Cumpleaños holandés
Señor Director:
Señor Director:
Dos
veces tuve que leer la noticia sobre el cumpleaños número 16 que se le fue de
las manos a una chica en Haren -una pequeña localidad al norte de Holanda de 18
mil habitantes- y que terminó con más de cuatro mil asistentes que se sintieron
invitados cuando les llegó el mensaje a su Facebook. Veinte detenidos, 25
heridos. ¡Qué tremenda fiesta!
Me
imagino que cuando sonó el timbre por primera vez, los padres de Aagtje (o
Aagtjecita), que tal vez así se llamaba la cumpleañera, le habrán anunciado con
entusiasmo: "¡Hijita, llegaron tus invitados!". Y habrán aparecido los primeros
diez, pero luego más y más, hasta que la aglomeración tiene que haber sido
similar a la de nuestro tren subterráneo en hora punta. ¡Hacinamiento total!
Pechito con pechito.
En
su desesperación, Aagtje -al darse cuenta de su error- debe haber corrido a su
Facebook a decir "¡Stop, het is een vergissing !". Que según San Google quiere
decir "¡Alto, es una equivocación!", pero ya nadie leería ese mensaje, todos
estaban "en" o "camino a" lo que prometía ser la fiesta del año.
Las
autoridades locales tuvieron que decretar el estado de alarma para poder hacer
frente a la situación, ya que unas 10 mil personas habían anunciado que
acudirían a la fiesta. O sea, más de la mitad del pueblo.
El
cumpleaños terminó con enfrentamientos entre la policía y los jóvenes que se
lanzaban botellas, piedras "y petardos", dice la noticia. Con petardos, ¡qué
celebración! La policía respondió con gases lacrimógenos y bombas de humo. El
espectáculo debe haber sido total.
Finalmente
y alrededor de las tres de la madrugada, la policía logró restablecer el orden,
pero quedaron destrozos como los que hemos visto en Santiago: desvalijaron un
supermercado, destruyeron señales de tráfico y postes del alumbrado público. ¿Se
habrán dateado con nuestros jovencitos chilenos? En este mundo globalizado, todo
puede ser.
¿Culpa
de las redes sociales? ¿De una juventud que no conoce lo que son los límites,
pues nadie se ha atrevido nunca a decirles "¡No!" o "¡Nee!", en holandés? ¿Quién
sabe?
¿Y
si el pastel de cereza que le lanzó un estudiante de La Universidad Libre de
Bruselas al ministro de Bélgica era el del cumpleaños holandés?
En
este mundo globalizado, todo puede ser.
Jorge
Biggs
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