por Álvaro BisamaRevista Qué Pasa 27/09/2012
Un ensayo sobre el invento de una memoria posible, pero también una investigación respecto al paisaje de la infancia y los modos en que ésta se moldea a partir de la lengua de los padres.
Un ensayo sobre el invento de una memoria posible, pero también una investigación respecto al paisaje de la infancia y los modos en que ésta se moldea a partir de la lengua de los padres.
____
Nos gusta César Aira porque no sabemos qué hacer con él. Esa perplejidad define nuestra condición de lectores: ese misterio que quizás tras su libros se esconde un secreto que tal vez no sirve de nada. O quizás sí. Acabo de leer El Tilo (Beatriz Viterbo Editora, 2003) y hay ahí ciertas cosas que parecen de ficción pero que quizás no lo son. En realidad, importa bien poco. La novela, que trata de cómo un niño crece en el pueblo de Coronel Pringles en los años posteriores al derrocamiento de Perón, es una poderosa fábula sobre qué significa la relación entre la literatura y la realidad, el lenguaje y la vida, la política y el arte.
Narrado por el hijo de un electricista silencioso y una mujer de baja estatura, El Tilo describe la mitología de la provincia como un descampado donde se actualizan los ecos de la historia mientras se contemplan las distancias con la capital y la vida política, con el mundo de los otros. Recluidos los tres en una casa escombrada, el texto se hace cargo de sus rutinas y obsesiones. A veces, El Tilo es un ensayo sobre el invento de una memoria posible, pero también una investigación respecto al paisaje de la infancia y los modos en que ésta se moldea a partir de la lengua de los padres. Porque acá no hay humor sino una candidez fría y ambigua, acaso ese enigma transparente que siempre ha sido la escritura de Aira.
“El Tilo”, de César Aira. A $7.000 en buscalibros.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS