edwards cabalga en el texto, como Montaigne, y a la vez mantiene el control sobre la cabalgadura, es señor de su idioma. Me alegra que este libro esté escrito en castellano de Chile".
Jorge Edwards aclaró en su intervención: "Yo sabía que no podía hacer una biografía ni un estudio acabado sobre Montaigne. Lo único que podía hacer era escribir desde el punto de vista de un lector".
El autor, que en junio cumplió 80 años, ya anuncia sus memorias: "Tengo el primer tomo bastante avanzado. Tengo el primer borrador listo".
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