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Querida Britanny


"Te animo a pensar en lo que significará tu decisión para millones de personas a través del mundo que estarán atentas a lo que te suceda, incluso en este pequeño país desde el que escribo, donde ya se plantea legalizar la eutanasia activa..."


He sabido por los medios que pretendes poner fin a tu joven vida el 1 de noviembre próximo. Tú misma has explicado las razones, que no pueden sino conmovernos y hacernos simpatizar con tu persona, tu marido y familia.

Has señalado que, a un año de tu matrimonio, unas jaquecas te llevaron a consultar al médico. El diagnóstico no fue alentador: padecías de un tumor cerebral, que no respondió a los primeros tratamientos. Nos cuentas que te han dado 6 meses como expectativa de vida, a menos que te sometas a una radiación de todo el cerebro, lo que tendría un fuerte impacto en tu salud. Ante ello has decidido mudarte al estado de Oregón para hacer uso de su ley de eutanasia.

Has planificado celebrar el 26 de octubre el cumpleaños de tu marido, y "marcharte" el 1 de noviembre. Reconoces, sin embargo, que "en mi cuerpo no hay una célula suicida o que quiera morir... quiero vivir", solo que no ves una alternativa ante la falta de cura para tu enfermedad.

Quiero expresarte que comprendo tu situación y me hago cargo de tu sufrimiento ante lo que puede parecerte un desenlace sin esperanzas. También quiero decirte que encuentro legítima tu determinación de no someterte a un tratamiento que, aunque pueda prolongar un poco más tu vida, parece desproporcionado o extraordinario. Estás en todo tu derecho al pedirles a tus médicos que te dejen ir sin empecinarse en mantenerte viva con procedimientos que retardarían artificialmente tu partida.

Donde creo que no estás siendo justa contigo misma ni con tu familia es con tu decisión de intervenir deliberadamente en ese proceso para anticipar el momento de tu muerte. Perdóname si te expreso mi discrepancia, desde el afecto y la solidaridad que me inspiras. Estás siendo injusta porque no te estás permitiendo vivir tu vida en su integridad, desde el comienzo hasta el final. Seguramente piensas que la salida más fácil y menos gravosa para tu familia es la del suicidio legal. Deberías ser más compasiva contigo misma y no negarles a tus familiares la oportunidad de que puedan mostrarte su cariño en todas las circunstancias de tu enfermedad y acompañarte hasta que tu luz se apague naturalmente, que es lo que seguramente desean en lo más íntimo de sus conciencias. Tus médicos te habrán ofrecido terapias paliativas que, aunque no puedan curarte, te harán llevaderos los dolores físicos y psicológicos que puedan amenazarte en el último tramo.

Te animo a pensar en lo que significará tu decisión para millones de personas a través del mundo que estarán atentas a lo que te suceda, incluso en este pequeño país desde el que escribo, donde ya se plantea legalizar la eutanasia activa. Del "derecho a matarse" se pasa fácilmente al "deber de matarse". De hecho, la corporación que ha promocionado tu caso como bandera para abogar por la muerte asistida, Compassion and Choices , ha erigido tu determinación como modelo de "coraje" y de "muerte digna". Se nos dice así que quienes no recurran a la eutanasia y prefieran luchar hasta el final serían cobardes que escogen una forma "indigna" de morir. Una sociedad que practica la eutanasia envía este mensaje a enfermos, minusválidos y ancianos: dejen de estorbar y recurran a la "muerte dulce" proporcionada por un fármaco o inyección letal.

Pero, Britanny, eso no es lo peor, porque del "deber de matarse" se transita pronto al "derecho de matar". Cuando la ley deja en manos de los médicos decidir cuándo están frente a una enfermedad o discapacidad que autoriza poner su ciencia al servicio de la muerte, es porque ya se ha asumido que los más poderosos pueden determinar cuáles son las condiciones bajo las cuales otro ser humano más vulnerable merece o no seguir viviendo.

Tu determinación no es solo trágica para ti y tu familia. Lo es para todos. Aunque estés lejos y quizás nunca llegues a leer estas palabras, no puedo dejar de pedirte que, si nos tienes que dejar, no lo hagas así. Mucho -tu vida y la de tantos otros- depende de esa decisión.

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