WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Ganarás el pan con el sudor de tu frente por Joaquín Fermandois



Diario El Mercurio, Martes 13 de Noviembre de 2012 


Joaquin-Fermandois.jpg
El documento episcopal que pide "humanizar el desarrollo" dio lugar a un debate. Recordó las mismas reacciones que originó otro similar hace 50 años, "El deber político y social de la hora presente", que nunca encontrará acuerdo entre los católicos. Algo similar tiende a suceder con el texto de 2012 A.D., ya que no es sólo sobre fe y moral, sino que también reflexiona sobre alternativas prácticas que debieran (o no) ser encaradas.
El mismo éxito de la economía moderna es lo que pareciera condenarla moralmente. Para colmo, desde Marx muchos la llaman "capitalismo" -aunque él mismo sólo habló de "modo de producción capitalista"-, una palabra maldita que condena sin redención a quien se la endilguen. Prefiero hablar de "economía moderna", que hace más justicia a la complejidad histórica de sus raíces. En cierto modo, salvo quizás algunos nómades recolectores, toda sociedad humana ha sido capitalista, si definimos como tal el reservar para el ahorro parte de lo consumido.
La economía moderna ha sido la fuerza transformadora de la realidad material de la humanidad desde el 1800 hasta ahora. Entre otros logros, posibilitó una lucha real contra la pobreza, que desde siempre había afectado a la inmensa mayoría de la sociedad. De hecho, en el siglo XX emergieron países en los cuales la pobreza sólo afecta a minorías más o menos exiguas. Por eso mismo, la lucha contra la pobreza adquirió carácter supremo en el debate político; y la realidad antes tomada como natural o inescapable pasó a ser lo más antinatural y repugnante del mundo.
En los hechos, sin embargo, este fenómeno -el "capitalismo", si se quiere- no fue querido. Ni nunca lo será. No puede ni dar sentido a la vida humana ni será la fuente de inspiración para los grandes impulsos morales. En sus inicios encontró resistencia en conservadores y revolucionarios. Para combatir la necesidad -esa carencia con la que nos encontramos al nacer-, el hombre desarrolló el trabajo, y en la economía moderna logró afinar una maquinaria apropiada. Pero también significa una excitación de los sentidos y, en general, de la avidez. Sin embargo, surgió asimismo del mandato bíblico: "Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra" (Génesis, 3,19). Como tantas invenciones humanas, hay que domeñarla y limitarla en su alcance. El documento episcopal llama a enfocar el trabajo como "servicio", o de otra manera el genio maligno escapará indefectiblemente de nuestra creación. Enteramente dentro de lo opinable quedan, sin embargo, los juicios acerca de la "globalización" o del papel del Estado.
Más allá del documento, es siempre de sospechar cuando se implora por una posición espiritual o "alternativa", amenazando con las penas de los infiernos por el lucro, y al mismo tiempo se demanda bienes concretos que sólo la economía moderna puede producir. Los intentos en el siglo XX por crear una realidad distinta, no adquisitiva -nada que fuera más allá de una agrupación voluntaria no coercitiva-, han sido lo que fueron: una completa mentira en su pretensión de liberar al ser humano, y además amurallando a sus habitantes, no precisamente para defenderlos.
Y es que jamás cesará el combate íntimo e inextinguible en el ser humano, entre dos esferas antitéticas de la vida, que conviven en precario equilibrio: aquellas de donde surgen potencias como la voluntad de trabajo, el "sudor de la frente", o las potencias del sexo y de la gratificación. Y la otra esfera, la esperanza, el sentido de la existencia, la sublimación, que acompaña a la otra pero no le pertenece. De eso se trata el hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS