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LA HAYA Alegato oral y después


por Joaquín Fermandois 
Diario El Mercurio, Martes 27 de Noviembre de 2012 
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/11/27/alegato-oral-y-despues.asp

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El lunes 3 de diciembre comienza la presentación pública de la tesis peruana por lograr una modificación en el límite marítimo con Chile. La circunstancia crea expectación, pues por algunos días sólo se oirá a agentes y abogados del Perú. Quizás no será más de lo ya escuchado. O bien, puede haber un énfasis distinto, una suerte de catilinaria fulminante -digamos- contra la infamia de Chile. Es poco probable que sea muy distinto de lo ya conocido, pero nuestro ánimo debe estar preparado para una sorpresa, como una referencia ofensiva, quizás enguantada en fieltro, pero no menos hiriente en su efecto final. Es que en una parte recóndita, pero muy "conectada a la red" de nuestras imágenes mutuas entre ambos países, el siglo XIX sigue muy vívido en el XXI.
No hay que inmutarse por esto. Ya vendrá la exposición de los agentes y de los abogados chilenos y nuestro público culto podrá enriquecer su acervo histórico-jurídico. Aunque el veredicto que pronuncie la Corte de La Haya no posee en sus consecuencias el mismo calibre que las decisiones arbitrales de los Pactos de Mayo en 1902, o los del Beagle en 1977, quizás ahora se han seguido estos acontecimientos con la mayor atención. Es bueno que seamos conscientes de que en el Perú el interés es por triplicado.
En compensación, hay que decir que como pocas veces, o quizás nunca, se han formado equipos tan formidables como esta vez. En su amplitud política y profesional -o "transversales" como se dice ahora- los equipos de especialistas han sido inéditos, manteniéndose este principio a lo largo de dos gobiernos de signo distinto. En segundo lugar, y yendo al fondo, la posición de Chile es impecable. Hay dos tratados sobre límites, de 1952 y 1954 (y si no fueron tratados como dice Lima, ¿quién acuerda un límite pesquero entre dos países según una línea diferente de la del límite?), y una práctica inalterada por 60 años, jamás puesta en tela de juicio hasta la última década, dos hechos básicos de la jurisprudencia internacional. Desde 1929 hasta el año 2000, ¿quién en el Perú o en Chile sabía que había un diferendo por el límite marítimo?
A los tribunales, sin embargo, les gusta sentirse como tales, y jamás hay que descartar una salida inesperada, no siempre agradable, aunque es difícil que sea demasiado distinta de lo que Chile sostiene. Y nuestro país jamás dejará de respetar un fallo. No sólo por el decoro y porque somos "buenos" -beaterías aparte-, sino por estricta necesidad. La política exterior de Chile, sobre todo después de 1879, se ha construido de manera explícita sobre el principio de "respeto a los tratados", aunque a veces nos duela. Debido al especial proceso de configuración de nuestras fronteras, a las dificultades vecinales en este sentido en el curso del siglo XX, a la sempiterna reclamación de Bolivia -y teniendo de trasfondo la típica inestabilidad política y emocional en América Latina-, este principio que se parece a una consigna de esas pronunciadas de la boca para afuera, debe ser encarado por Chile con la seriedad de un teorema. Ha pasado a ser un factor más de la seguridad nacional del país, incluso en su sentido más estrecho, de intangibilidad de las fronteras, base de toda relación e integración.
El encuadramiento jurídico de las disputas o diferendos territoriales ha tomado preeminencia en las relaciones internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial. No es que no haya conflictos y guerras por este tema (¡el Medio Oriente!), y la guerra clásica ha cambiado de rostro, pero no de realidad. Con todo, en nuestra América es bien posible que se pueda desterrar la disputa de territorios como factor de perturbación

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