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Reforma tributaria por Sergio Melnick



Diario La Segunda, Jueves 06 de Septiembre de 2012
Piñera, Larraín y Espina han encabezado una lección de claridad de objetivos republicanos, persistencia y notable pericia política. Retrocedieron un paso, haciendo creer a los adversarios que se retiraban, para luego avanzar cuatro. Se logró un gran acuerdo en que claramente son ganadores la educación pública y también la política, tan decaída y desprestigiada. Aparece así una nueva luz de esperanza para Chile. Sí, efectivamente: nuestros políticos fueron capaces de llegar a un buen acuerdo y poner a los dirigentes estudiantiles más extremistas en su lugar. Esa es precisamente su labor y esta vez la cumplieron. La institución funcionó. Merecen aplauso. Por cierto, la clave era simple: que cada cual cediera un poco en pos de un acuerdo general.
Los que perdieron muy severamente fueron los intransigentes. Entre éstos están Boric, Camila y compañía muy limitada, que hicieron realmente el loco. Amenazaron —literalmente— al Congreso, y le exigieron que no se aprobaran los US$ 1.000 millones/año para la educación pública, algo que nadie en su sano juicio puede entender. Frei fue pequeño y se empequeñece cada día más. Otro que quedó marcando ocupado fue Lagos Weber, quien mostró una posición intransigente, polarizada y descalificadora, como no se le conocía. Yo pensaba que él era gran un exponente de sangre nueva en la política y confieso que me equivoqué, aunque tengo la esperanza de que se rehabilite, pues lo considero una gran persona. En cuanto a los líderes de los estudiantes violentos, su reacción, me imagino, será la violencia, la toma, la amenaza, la descalificación, las funas, la irracionalidad que es propia de su juventud y evidente falta de experiencia. Como decía Wilde, “yo ya no soy tan joven para creer saberlo todo”, como ellos creen.
La piedra de tope en el acuerdo era el apoyo a la clase media en educación e impuestos, poniendo el peso de la carga en las empresas. Yo creo que en nuestro país hay demasiados impuestos, muchos de los cuales los paga muy fuertemente la clase media. De más está decir que a la carga tributaria del ingreso, que llega a un 40%, hay que sumar el 20% de IVA, simplemente grosero y regresivo. Pero también hay que sumar las contribuciones que obligan a las personas a pagar su vivienda dos veces: una vez para sí mismos y otra para el Estado. Además se pagan impuestos a la bencina, tabaco, aranceles, timbres y estampillas, lujo, herencias, peajes, tags, patentes de autos que gravan el patrimonio y no el servicio, trámites fiscales, y también cotización previsional y salud. Si se toma la suma de todos esos tributos, se verá que la carga efectiva es muy fuerte, comparada a las empresas. Por eso la idea del proyecto es no castigar el esfuerzo adicional de las personas.
Los recursos que administra el Estado chileno llegan actualmente a casi US$ 65.000 millones. En 2006 eran unos US$ 30.000 millones. Parte de esta enorme expansión del gasto se generó en el período de Bachelet-Velasco, cuando el gasto creció muy aceleradamente, mucho más que en los tres períodos anteriores: en cifras gruesas, el gasto público creció al 10,5% promedio anual, mientras que el PIB sólo creció al 2,7%; es decir, gastaron cuatro veces lo que produjeron. No es entonces que ahorraran nada, es que no alcanzaron a gastar más. De hecho, se comieron importantes reservas del fondo del cobre (unos US$ 10.000 millones, la mitad de lo que había) y destrozaron la regla de equilibrio fiscal.
Los gastos de 2009 contra la crisis, que se suponían transitorios, quedaron como permanentes. ¡Qué tal! Después se sumó el terremoto. Así, el porcentaje del PIB que administra el Estado pasó del 20% al 25% en cifras gruesas. Toda esa plata disminuye necesariamente el dinamismo de la economía a mediano plazo, y con ello el empleo y la capacidad de las personas de progresar. Es efectivo que se requieren recursos para una política social activa, y eso está muy bien en la medida en que no se bote la plata, como ocurrió mucho en el pasado: Transantiago, Enap, EFE, los casos de corrupción.
En suma, un aplauso para Piñera, que logró aprobar su proyecto y seguir allegando cuantiosos recursos a la educación pública, en que hoy se gasta casi el 25% del presupuesto nacional. Un aplauso para el Congreso, que logró el acuerdo. Y un llamado humilde a los estudiantes: que se dediquen a estudiar y a protestar si quieren, pero de manera civilizada. Como corresponde a una democracia moderna.

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