Combinando ciencia, estética y técnicas complejas y sofisticadas, la cartografía se basa en la premisa de que la realidad puede ser modelada en formas que comunican la información espacial con eficacia.
Como un producto del arte y de la ciencia, los mapas son a menudo interpretaciones fascinantes del mundo percibido. Tienen que ver no sólo con los datos y la conciencia espacial, sino también están relacionados con el poder, dinero, imperios y descubrimientos. Ellos tienden a revelar más acerca de los cartógrafos que las tierras que describen estas ventanas a tiempos diversos.
Navegando en mares desconocidos, necesariamente se experimenta la sensación de inseguridad y se requiere de un temple que no cualquiera es capaz de abordar. Se necesita de fe en el rumbo y en ese territorio que no aparece en los mapas: la esperanza, de encontrar lo que se intuye y anhela.
Cuando uno se interna en donde los mapas no existen, esa inseguridad del hombre de temple es lo que lo mantiene alerta y de lo que hay que cuidarse es de mantener ocupada a la tripulación dominada por el temor y presta siempre a la claudicación y al amotinamiento, como también de aquel que intenta cambiar el rumbo, pontificando con una seguridad proporcional a su ignorancia, acerca de lo que está afirmando con tanta certeza...
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