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Juicios a las brujas y otras catástrofes


"La radio era un fenómeno nuevo cuando Benjamin trabajaba como periodista; durante seis años -entre 1927 y 1933- tuvo un programa que hoy llamaríamos misceláneo, con crónicas sobre variados asuntos, que él mismo leía. Se dirigía a los jóvenes y, más allá de su sencillez, destacan dos características..."


Este libro, que selecciona algunas de las crónicas radiales de Walter Benjamin, muestra una de sus facetas más amables y menos conocidas del filósofo, coleccionista, teórico de los medios de comunicación, filólogo, en fin, de una de las grandes figuras intelectuales de la primera mitad del siglo XX. Murió joven, a los 48 años, en la frontera entre Francia y España, uno más de los judíos que no lograron escapar de la tenaza nazi y optó por el suicidio antes que los campos de concentración. Dejó atrás una obra ingente (ocho tomos en la edición española de Abada), pero en su mayor parte inconclusa o fragmentaria. Aun así, es un nombre de referencia totalmente actual, en especial por sus lúcidas reflexiones sobre el arte, la técnica y la cultura.

La radio era un fenómeno nuevo cuando Benjamin trabajaba como periodista; durante seis años -entre 1927 y 1933- tuvo un programa que hoy llamaríamos misceláneo, con crónicas sobre variados asuntos, que él mismo leía. Se dirigía a los jóvenes y, más allá de su sencillez, destacan dos características. Primero, su excepcional habilidad narrativa, que se expresa en sus libros de memorias y en sus narraciones breves; y su formidable capacidad para rebasar la anécdota y convertir estas crónicas en una manifestación más de su capacidad filosófica. No solo porque, como señala Mariana Dimópulos en el prólogo, su curiosidad se dirigiera tanto al pasado como al presente, sino también porque, sencillamente, está en su naturaleza. No son crónicas, por otra parte, de intención propagandística o de infiltración ideológica, y ni siquiera pedagógica. No se sabe bien cómo escogía los temas (y escribió más de 100 en total), pero sí queda claro que se servía de ellos para hacer circular sus ideas sobre el mundo y la sociedad. La crónica que da título al volumen, por ejemplo, no ahorra comentarios sobre el absurdo de considerar pruebas fidedignas aquellas obtenidas a través de la tortura. Cuando escribe sobre las bandas de bandidos alemanes que pervivieron durante siglos, reivindica el humanismo como una herramienta mucho más eficaz que un derecho penal absurdamente estricto. La suerte de los campesinos pobres en el Mississippi, la leyenda de Kaspar Hauser y sus derivaciones sobre la identidad y el ejercicio del poder, el carácter de los perros, son algunos de los asuntos que Benjamin afronta de manera a la vez amena y profunda, con un sello único que sobrevive al tiempo.

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