Diario El Mercurio, Editorial, Sábado 29 de Septiembre de 2012
El Comité Permanente del Episcopado suscribió una carta pastoral titulada "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile", la que -planteada como una invitación a reflexionar- aborda distintos aspectos de la realidad nacional, destacando algunos rasgos positivos de la globalización, como los avances tecnológicos de las comunicaciones que permiten una mayor participación ciudadana, pero también advirtiendo sobre sus efectos negativos, centrándose especialmente en el modelo económico chileno.
El Comité Permanente del Episcopado suscribió una carta pastoral titulada "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile", la que -planteada como una invitación a reflexionar- aborda distintos aspectos de la realidad nacional, destacando algunos rasgos positivos de la globalización, como los avances tecnológicos de las comunicaciones que permiten una mayor participación ciudadana, pero también advirtiendo sobre sus efectos negativos, centrándose especialmente en el modelo económico chileno.
Al respecto, los cinco obispos firmantes realizan una crítica a nuestro proceso de desarrollo "excesivamente centrado en los aspectos económicos y en el lucro" y lamentan el creciente protagonismo del mercado en detrimento del rol subsidiario del Estado. Entrando en la contingencia, el documento llega incluso a pronunciarse sobre la necesidad de una reforma impositiva, como medio para avanzar hacia la equidad social. La carta alienta a humanizar el camino hacia el desarrollo, cambiando el énfasis desde lo que denomina el éxito económico individualista hacia valores fundamentales, como la equidad y la igualdad.
El documento social hace un llamado a no desatender los malestares de la sociedad, fenómeno mundial que respondería "al modelo cultural que ha impuesto la globalización" y que, en Chile, se ha expresado mediante diversas movilizaciones sociales, las que podrían "poner en peligro la gobernabilidad" si se desatienden sus demandas.
El enfoque de los obispos reivindica el valor de la familia en su rol educador y plantea inquietud por su inestabilidad, pues recuerda que en su seno se forma a la persona en su dimensión social, formación hoy centrada en los derechos y en la cual "se omite enseñar también los deberes". Más que individuos -sostienen los obispos- la sociedad actual requiere personas que consideren al otro en su total dignidad.
Los obispos firmantes no esquivan los problemas derivados de las acusaciones de abusos sexuales, reconociendo la pérdida de credibilidad y pidiendo perdón por el daño causado, manifestando igualmente su inquietud por una contingencia que -a su juicio- presenta una preocupante "dinámica secularizadora de propuestas culturales". En un contexto de creciente desconfianza hacia las instituciones -incluida la Iglesia Católica-, el llamado efectuado a humanizar el desarrollo y a "vivir en un clima de confianza" parece valioso y oportuno.
En lo central, el enfoque de estos pastores es fuertemente crítico, y recae en situaciones contingentes de mucha trascendencia, situadas en áreas de gran complejidad económica y de nuevos efectos sociales que todos procuramos dilucidar a nivel global. Por lo mismo, su visión sin duda ingresará como un aporte más al vivo debate de estas materias levantado en los últimos años.
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