Algunos reparan en las semejanzas,
en los patrones comunes,
en encontrar conexiones
entre cosas aparentemente dispares,
otros observan las diferencias,
lo que distingue uno de otro,
lo que lo hace peculiar.
Esta segunda cualidad es propia de los naturalistas,
quienes con su poder agudo de observación,
son los que no sólo se maravillan con la biodiversidad,
sino que contribuyen a descubrirla y a explicitarla.
Y no sólo se trata de descubrir nuevas especies,
una labor cada vez más ardua y compleja,
en la que, muchas veces se requiere llegar
a lugares recónditos con un acabado conocimiento
de lo ya registrado para poder hacer la distinción
en la eventualidad en que aparezca lo novedoso y desconocido.
Pero también hay pequeñas sorpresas,
como por ejemplo, mi hijo Benito
-un caso típico de naturalista nato-
me mostraba una especie de coleóptero
cuya identificación no puedo precisar;
no me es posible decir de qué especie se trata,
aunque hemos sondeado especies
parecidas en libros de Claudio Gay
y de Luis Peña.
Si se coloca «de espaldas»
en una superficie muy lisa,
el insecto tiene dificultades
para retomar su posición habitual
(por mucho que lo intente
moviendo sus extremidades).
Cuando se percata de que por
esa vía no va a conseguir su objetivo,
el invertebrado tiene a su disposición
el siguiente truco: al parecer
posee un mecanismo dentado
o una gualeta que fija momentámente
el tórax con el abdomen.
El insecto da la impresión de extenderse
con lo que ambas zonas del cuerpo
quedan enlazadas, en tensión, debido
a este mecanismo que opera
en cierto sentido como lo haría
una trampa para lauchas.
El hecho es que la tensión de este
mecanismo de fijación no puede
ser soportada por mucho tiempo,
y el liberarse tiene por objeto
impulsar al insecto por los aires
cayendo a unos diez o quince centímetros
de «la rampa de lanzamiento»,
idealmente sobre sus patas,
o en una terreno no tan resbaladizo
como el original, de manera
que pueda corregir su posición
mediante la manipulación
de sus extremidades.
En el caso de caer sobre una superficie
lisa, lo intenta cuantas veces sea necesario
hasta lograr revertir su incómoda
y vulnerable posición.
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