En su crónica de hoy viernes,
23 de Noviembre de 2012,
publicada en el diario El Mercurio de Santiago,
Agustín Squella habla de su Valparaíso
como una ciudad loca, desquiciada,
más que una ciudad mágica
(aunque sin duda conserva su magia).
Agustín Squella habla de su Valparaíso
como una ciudad loca, desquiciada,
más que una ciudad mágica
(aunque sin duda conserva su magia).
Loca por su topografía,
sus cerros, sus escaleras
(que Neruda decía
(que Neruda decía
que de recorrerlas todas
se daría la vuelta al mundo).
se daría la vuelta al mundo).
La locura de sus casas
que se cuelgan como nidos
(aunque parecen más bien colgadas
de sus propios cielos
y afirmadas en la vista al mar).
Continúa Squella
y afirmadas en la vista al mar).
Continúa Squella
hablando de la locura
de sus bares, de sus esquinas,
de esas jaulas en volado y móviles,
a punto de salir volando
que son sus ascensores...
y para qué hablar de su historia...
Fue nombrada mas no fundada
y para qué hablar de su historia...
Fue nombrada mas no fundada
por Juan de Saavedra, en 1536,quien le dio su nombre,
no por la magia de su paisaje,
sino en homenaje a Valparaíso de Abajo,
su pueblo de Castilla,
donde hay también un Valparaíso de Arriba.
Puudiendo deber su nombre
a Valparaíso de Arriba,
lo debemos al de Abajo.
Continúa Squella contando
Continúa Squella contando
que el gobernador
don Ambrosio O'Higgins,
ante los continuos enfrentamientos
entre habitantes
del Puerto y El Almendral,
se vio obligado, en 1775
a dictar un decreto
que declaró que ambos barrios
pertenecían a la misma ciudad.
¿Derivarán de allí las continuas trifulcas
que se producen en Valparaíso
cada vez que se trata
de diagnosticar su presente
y de adoptar acuerdos
acerca de su futuro?,
o, ¿provendrá de deber su nombre
a Valparaíso de Abajo
el mal designio que persigue a la ciudad?
se pregunta Squella.
Entonces se larga a mencionar
la serie de naufragios, incendios,
terremotos, pestes, saqueos,
inundaciones, motines y asonadas...
Dice que el primer plebiscito
no fue político, sino religioso
se trató de elegir al párroco de la ciudad.
Luego hubo un segundo plebiscito
para escoger el patrono de la ciudad,
entre Nuestro Señor Jesucristo
y la Santísima Virgen María.
Nuestra Señora fue
la más feliz con la elección
de su Divino Hijo como patrono.
Por lo demás años más tarde
el escudo de la ciudad
cambió de un velero
por el bonito nombre
de Nuestra Señora
de las Mercedes del Puerto Claro.
Ahí se equivoca Squella
al cuestionar el cambio,
aludiendo lo poco pertinente
y paradojal que resulta
que apareciera en el escudo
una virgen en lugar de un velero,
sobre todo teniendo en cuenta
lo que imaginarían los marineros
que navegaban ansiosos
hacia Valparaíso,
con su leyenda de burdeles
y cantinas, al encontrarse
que el emblema había
cambiado de esta manera.
No pues, porque donde
abundó el pecado,
superabundó la gracia
de la «llena de gracia y pureza».
Valparaíso, ciudad de paradojas.
La Piedra Feliz, una gran roca
La Piedra Feliz, una gran roca
que penetraba en el mar embravecido
de la avenida Altamirano,
era el lugar escogido para suicidarse
por parejas sin destino
y hombres y mujeres solitarios
que sufrían penas de amor,
hasta que otro alcalde ordenó dinamitarla.
Valparaíso es también puerto de naufragios:
Valparaíso es también puerto de naufragios:
hay cientos de embarcaciones
en el fondo de su bahía, y restos de viejas naves que sucumbieron y quedaron bajo el atrio de la Matriz,
el Reloj Turri, la Facultad de Ingeniería
de la Católica porteña, y el edificio
de la Teletón en calle Brasil,
como cuenta e ilustraba
Renzo Pecchenino (Lukas)
en sus Apuntes Porteños.
Ciudad pionera, desde luego:
Ciudad pionera, desde luego:
el más antiguo diario en lengua castellana,
el más antiguo club de fútbol profesional de Chile
y posiblemente de América,
el primer cuerpo de bomberos,
el primer alumbrado público a gas,
los primeros tranvías con tendido eléctrico,
el primer teléfono, el primer cinematógrafo,
la primera librería, el primer canal de televisión, el primer trasplante de órganos, pero también el primer asesino en serie, Emile Dubois, ejecutado
una fría mañana de 1907
por cuatro alevosos crímenes.
Cuando uno de sus elementos
Cuando uno de sus elementos
más característicos azota la ciudad,
Valparaíso podría llamarse Valparaviento,
y visto durante la noche desde cierta distancia,
podría tomar el nombre de Valparaluces.
Con la feliz iniciativa de Puerto de Ideas,
cuya segunda versión acaba de finalizar exitosamente, la ciudad podría llamarse también Valparaideas.
Nuestro recordado amigo y compañero de colegio,
el por siempre querido Juan Andrés Elton
contó una vez una historia extraordinaria
de Valparaíso. A fines de los años cincuenta,
falleció el dueño de una tienda que vendía radios, tocadiscos y otros artículos eléctricos.
Su mujer, de pura pena, decidió cerrar el negocio tal cual; bajó la cortina metálica, y no entró nadie más por varias décadas hasta que ella falleció también.
Cuando hubo que repartir la herencia de la fallecida, se encontraron con este negocio que había permanecido cerrado e intocado por tanto, tanto tiempo.
Al subir la cortina, apareció la magia.
El pasado volvió tal cual como había sido abandonado. Como en ciertas películas, pero ahora de verdad, no trayendo elementos dispersos para recrear una escena sino con los artefactos intactos como habían quedado desde el día en que su dueño partió de este mundo.
Es por ello, y mucho más, que considero que Valparaíso tiene mucho de magia y es por cierto, Valparaviento, Valparaluces, Valparaideas...
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