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Inmunidad diplomática


Joe Black
Diario El Mercurio, Domingo 19 de octubre de 2014

"¿Será, como dice el ministro de Hacienda, que desde afuera ven a Chile distinto a como es en realidad?..."


El embajador Eduardo Contreras cometió un error en el área que más le duele a un gobierno: la comunicacional.

La lucha política actual se libra cada día (minuto a minuto, incluso) en la opinión pública. Y si antes la metáfora que se usaba para describir el devenir de un gobierno era un partido de fútbol (se hablaba de primer tiempo, segundo tiempo, atacar, defender, etc…), hoy la imagen más adecuada es pensar en un partido de ping-pong. Todo pasa extremadamente rápido, la pelota va y viene en segundos y la clave es encontrar, de tanto en tanto, una oportunidad para remachar con todo y asegurar un punto. En estas circunstancias lo imperdonable es cometer errores no forzados: tirarla fuera, a la malla o tan blanda que uno le regala un remache al oponente.

El oficialismo tuvo puntos en contra con la ola de bombazos, con la desaceleración, con los comentarios del contralor Mendoza. Pasó a la ofensiva con el caso Penta y con la diligencia policial a la casa de Andrés Velasco. Se le vinieron pelotas complejas de vuelta con el bochornoso “Chile Day” en Londres y el artículo del Financial Times. También con la reacción de Andrés Velasco culpando al Ministerio del Interior por las filtraciones a la prensa de la visita de la PDI a su domicilio particular.

Así estaba la cosa, pelotas difíciles iban y venían.

Hasta que el embajador Contreras habló. Y su error no forzado valió por dos, porque no solo se ganó un repudio mayoritario y puso al Gobierno en una situación imposible, sino que además reinstaló el incómodo tema de los bombazos en la agenda. Otra pelota blanda que podría provocar un remache imparable.

La pregunta es, ¿por qué hizo lo que hizo el señor embajador?

¿Porque quizás esperó durante años la oportunidad de tener una tribuna desde donde pegarle con todo a la “derecha empresarial”, y ahora que la tuvo simplemente no se resistió a usarla? ¿Porque, dado que la cannabis es legal en Uruguay, el aire ya está enrarecido en todas partes y, sencillamente, “se fue en volá”? ¿O pensó que la entrevista sería un hit en Montevideo y que quizás en Chile nadie se enteraría?

¿O será que en el fondo, muy en el fondo, no le tiene apego a este gobierno, ya que lo considera demasiado “burgués”, apocado y entreguista? ¿Y sabiendo que su entrevista sería nefasta para La Moneda y la Cancillería la dio igual, porque es un opositor encubierto?

¿Será eso? ¿Será que los comunistas están cumpliendo aquello que prometieron, de que si entraban a la administración de Bachelet estarían con un pie en la calle y con otro pie en el Gobierno? ¿Y no será que dar este tipo de entrevistas es lo que significa “tener un pie en la calle”? 

¿Será eso? ¿O será, como dice el ministro de Hacienda, que desde afuera ven a Chile distinto a como es en realidad? 

¿Qué será, qué será? 

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