Revista Qué Pasa, jueves 29 de noviembre de 2012
http://www.quepasa.cl/articulo/guia-del-ocio/libros/2012/11/247-10616-9-un-milagro-de-mil-paginas.shtml
¿Qué más decir a esta altura de esa cima del género que son los relatos de John Cheever? ¿Insistir con que funcionan como la luminosa autobiografía encriptada y en entregas de un hombre rodeado por sombras? ¿Repetir aquello de “Chejov de los suburbios”? ¿Detectar su clara influencia en la obra de John Updike y en novelas de Jeffrey Eugenides; o en películas como Magnolia y series como Mad Men? ¿Afirmar que -con Proust y Joyce- él es uno de los tres reyes magos de la epifanía escrita?¿O limitarnos a la enumeración de títulos -“Adiós, hermano mío”, “El tren de las cinco cuarenta y ocho” (al que Raymond Carver escribió una continuación) o esa novela comprimida y cumbre absoluta, elogiada por los muy poco elogiadores Nabokov y Hemingway y Capote que es “El marido rural”- como si se tratase de plegarias atendidas?
Corresponde, sí, aclarar que éstos no son los cuentos completos de John Cheever (1912-1982) sino una nueva y bienvenida reencarnación de la antológica antología y “Gran Libro Rojo” -apodo que devino del color de su tipográfica y ya clásica portada- que le valió el Pulitzer y National Book Critics Circle Award y la canonización definitiva a quien, hasta su triunfal reaparición con Falconer en 1977, era un descatalogado de las letras de su país. Así, ahora llega este contundente milagro de más de mil páginas que son los Cuentos completos (RBA, 2012). Y, de acuerdo, todo lo que trae ya ha conocido una edición parcial en Emecé Argentina y en Bruguera (El nadador y La edad de oro). Pero esta flamante encarnación es, digámoslo, la que más y mejor refleja el original.
Nadie lo define mejor que el propio Cheever al final del relato “Una visión del mundo”. Allí leemos: “‘¡Valor! ¡Amor! ¡Virtud! ¡Compasión! ¡Esplendor! ¡Amabilidad! ¡Prudencia! ¡Belleza!’. Las palabras parecen tener el color de la tierra y mientras las recito siento que crece mi esperanza hasta quedar satisfecho y en paz con la noche”.
Así, exactamente esto -esa mezcla de éxtasis y plenitud- es lo que sentimos cuando abrimos este libro y cuando lo cerramos para, enseguida, de nuevo, volver a abrirlo.
“Cuentos completos”, de John Cheever.
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