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Gloria Münchmeyer y Paulina García: De mujeres, amor, maldad y otras hierbas


 
Hace 28 años, en Los Títeres, la telenovela de Sergio Vodanovic -según no pocos la mejor de todos los tiempos-, Paulina García es Adriana Godán de niña y Gloria Münchmeyer la mala de grande. Ha pasado el tiempo y ahora Gloria y Paulina se encuentran en De Platonov a Ivanov. Gran momento para hablar de hombres, mujeres, amor, locura y relaciones. Con ustedes, la Gloria y la Paly.   

Por Sergio Paz. Fotografías: Pin Campaña 
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 13 de noviembre de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/11/13/ya/revista_ya/noticias/BE716328-8D53-4CB5-8857-20280F5360EF.htm?id={BE716328-8D53-4CB5-8857-20280F5360EF}

El Tavelli del Drugstore es un hito urbano, un punto de encuentro para los proyectos que resultan y los que no. El Tavelli es nuestro propio Café de Flor, Plaza du Tetre o, en buen chileno, el ProntoCopec de la literatura, la música, la dramaturgia; el más fino arte chileno.
Lo fue, al menos, para la Gloria y la Paly; dos premiadas actrices, siempre cercanas aunque, como dice Gloria Münchmeyer, no de verse; sí con gente en común.
La cosa es que, unos meses atrás, Gloria estaba sin proyecto teatral. Y justo entonces la llamó la Paly, Paulina García, para ofrecerle trabajar en un montaje de Chéjov.
-¿Dónde estás tú? -le pregunta Gloria.
-En el Tavelli -responde Paulina.
-En tres minutos estoy allá.
Cuento corto: semanas, meses después, las maestras se juntan con este reportero. El marco es el siguiente: tras ganar un Fondart, Paulina García ha elaborado un ambicioso plan; fundir en una misma obra Platonov -el primer texto dramático de Chéjov- con Ivanov, el último. En su currículo, Gloria Müchmeyer tiene haber interpretado a Arcadia, de La Gaviota, y a la mujer dueña de tierras en "El jardín de los cerezos", dos de las más emblemáticas obras del genio ruso, el Hamlet moscovita, el médico-escritor que no pudo curarse a sí mismo, pero de todos modos murió con una copa de champagne en las manos.
Pero aquí también hay un hito pop: 28 años atrás, Gloria y Paulina coincidieron en Los Títeres, la famosa obra de Sergio Vodanovic que Canal 13 transmitió en 1984. Ahí, Paulina era la malvada Adriana Godán de niña. Gloria el mismo personaje de adulta. Gloria es la desgraciada sicótica que termina con su muñeca en una piscina vacía.
Para entonces, Paulina García era una sesuda estudiante de teatro en la Católica. Gloria ya una leyenda que pronto sorprendería con más y más premios; entre ellos el de mejor actriz en Venecia por "La luna en el espejo".
En la época de Vodanovic -el país en blanco y negro con gruesos lentes de acetato y un corrosivo teatro al mando de agudos navegantes como lo fueron Egon Wolf y Heiremans-, la televisión se concentra en el drama de Constantino y su hija Artemisa que deben vérselas con la furia/envidia de los Godán. Una historia que impacta a un Chile que vive su propia tragedia no griega.
A diferencia de los actuales, los libretos de aquel tiempo eran gordos, como los de una obra de teatro. Entonces, Paulina García (Mónica Spencer en Los Archivos del Cardenal, Premio Altazor por Cárcel de Mujeres) observa a la distancia a una Gloria Münchmeyer ya consolidada. Gloria hace lo propio con el nuevo talento.
-Adriana Godán era la mala perfecta. La pérfida loca.
Gloria: Nuestro personaje estaba estructurado de una manera que se contaba muy bien. Adriana era la hija única de un padre industrial con mucha plata, regalona, sin madre y sin el afecto que ella necesitó. Siempre, además, con el complejo de Electra con su padre.
-Los Títeres parte en qué años... ¿los 50?
Gloria: Los chicos en Los Títeres aparecen ¿en qué años? ¿Eran los 50?
Paulina: Son los 60, con una generación que, tras los 50, se rebela con los hippies y todo eso. Hay un movimiento contracultural que Vodanovic recoge muy bien. Y con eso él arma una situación donde pone a las mujeres en un rol más emancipado.
Gloria: Eran mujeres fuertes justamente porque tenían este complejo bastante machito. Las mujeres dominábamos, éramos libres. Los hombres, en cambio, eran unos peleles. Las mujeres llevaban la acción.
-Y tal vez es desde Los Títeres en adelante que, en Chile, la mala es la mala pero también la loca.
Paulina: Ella sólo enloquece al final. Es al final que peina la muñeca.
Gloria: Cierto. Ella no estaba loca. Después se vuelve loca.
-Sorry, pero así es el arquetipo. En Chile la mala, mala, es la loca.
Gloria: Sí. De hecho, desde entonces, en todas las teleseries en las que he estado siempre he discutido eso. No entiendo por qué las mujeres siempre tienen que terminar en un sanatorio.
Paulina: En las teleseries es difícil abordar ese rollo de manera profunda. Y yo pienso que hay decisiones que te van llevando a un destino inexorable y horroroso que, inevitablemente, te van aislando. Creo que el aislamiento produce un descontrol que termina desvinculándote de las relaciones y, finalmente, la desconexión es locura. Por explicarlo de alguna manera.
- ¿Puede que exista la maldad en la mujer como generadora de movimiento? Televisivamente hablando.
Gloria: ¿Tú dices por los resultados, por las cosas que están escritas? Yo creo que hay una misoginia galopante en las teleseries chilenas.
-¿Te molesta el tema?
Gloria: Muchísimo. Y cada vez que me encuentro con esos parlamentos estúpidos trato de cambiarlos, cuestionarlos. Pero no es mucho lo que uno puede hacer en televisión. No hay tiempo. Tú tienes un sueldo y haces el trabajo lo mejor posible. Es muy difícil hacer teleseries, contrariamente a lo que la gente habitualmente cree.
-De Los Títeres debes sentir puro orgullo.
Gloria: Para mí es un ejemplo de cómo las cosas se deben hacer. Hoy falta mucho; básicamente guión, libreto. Lo que falta es escritura.
Paulina: El problema es más bien de cómo se abordan los temas. Yo no hago teleseries, pero sí veo el trabajo de mis compañeros y observo cómo terminan las teleseries. Vi Reserva de Familia y el problema es que no logran que la información esté activa. Simplemente dan información y luego todos los personajes se afectan y se afectan. Pero no ves la acción concreta de las situaciones. Cada 15 minutos hay una acción concreta, pero algo que cambie el curso de la historia es difícil de ver.
Ya se dijo: Paulia y Gloria coincidirán en un montaje de Chéjov que, insólitamente, primero se montará en el MAC de Quinta Normal, luego en el Cementerio General y, finalmente, en el Congreso en Santiago. La idea es contextualizar a Chéjov en la capital. Y por lo pronto hay que saber que Gloria interpreta a una judía que cobra. A Paulina le pareció más contemporáneo que fuera una mujer en el rol. Según Gloria, la pega de su personaje es la usura.
-¿Cuál sería la diferencia entre Vodanovic y Chéjov?
Paulina: Poca (risas)
-Ustedes son malas (risas)
Paulina: ¿Por qué? De verdad considero que Vodanovic fue tan buen dramaturgo como Chéjov.
-No me refiero a eso. Me refiero a que ustedes son malas.
Paulina: Yo creo -y recojo una frase de Parra- que lo que hace Chéjov es reconocer que las mujeres nunca estamos contentas. Nunca terminamos de conformarnos y eso hace que...
-¡Se vuelvan locas! (risas)
Paulina: No, que la sociedad progrese porque hay una cierta aspiración, una cierta ambición que moviliza a aquello que está quieto. Parra dice que si fuera por los hombres el mundo siempre se hubiera quedado en el tiempo de los cavernícolas.
-Mi mujer, cuando está muy enojada, fuera de sí, su peor insulto es decirme que soy "un primitivo".
Gloria: Es muy interesante darse cuenta que, hoy en el mundo, todo se está dando vuelta. En Estados Unidos, por ejemplo, lo que era bueno hace 20 años hoy ya no funciona. Y son las mujeres las que han sabido adaptarse a las nuevas condiciones. En tiempos de crisis, son ellas las que están manteniendo al marido y la casa, pagando las hipotecas y todo lo demás. Los maridos se quedaron en que, tras alcanzar un nivel, no podían salir a vender huevos.Y todo en un mundo en el que más encima las mujeres son gerentas, jefas. Empezaron vendiendo huevos, okey, pero rápidamente superaron a su maridos.
Paulina: No quiero desprestigiar a un género en relación a otro. Es sólo decir que esta falta de contento en la mujer provoca un movimiento, una exigencia y eso siempre termina siendo interesante.
-Las mujeres son buenas para hacer varias cosas al mismo tiempo.
Paulina: Caminamos y mascamos chicle al mismo tiempo ¿dices tú?
-Ajá.
Gloria: En la época de las cavernas, el hombre tenía la visión de ir allá, más allá, pero la mujer se tenía que quedar aquí, cuidando.
-Ahora, en las historias de Chéjov, los hombres terminan hechos bolsa. ¿Quién gana en esta guerra de sexos?
Paulina: Chéjov dice que los hombres se preocupan por las cosas universales, pero al final los problemas universales se resuelven en el área chica que es lo que hace que al final ellos mismos se consideren unos fracasados. La de Chéjov es una época en la que las ideologías estaban cayendo. Y, si bien las personas permanecían vivas, siempre estaban al borde de caer.
Gloria: Y hoy se siguen cayendo los paradigmas y hace rato que no sabemos qué hacer con la realidad.
-Cambia también la relación hombre-mujer.
Paulina: Sí.
Gloria: Hablar hoy de cómo ser "mujer" no significa otra cosa que adaptarse a las circunstancias y sacar lo mejor. La elasticidad, el músculo que tiene la mujer está hecho para sobrevivir a cualquier circunstancia ¿no?
Paulina: Voy a hablar de esto desde la obra y, desde esta perspectiva, creo que lo que cambió es que el amor no es lo más fuerte y ese concepto Chéjov lo tenía tan claro que lo establece como una ideología, un dogma, un mito. Es muy fuerte.
-¿Ustedes son mujeres desencantadas del amor?
Gloria: Defíneme amor.
-La Gotita, el Stick Fix del universo. Eso, medio mágico, que pegotea a un hombre con una mujer y les permite que se acepten todo.
Paulina: Tú, Gloria, ¿aceptas todo?... No creo.
Gloria: No.
-Bueno, pero ustedes son malas...
Gloria: La peor época de mi vida fue cuando estaba enamorada. 
-¿Y en qué momento se te quitó?
Gloria: Cuando mi marido me abandonó tuve que reaccionar.
Paulina: Veinte años atrás, también nos encontramos aquí en el Tavelli con Gloria. Entonces le conté que acababa de conocer a mi marido y nunca he olvidado lo que ella me preguntó: ¿Estás enamorada?, dijo ella. Yo le respondí: No sé, lo acabo de conocer. Gloria me miró y dijo: Bueno, más que el amor, lo importante es si él te hace más buena. Qué profundo. Qué lindo.
Gloria: Esas cosas decía yo antes (risas).
-¿Y él te hizo más buena?
Paulina: Sí.
Gloria: Pero el segundo marido, el primero ni hablar
-Entonces podremos coincidir en que el amor pega igual.
Paulina: Es que no se trata de amor.
-Ustedes han leído mucho a Chéjov.
Paulina: Lo que él dice es que la relación física que estableces con una o más personas es algo que tú decides. El punto es que esa relación física se transmite a todo evento.
-¿O sea que todo se reduce a una cuestión de muebles, de carpintería?
Paulina: ¿Cómo de muebles?
-De mesas, de sillas. El amor no sería muy distinto a un living. Está ahí.
Paulina: Yo te hablaba más bien del erotismo que creo que funciona porque se establece una relación que es profunda, sincera, concretísima y además democrática. Y esa misma relación la tienes en el supermercado, en la cama, con los amigos, cuando vas a buscar a los niños. Es una conversación que mantienes todo el tiempo y, si puede durar muchos años, tanto mejor.
-Chéjov siempre ironiza con eso de la permanencia.
Paulina: Fíjate que lo que él propone -y es algo en lo que creo profundamente- es que todo se reduce a un pacto de amistad. De hecho en sus obras cada acto termina con una pregunta sobre los amigos. Hay muchos estudios que dicen que Platonov, una de las obras de Chéjov, trata sobre la orfandad pues la obra es sobre la falta del padre. Yo comparto eso: ahí hay una falta de proyecto y en ese sentido el padre es el proyecto. Tener un proyecto es tener una mirada hacia adelante que ahí no existe. Insisto: hay algo hermoso que rescata Chéjov en este mundo relacional y que es la amistad. O sea la posibilidad de que entre hombres y mujeres exista algo más que simplemente encontrarse, tratarse bien, mal, tratarse sexual o económicamente. El amor estaría cruzado constantemente por una misma pregunta ¿él es mi amigo? ¿Ella es mi amiga ¿Son ellos mis amigos?
-Lo sabíamos: la amistad hombre mujer existe.
Gloria: Debería existir
Paulina: Sí, existe la amistad pero no es garante de la paz.
-¡Cómo!
Paulina: No es suficiente. En verdad nada es suficiente y ese es el problema
-Pfff. Una visión bien femenina del mundo.
Paulina: Sí, pero tampoco pienso en esto como que las mujeres tengan un privilegio. Cuando cito esa frase de Parra no es que lo esté destacando sino sólo reconociendo que sí hay una condición que empuja y permite el progreso. No es más que eso.
Gloria: Toma.
Cielos. No hay más café. ¿Hora de ir por un vodka?

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