La próxima semana se realizará en Londres el ChileDay.Acompañará a los ministros de Hacienda y Economía una numerosa delegación compuesta por importantes hombres de negocios. El propósito es promocionar a Chile como un país altamente atractivo para la inversión financiera y ofrecer una oportunidad para que inversionistas extranjeros tomen contacto con empresarios chilenos. Dada nuestra situación económica, ¿será éste el momento para que un esfuerzo como el antes descrito fructifique? Si no fuera así, ¿podrá el ChileDay generar una externalidad positiva para nuestra alicaída economía?
Se debate si el estancamiento de nuestra economía tiene su origen en causas externas o internas. Hay consenso de que de todas maneras una parte significativa -entre un 30% y un 100%- corresponde a las últimas. Es indiscutible que la economía internacional no está en crisis, que las economías de los demás exportadores de bienes primarios no se han desacelerado al mismo ritmo que la nuestra, y que se está generando una importante brecha entre nuestro producto potencial y el efectivo.
En una economía como la chilena se espera que normalmente la política monetaria sea eficaz para mantener a la economía plenamente empleada. El Banco Central ha actuado consecuentemente, pero el aumento del precio del dólar -en parte atribuible a la política monetaria expansiva- se ha trasladado parcialmente a precios. Por ello, el alza del nivel de precios de 4,9% en septiembre, año sobre año, restringirá -dada la meta inflacionaria existente- el uso de este tipo de política. En vista de ello, el gobierno ha propuesta para 2015 una política fiscal expansiva.
El efecto de corto plazo de tal política en las actuales circunstancias es al menos discutible, si no contraproducente. En primer lugar, el mayor gasto en obras públicas anunciado expandirá la demanda agregada, pero ese efecto se verá neutralizado, en parte, porque se financiará con los mayores impuestos de la reforma, que reducirán el gasto privado. En segundo lugar, la expansión en un 9,8% del nivel del gasto fiscal y el aumento del déficit fiscal implícito en el presupuesto, sin duda que contribuirán a aumentar la incertidumbre y la desconfianza existente, que es nuestro principal problema. Y en tercer lugar, en la práctica, es difícil acelerar la ejecución de obras públicas, a menos que no importe dilapidar recursos. Al respecto, es incomprensible que no se usen los mismos en vez para aumentar la subvención escolar y los salarios de los profesores.
Nuestra delegación no podrá convencer a sus anfitriones en Londres de que la economía chilena, deprimida, pronto volverá a tener un comportamiento atractivo, porque los instrumentos de política económica disponibles no son los aptos para ello. No obstante, la visita de la delegación público-privada chilena a esa ciudad ofrece una oportunidad única para empezar a restablecer confianzas entre autoridades económicas y empresarios, condición, esta última, absolutamente necesaria para volver a crecer como deseamos.
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