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Filosofía y educación

Cartas 

Diario El Mercurio, Miércoles 14 de Noviembre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/11/14/filosofia-y-educacion.asp 



Señor Director:
En el reportaje del domingo sobre filosofía y educación, se afirma que ella se encuentra muy relegada en nuestro país. Efectivamente ésta, salvo en algunos colegios particulares, se imparte sólo en cuarto medio (en tercero medio se enseña psicología). A nivel universitario sólo once de las 60 universidades la imparten. Afortunadamente algunas universidades, reconociendo la importancia que puede tener esta disciplina en la formación de un pensamiento crítico, la incluyen en la malla curricular de todas sus carreras.
¿Está el Estado chileno realmente interesado en la enseñanza de la filosofía? Parece que no, aunque declare que ella contribuye "a la preparación de la juventud chilena para vivir en un mundo que a muchos se presenta como cambiante e incierto y en el cual la libertad humana enfrenta desafíos y preguntas respecto de cuyas respuestas hay debate intenso".
El Estado la relega a una asignatura de segunda o tercera categoría, aunque nos diga que ella ayuda a "desarrollar la capacidad para tratar con respeto a personas que viven de acuerdo a respuestas distintas de la propia (.), y contribuye a la formación de una actitud reflexiva y crítica tanto respecto de las propias creencias, como las creencias ajenas" (Programa de estudio de cuarto medio).
Más aún, hace poco Stephen Hawking proclamó que "la filosofía ha muerto" al no mantenerse "al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular la física" (El gran diseño).
Pero no sólo el cientificismo ha querido firmar su acta de defunción. También el utilitarismo predominante en nuestra sociedad (Marx despreciaba a los filósofos porque decía que éstos se han dedicado sólo a interpretar el mundo y de lo que se trata es de cambiarlo), y no en pocas ocasiones la misma filosofía.
La "necesidad" de la (ultra) especialización ha conducido a que (algunos o muchos) filósofos se hayan convertido en sus propios sepultureros, al abandonar la "realidad", es decir, al menospreciar los problemas que realmente preocupan a las personas, y en los cuales habría bastante que aportar.
Esperemos que la declaración pública mencionada en el reportaje no termine siendo letra muerta.
Eugenio Yáñez
Profesor de Filosofía Universidad Adolfo Ibáñez

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