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El alma es lo único que no está en el inventario...‏



Francisco Mouat
Diario El Mercurio, Sábado 24 de Noviembre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/2012/11/24/apuntes-de-primavera.aspApuntes de primavera

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¿Qué sentido puede tener pormenorizarlo todo? ¿Saber con exactitud qué ocurrió primero y qué vino después? ¿Cómo fue que llegó uno a cruzar su vida con los que hoy nos acompañan? ¿Quiénes realmente nos acompañan? Leyendo el diario me crucé esta mañana con una columna de Matías Rivas dedicada a Peter Handke. Me gustó saber que los libros de un escritor austriaco al que también seguí con devoción en los años ochenta estén hoy tan vivos en nuestras bibliotecas. Una vez que enfermé en esos años leí de un tirón su novela Los avispones y hasta hoy recuerdo la emoción que me provocó su lectura. En los parajes de ese libro hacía frío, y saber eso me basta para mantenerla viva. Corro a buscar mi edición de El peso del mundo y encuentro que sus primeras sesenta páginas están casi todas subrayadas. Dejé de hacerlo cuando advertí que iba a tener que subrayar el libro entero, porque todo lo que allí estaba escrito me interesaba: "Intentar olvidar los pensamientos o imágenes que alguna vez tuvimos, para no repetirlos continuamente ni aferrarse a ellos cuando entre ellos se extiende el vacío (...) Debo insistir en aquello que de vez en cuando soy: esa es mi dignidad".
Escucho esta mañana Hermano te estoy hablando, de Jaime Roos y celebro que esta música uruguaya acompañe mis días de primavera: aquellas canciones que no pegaron demasiado en la radio pero que a Roos y sus amigos les gustan mucho. Daniel Charlone fue el primero en hablarme de su compatriota Roos, el primero en regalarme uno de sus discos, el primero en enseñarme que la música iba a ser la manera en que más y mejor nos íbamos a comunicar a lo largo de la vida. Hoy Daniel trabaja en un documental sobre el gran músico Eduardo Mateo y varios amigos comunes graban temas para su película. A veces nos encontramos con Daniel Charlone en Montevideo o en Santiago y no necesitamos llenarnos de palabras para estar juntos.
Viene Juan Villoro a Chile a recibir el Premio Iberoamericano José Donoso. Tengo el honor de presentarlo en la ceremonia de premiación un viernes: "A Villoro lo tiene sin cuidado la consagración. La suya es una obra que no deja de movilizarse y movilizarnos. No pierdas nunca, Juan, el fuego de la duda y la búsqueda. Ojalá estés siempre incompleto para buscar en la literatura un modo de armar ese rompecabezas que sabes muy bien que jamás alcanzarás a completar". Villoro agradece el premio y remata como un centrodelantero virtuoso: "Lo mejor del premio es que me permite seguir arriesgando". El domingo vamos al estadio Santa Laura a ver Unión Española con Cobreloa. Hay un sol del demonio en la tribuna andes y Juan no se hace problema. Disfrutamos el partido, los malabares del Gordo Vecchio al que Villoro descubre jugando solo en aquella franja de la cancha donde hay sombra, y la definición de infarto con un gol de último minuto. Somos completamente felices con un partido de fútbol de segunda categoría hecho para héroes de verdad.
Leo Cruce de peatones de Alejandra Costamagna: crónicas, entrevistas y perfiles. Entre todos estos textos uno magnífico llamado "El nochero", un nochero de su edificio que la intrigaba y que una noche cualquiera, cuando ella volvía de comprarse en la esquina un par de cervezas heladas, le confesó de golpe y sin aviso su historia como agente de seguridad de los años de Pinochet. Lo hizo y al cabo de unos días desapareció del edificio. El relato real de Alejandra Costamagna alumbra con sutileza el horror de unos años y el efecto de esos años en la siquis y el cuerpo de víctimas, victimarios y testigos.
Una amiga me envía un poema de Wislawa Szymborska. En su traducción se llama "Nada es regalo". Abro mi ejemplar de Poesía no completa y encuentro otra versión del mismo poema: "Nada en propiedad". Me gusta más esta última traducción: pone al jabonoso asunto de la propiedad en primer plano. Da igual: el poema, en una y otra traducción, es completamente fuera de serie. "Nada en propiedad, todo prestado./ Hundida en deudas hasta las orejas./ Tendré que pagar por mí/ conmigo misma,/ por la vida dar la vida./ Así estaba convenido:/ el corazón, devolverlo,/ el hígado, devolverlo/ y dedo por dedo también./ Muy tarde para anular el contrato./ (...) La protesta en contra/ la llamamos alma./ Y eso es lo único/ que no está en el inventario".

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