Desconfiar es mi destino

por Liberty Valance
Diario El Mercurio, Sábado 24 de Noviembre de 2012

http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/2012/11/24/desconfiar-es-mi-destino.asp

-Cuándo usted llama a una empresa o a un banco o a cualquier institución...

-¿Estamos hablando de instituciones serias?

-Muy serias.

-¿Bancos, telefónicas, grandes almacenes, agua potable, alcantarillado y servicios básicos, en general?

-Exactamente.

-Siga no más. Lo escucho.

-Llama y entonces le dicen que la conversación podría ser grabada.

-Me ocurre siempre.

-¿Qué piensa cuando lo escucha?

-Pienso en el verbo "poder" y en la conjugación "podría" que es condicional indicativo.

-¿Es decir?

-Que están en condiciones de grabar y quizás lo hacen.

-¿Entonces qué hace?

-Corto.

-¿Por qué corta?

-Porque desconfío.

-¿De las instituciones serias?

-De las serias y de las no serias.

-Usted es chileno y ese es su problema: la desconfianza. Desconfía de todo lo que se mueve.

-Incluso de lo que no se mueve.

-¿Entonces lo reconoce? Es desconfiado.

-Absolutamente.

-¿No tiene problemas con eso?

-Yo creo que no.

-¿Por qué es así: desconfiado?

-Porque el mundo me hizo así.

-A ver: ¿confía en las encuestas?

-Por supuesto que no.

-¿En el gobierno?

-No.

-¿En la oposición?

-Tampoco.

-Veamos otra cosa: ¿en los meteorólogos?

-Todavía no saben el sexo del fenómeno y voy a confiar en ellos.

-No entiendo.

-No saben si terminó el fenómeno de la Niña o empezó el del Niño o si retrasó la Niña o si demoró el Niño. No puedo confiar.

-¿Confía en la gente?

-¿En quién: en un compadre, un amigo, un compañero de oficina?

-Empecemos con el compañero de oficina.

-Nos vamos a demorar mucho, pregúnteme por los tres.

-Le pregunto por los tres.

-No confío en ni uno de ellos.

-¿¡En ni uno!?

-En ni uno.

-¿Confía en los proyectos colectivos y las grandes utopías sociales?

-Esa etapa fracasó y pasó a la historia, en la que no confío.

-Y además desconfía de los individuos.

-Es que en cualquier momento el compadre, el amigo o el compañero de oficina, se transforma en un emprendedor y en la economía de mercado sólo hay que saber una cosa, lo que descubrió Adam Smith en Edimburgo, cuando trabajaba en la aduana y los muelles se le hicieron estrechos.

-¿Qué descubrió Adam Smith?

-Dijo el filósofo y economista escocés: "Del mercado hay que saber una cosa: no alcanza para todos".

-Todos es demasiada gente.

-Pero nadie quiere ser uno más y hay que competir. No queda otra.

-¿En qué piensa?

-No pienso decírselo.

-¿Por qué?

-Porque desconfío.

-¿Alguna vez habrá dicho la verdad?

-Una vez. Me pillaron volando bajo y di mi nombre completo, dirección, mail y teléfono, para algo bien concreto, que ya ni recuerdo que era. Desde entonces me llaman.

-¿Quiénes?

-Los mismos que dicen que la conversación podría ser grabada. Me tienen loco y la culpa es mía: una vez confié y mire lo que pasó. Me globalizaron y succionaron y me convirtieron en número. Se metieron en mi vida y les da lo mismo la hora, el día o la razón: me llaman a cada rato, se turnan y me llaman y no paran de hacerlo. Así que nunca más confío en nadie.